Cultura
El maestro Luis Carlos Figueroa Sierra continúa incansable a sus 100 años, componiendo música de Cali para el mundo
Colombia celebra con homenajes en vida el centenario del maestro Luis Carlos Figueroa, el más importante compositor caleño, que hoy sigue creando música.
Por L. C. Bermeo Gamboa, periodista de El País
Un piano francés Pleyel —la marca favorita de Chopin— de color caoba, con algunas teclas desgastadas y ahora amarillentas, evidencia de la pasión con que son tocadas, reposa en el pequeño estudio de la casa en Cali, donde vive el maestro Luis Carlos Figueroa Sierra. El instrumento llegó a Cali en 1960, enviado en barco desde París a Buenaventura, como obsequio de dos damas caleñas, quienes al enterarse que el maestro Figueroa regresaba a su ciudad después de 9 años dedicados a perfeccionar su arte en Europa, quisieron recompensarlo, con este presente podría sentirse siempre como en Francia.
El pasado 12 de octubre del 2023, Luis Carlos Figueroa Sierra, pianista, director de orquesta y compositor, cumplió 100 años de vida, por lo que las celebraciones y homenajes llenaron la agenda del centenario maestro, considerado el compositor caleño vivo más importante y el directo heredero musical de Antonio María Valencia.
En poco más de dos meses, el maestro Figueroa recibió importantes reconocimientos. En primer lugar, para el mes de noviembre, la Fundación Hispanoamericana de Cali dedicó una edición especial de su revista al compositor y organizó un concierto con la pianista Blanca Uribe, invitada para interpretar las obras de Figueroa Sierra. A la celebración se sumó el Festival de Piano de Univalle, que dedicó su primera versión a exaltar la obra del músico vallecaucano, organizando cuatro conciertos de cámara con su repertorio, así como lanzando el libro ‘Luis Carlos Figueroa Sierra (1923), trayectoria artística’, del músico académico José David Roldán Sánchez.
Y, como colofón nacional, el pasado 5 de diciembre, en una ceremonia realizada en el Centro de las Artes de Bogotá, el Ministerio de Cultura de Colombia, en cabeza de su ministro Juan David Correa, entregó el Premio Vida y Obra al maestro caleño, reconociendo que, según expresaron los jurados, “la obra de Luis Carlos Figueroa es, sin lugar a dudas, un referente excepcional para la historia de la composición musical en Colombia y América Latina. Su incidencia en pianistas, compositores, intérpretes de música de cámara y sinfónica es evidente”.
El compositor Luis Carlos Figueroa es una leyenda viva de la música académica en 🇨🇴. Toca el piano desde los 3 años e integró en su obra ritmos colombianos y clásicos. 🎹🥁
— MinCultura Colombia (@mincultura) December 6, 2023
Ayer recibió el Premio vida y obra en categoría arte y cultura en los Premios Nacionales de Cultura. 👏🎷 pic.twitter.com/RpAOw5Mt04
Con ayuda de su hijo menor, Luis Carlos Figueroa Jr., el maestro logra sentarse en la banqueta ubicada frente a su Pleyel. A pedido de su esposa, Julieta Peña, empieza a tocar un bolero “sin nombre, porque aún lo estoy pensando”.
Es 21 de diciembre, hace pocos días el maestro y su familia regresaron de Bogotá. Pasarán navidad y año nuevo en Cali, pero en la segunda semana de enero del 2024 viajarán a Cartagena, invitados por el prestigioso Festival de Música de esta ciudad, que rendirá honores al compositor vallecaucano, para lo cual programaron un concierto el 12 de enero, cuyo repertorio serán todas sus obras para piano y voz, interpretadas por la soprano Julieth Lozano y el pianista Alejandro Roca.
El maestro y su piano se entienden con la familiaridad de toda una vida frecuentándose, pese a que por alrededor de 9 años, debido a una fuerte depresión que padeció, dejó de tocarlo.
En el documental ‘Tres colores del tiempo’ (2006), de la directora Galina Likosova, donde siguen el trayecto músico-existencial del maestro Figueroa, exploran a fondo los motivos de su casi abandono del piano.
Pero, cuando su familia había perdido la esperanza de volverlo a ver frente a su Pleyel, “una mañana me desperté y escuché música en la sala, pensé que habían encendido el equipo de sonido, pero cuando bajé encontré a Luis Carlos, en el estudio, sentado frente al piano. Estaba tocando una melodía muy española y yo de la alegría me puse a bailar”, cuenta Julieta Peña de Figueroa, esposa del maestro.
