Salud

Alopecia en hombres y mujeres: dos experiencias distintas

Cuando un hombre empieza a perder cabello, suele escuchar frases como “es normal”, “te ves más maduro” o incluso “la calvicie puede ser atractiva”. En el caso de una mujer, la reacción es otra: miradas de sorpresa, comentarios de lástima o preguntas indiscretas sobre su salud.

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Gladys Fonseca, experta en salud capilar.
Gladys Fonseca, experta en salud capilar. | Foto: Gladys Fonseca

12 de nov de 2025, 04:12 p. m.

Actualizado el 12 de nov de 2025, 04:12 p. m.

La alopecia, siendo la misma condición, no se interpreta igual en ambos géneros biológicos. Esa brecha cultural es algo que la terapeuta ocupacional Gladys Samanda Fonseca analiza con frecuencia en su práctica clínica.

Fonseca explica que el cabello funciona como un símbolo con significados distintos según el contexto.

Para muchos hombres, aunque la pérdida capilar pueda resultar incómoda, existe cierta aceptación social. Figuras públicas como actores, atletas o músicos han contribuido a normalizar la imagen masculina sin cabello. Incluso se ha instalado la idea de que algunos hombres lucen más seguros o elegantes al raparse.

Sin embargo, para las mujeres, el panorama es muy distinto. La alopecia femenina aún se asocia con enfermedad, descuido o pérdida de feminidad.

Según Gladys Samanda Fonseca, esa diferencia no es biológica, sino cultural, y explica por qué el impacto emocional suele ser más fuerte en ellas.

En las consultas, observa cómo este doble estándar se traduce en conductas diferentes. Un hombre puede sentir presión, pero rara vez oculta su alopecia con la intensidad que lo hace una mujer. Muchas pacientes cuentan que evitan fotos, cancelan compromisos o recurren a accesorios con una sensación de disfraz.

Fonseca aclara que no se trata de comparar sufrimientos, sino de reconocer que la experiencia está marcada por expectativas de género. El contexto social condiciona la forma en que cada persona vive su proceso.

La mirada externa refuerza esas diferencia. “El problema no es el cabello que falta, sino lo que la sociedad interpreta a partir de esa ausencia”, señala Gladys Samanda Fonseca. Esa interpretación desigual provoca que la carga psicológica sea mayor en las mujeres, pero también afecta a los hombres, que muchas veces callan sus inseguridades porque se espera que lo tomen con naturalidad.

Para cambiar esa realidad, Fonseca propone revisar el lenguaje con el que se habla de la alopecia. Frases como “no pasa nada” o “a nadie le importa” pueden sonar alentadoras, pero terminan minimizando el dolor de quien lo vive.

La terapeuta insiste en que lo más valioso es generar entornos donde las personas no tengan que justificar su apariencia ni sentir que deben encajar en un molde. Esa empatía, asegura, debe darse por igual en hombres y mujeres.

Gladys Samanda Fonseca también resalta la importancia de educar en la diversidad estética desde edades tempranas. Si los niños y adolescentes crecen viendo representaciones variadas en medios y escuelas, la alopecia dejará de percibirse como algo extraño.

Fonseca imagina un futuro en el que una estudiante pueda asistir a clases sin cubrirse la cabeza por vergüenza o un adolescente pueda hablar de su calvicie sin recibir burlas. Para ella, ese cambio cultural es tan necesario como los avances médicos.

El futuro se ve prometedor con biotecnología, nutrigenómica y terapias regenerativas más precisas, pero Fonseca advierte que esos avances no alcanzarán su verdadero potencial si la sociedad mantiene los prejuicios actuales. La medicina puede devolver cabello, pero si el entorno sigue juzgando de manera distinta a hombres y mujeres, la desigualdad emocional persistirá.

Al cerrar sus reflexiones, Gladys Samanda Fonseca recuerda que la alopecia no entiende de géneros: afecta a todos por igual en lo físico, pero se interpreta con sesgos que profundizan el malestar.

Su tarea como terapeuta ocupacional es acompañar a cada paciente desde su realidad, entendiendo que las experiencias masculinas y femeninas son diferentes, pero que ambas merecen respeto y apoyo. El objetivo, dice, es que hombres y mujeres puedan vivir con seguridad y dignidad, sin importar lo que diga su cabello.

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