Columnistas
Ayudemos a nuestro Batallón
Este es un llamado a la solidaridad para que con ayuda del sector privado y de personas naturales, se pueda mantener y mejorar nuestro Batallón de Alta Montaña, patrimonio de la seguridad de nuestra región
El pasado sábado en una sobria pero emotiva ceremonia se conmemoraron los primeros 20 años de la puesta en marcha del Batallón de Alta Montaña Rodrigo Lloreda Caicedo bautizado así en honor de este gran vallecaucano que entregó su fructífera vida al servicio de la patria que lo reconoce como uno de sus más preclaros hijos.
Recuerdo entre gallos y medianoche ese acto de inauguración que fue interrumpido cuando se les avisó al entonces presidente Álvaro Uribe Vélez y a su ministra de Defensa Marta Lucía Ramírez, ahí presentes, del asesinato del exministro de Defensa Gilberto Echeverri Mejía y del exgobernador de Antioquia Guillermo Gaviria Correa, y lógico, la ceremonia se interrumpió, más no la labor que ha desarrollado en estos cuatro lustros.
El Batallón tiene a su cargo la vigilancia y la seguridad de un amplio corredor que une por las montañas tutelares a los departamentos de Nariño, Cauca y Valle y en especial la costa pacífica que ha sido el pasadizo para que la guerrilla entre armas e insumos para el procesamiento de alcaloides y ‘exporte’ marihuana y cocaína entre otros alucinógenos.
La gestión desarrollada ha sido en extremo exitosa porque se ha logrado la pacificación de las goteras de Cali y en buena parte las de Dagua, La Cumbre y el litoral Pacífico, con un gran esfuerzo para contener la siembra y el tráfico en la parte alta de Jamundí, sin olvidar el control de la minería ilegal, las extorsiones, el boleteo, los secuestros y demás delitos.
El batallón ha contado con 500 hombres, perfectamente entrenados, cifra que se ha ido manteniendo contra viento y marea, luchando contra la falta de recursos y el traslado de tropas a otros lugares.
No obstante, su trabajo persiste con excelentes resultados. De ahí la importancia de no dejar decaer tan noble esfuerzo por la anhelada paz que hoy se ve amenazada peligrosamente.
Por ello no podemos bajar la guardia y permitir que se debilite este patrimonio que hoy está en peligro por la falta de un presupuesto acorde a sus necesidades.
Es menester mejorar las vías de acceso, adecuar los alojamientos y los baños para las tropas, la dotación, hacer un mantenimiento y unas reposiciones que no pueden esperar, sobre todo en el bienestar de los soldados que deben soportar el frío de los Farallones e incluso la casona donde funcionan el dispensario y los servicios médicos y que fue donada junto con buena parte de los terrenos por la familia Garcés.
Este es pues un llamado a la solidaridad para que con ayuda del sector privado y de personas naturales, se pueda mantener y mejorar nuestro Batallón de Alta Montaña, patrimonio de la seguridad de nuestra región.
Sobre el particular, hay que destacar la infatigable labor que adelantan los oficiales profesionales de la reserva quienes durante años han estado infatigablemente con prisa y sin pausa prestando su concurso a tan noble causa.
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Posdata: Ante esta hecatombe política que estamos viviendo y padeciendo en manos de chismes de cocina y las peores bajezas del ser humano, ¿Quién podrá defendernos? Se nos vienen días aciagos de insospechadas consecuencias.