Columnista
Cero racismo
Hay que trabajar desde la niñez, en las escuelas, en las familias, en los medios de comunicación, en el gobierno y en las organizaciones, para desmontar los prejuicios que alimentan la discriminación.

25 de may de 2025, 12:37 a. m.
Actualizado el 25 de may de 2025, 12:37 a. m.
Sí, estuvo bien que de manera masiva se reprocharan los insultos racistas de los que fue víctima el guarda de tránsito José Félix Angulo, por parte de Alexis Velasco, a quien le impartieron una sanción por estacionar un vehículo en un lugar no permitido del barrio San Fernando, de Cali, la capital negra de Colombia.
Sí, estuvo bien que el guarda nos diera una lección de autocontrol impresionante, mientras lo retaban y no lo bajaban de negro basura, en una clara y anacrónica expresión discriminatoria. Su comportamiento nos sirvió, también, para entender que responder al insulto con más insultos o golpes, no es lo correcto.
Sí, estuvo bien que aplaudieran a José Félix por recordarle a la ciudadanía que las normas hay que respetarlas, pero sobre todas las cosas, que a las personas hay que respetarlas.
Sí, estuvo bien que lo ocurrido nos permitiera conocer la historia de un hombre orgulloso de su raza, que además es un reconocido líder de la Comuna 14, que realiza trabajo social con mujeres embarazadas y jóvenes en alto riesgo. Que es un promotor de la cultura del Pacífico, y empresario de bebidas ancestrales. Y que siempre quiso hacerse guarda de tránsito, porque le gusta educar a la comunidad.
José Félix es hoy un símbolo, y lo ocurrido con él nos obliga a entender que aún tenemos mucho por hacer, si de verdad queremos combatir el racismo. Porque mientras haya una sola persona que piense como el agresor mencionado, el problema es de educación y es allí donde debemos trabajar.
Ya pasada la efervescencia y el reproche masivo, y pocos días después de conmemorarse el Día de la Afrocolombianidad, que nos recuerda que el 21 de mayo se 1851 se abolió la esclavitud en Colombia, es hora de replantear todas esas conductas racistas, muchas de ellas disfrazadas de chistes, comentarios ‘inocentes’ y señalamientos, porque así perpetuamos un discurso que refrenda ese tufillo de superioridad que muchos creen tener por su tono blanquito, olvidando los mestizajes de su origen. Y sobre todas las cosas, olvidando los derechos y deberes que nos abrigan en la Constitución y en la vida misma.
Entonces, más allá de discursos y acciones populistas, fruto del momento, así como de sancionar debidamente a quien cometió un delito, lo que de verdad requerimos es tomar conciencia, en una ciudad como la nuestra, donde el 28,6 % de su población es negra, donde las brechas estructurales persisten y el desempleo y la falta de oportunidades golpean con más dureza a la población afrodescendiente.
Eso, además de reconocer el inmenso aporte que la cultura negra le ha dado a nuestra región, de respetar sus espacios y tradiciones, en lugar de seguir mirando por encima del hombro a quienes tienen un tono de piel y sentir distinto.
El camino es, entonces, la educación consistente; liderar desde Cali una cruzada contra la discriminación, hacerla lema de ciudad, que trascienda lo ocurrido y se convierta en un movimiento que mueva fibras y transforme conductas. Porque educar contra el racismo no es una opción, es una responsabilidad ética.
No basta con repudiar los actos individuales cuando estallan en redes sociales. Hay que trabajar desde la niñez, en las escuelas, en las familias, en los medios de comunicación, en el gobierno y en las organizaciones, para desmontar los prejuicios que alimentan la discriminación.
El respeto no se negocia: se practica, se exige y se educa. El episodio racista contra el guarda de tránsito José Félix Angulo debe ser más que una anécdota indignante: tiene que convertirse en una oportunidad para reflexionar y actuar. Porque mientras naturalicemos el racismo, seguiremos fallándonos como sociedad.
@pagope
Comunicadora Social - Periodista y Docente de la Universidad Autónoma de Occidente. Caleñísima. Con 26 años de experiencia en una sala de redacción. Entiende el periodismo como una pasión, pero sobre todo, como una manera de transformar y servir a la sociedad. Ciudad, paz, género y niñez, los temas que le apasionan.