Su hija, Gloria Figueroa Peña, cuenta en el documental que “la salida de mi papá de la depresión fue muy extraordinaria, (…) pero para que ese cambio se diera muchas personas influyeron, primero que todo gracias a Dios, y segundo a muchas personas que lo acompañaron. Yo creo que él salió de la depresión porque su familia se interesó más en la música, porque estuvimos mucho más pendientes de su obra, y a eso se sumó el interés de Galina Likosova que reunió sus partituras, y además los reconocimientos que empezaron a presentarse, como la grabación del disco ‘Homenaje a la canción colombiana’ con 11 canciones de mi padre, interpretadas por la soprano Emperatriz Figueroa (su sobrina) y la pianista Patricia Pérez Hood, y el concierto para conmemorar los 450 años de Cali. Creo que por eso volvió a renacer su interés por crear”.
Antes de tocar esa improvisación española, que se le grabó en la memoria desde el día que volvió retomó la música, el maestro cuenta que su pasión por el piano nació a los 4 años.
“Me crie desde los 3 meses en casa de mi tía Angélica Sierra Arizabaleta, debido a que mi mamá padeció de fiebre tifoidea y el médico aconsejó que mejor me tuvieran en otra casa. Mi tía había fundado un colegio mixto, de niños y niñas en Cali y, como cuando tenía cuatro años, ella decidió comprar una pianola para que hubiera música en el colegio, y yo comencé a ver esa pianola muy interesante, porque a medida que los rollos producían la música se hundían las teclas”, recuerda.
“Al poco tiempo, con la complicidad de mi hermano mayor, quien se encargaba de cuidar la pianola, cuando mi tía no estaba, yo le pedía que me dejara tocar y así fui aprendiendo, viendo cómo se hundían las teclas. Después mi tía se enteró de mi interés y me dejó seguir practicando cuando quisiera, así nació mi vena musical”, detalla el maestro.
A los 10 años, Luis Carlos Figueroa Sierra, después de estudiar piano con profesores privados, ganó una beca para estudiar en el conservatorio recién fundado por el compositor caleño Antonio María Valencia, era el año 1933. Allí estuvo por 10 años y, de la mano del maestro Valencia, Figueroa se convirtió en un reconocido concertista de piano. Unos años después, en 1950, obtuvo una nueva beca, otorgada por el municipio de Cali, para ampliar sus conocimientos musicales en Francia, así logró estudiar en la Escuela César Frank, diplomándose en Dirección de Orquesta y Composición; en el Conservatorio Nacional de Música, titulándose en estudios superiores de piano; y además hizo tres cursos de composición en la Academia Chigiana de Siena (Italia).
“No había pensado en regresar, cuando en una carta que me enviaron desde Cali, me informaron que la Alcaldía de Cali consideraba que ya había estudiado todo lo que había deseado y que debía regresar a Colombia para transmitir mis conocimientos, o que si quería quedarme en París era por mi propia cuenta, y cuando consulté mis bolsillos, me enteré que no podía costearlo”, comenta.
Por esta razón, regresó a Cali en 1959 y pocos meses después de su llegada, arribó su amado Pleyel. En Cali, entre 1960 y 1975, asumió la dirección del Conservatorio Antonio María Valencia, tomando el cargo que su maestro había dejado antes de morir en 1952. Después de abandonar la dirección de esta institución, trabajó allí como profesor de piano hasta el año 2011. Al mismo tiempo, enseñó piano superior en la Escuela de Música de Univalle, entre 1984 y 2015, retirándose a los 92 años.
Pero así como formó a cuatro generaciones de músicos vallecaucanos, creó una obra que supera las 130 composiciones, clasificadas en entre piezas para piano, voz y piano, música de cámara, obras corales y obras sinfónicas. Algunas de sus más apreciadas son su Concierto para piano y orquesta en La menor, compuesto con motivo de los 450 años de Cali, o su Suite Sinfónica, su Cuarteto de cuerdas y sus 8 piezas breves para piano, tituladas Colombianas.
A sus 100 años, el maestro Figueroa es un hombre de gran sentido del humor, por eso sonríe cuando lo felicitan por su longevidad y la extraordinaria memoria que conserva, pero se lamenta un poco, en parte por un glaucoma que lo dejó ciego del ojo izquierdo y la lentitud propia de la avanzada edad, “ya los años se sienten, puedo tocar, pero no como antes, las manos ya no responden igual, y me entristece no poder leer las partituras”. No obstante, continúa trabajando con un entusiasmo que envidiarían muchos jóvenes, ahora mismo, con ayuda de una exalumna suya está transcribiendo sus obras inéditas, y con la ayuda de su hijo está escribiendo sus memorias que espera terminar el próximo año. Como el piano más antiguo del mundo, construido por Bartolomeo Cristofori en 1720 y que sigue funcionando, el maestro Figueroa está seguro que llegará muy lejos, tiene como garantía su obra musical.