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Caminar por Cali 2

Una ciudad que camina es una ciudad amiga del medio ambiente, con menos ruido, más sana, más amable.

26 de noviembre de 2024 Por: Bernardo Peña
Bernardo Peña
Bernardo Peña | Foto: El País.

Cali es de contrastes: aquí es fácil hacer amigos en cualquier esquina, en el MÍO tienes conversación fácil, los caleños son abiertos, amables, generosos, alegres, divertidos y muy solidarios. El contraste se da con el comportamiento colectivo a la hora de conducir un vehículo o una moto, donde el peatón prácticamente no existe para los motorizados, donde conductores, peatones y ciclistas desprecian todas las normas.

Las cebras, para quienes no las conocen, son esas líneas pintadas en las intersecciones que sirven para que pasen con prelación los peatones, sin embargo, aquí, en Cali, no significan nada. En Medellín los conductores paran para que los peatones puedan pasar, pero en la Sucursal ocurre lo contrario: aceleran para que el pobre caminante tenga que meter carrera y salvar la vida. Tenía un compañero en este diario que disfrutaba viendo correr a los pobres ciudadanos que cruzaban una cebra acelerando súbitamente el vehículo en el que nos transportaba a los diferentes cubrimientos. Alegaba que los andenes son para los peatones y las calles para los carros.

Pero como lo he dicho en esta columna, intente usted caminar por algún andén de la ciudad invadido por todo tipo de obstáculos y en pésimo estado o por zonas tomadas por los buses y los talleres como los alrededores de la terminal de transporte donde no hay opción diferente a caminar por la mitad de la calzada vehicular.

El peatón vale cada vez menos en la capital del Valle, los taxistas se quejan porque no hay más vías para ellos y critican las ciclorrutas por considerarlas un desperdicio de espacio y de plata. Una ciudad que camina es una ciudad amiga del medio ambiente, con menos ruido, más sana, más amable. Se han hecho esfuerzos grandes para darle espacio a los peatones: la Calle y la Carrera 15 son un ejemplo del fracaso de estos intentos; en los andenes de la Carrera 15, dotados incluso de veredas para personas invidentes no cabe una moto ni un taller más, la señalización yace bajo una capa de grasa y la Calle 15 con sus amplios andenes repletos de ventas, ya no ambulantes sino permanentes, y sus parqueaderos de motos a cielo abierto. Recuperar esos espacios equivale a una operación militar muy parecida a la del Plateado, Cauca, donde el Estado tuvo que entrar en tanquetas blindadas.

Devolver el espacio público y las vías peatonales debe hacerse de manera concertada entre todos los actores de la movilidad: autoridades, comerciantes callejeros, peatones y conductores. Necesitamos con urgencia un Antanas Mockus en Cali, alguien que nos recuerde que esta fue la capital del civismo y que la COP16 no fue una golondrina que pasó por aquí durante 15 días, donde todos nos portamos bien y fuimos felices.

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