Editorial
Petro y Trump, mucho más allá que un problema personal
El principal motivo de inquietud es el económico, como lo han expresado distintos gremios que temen por represalias, como un aumento en el costo de los aranceles que se les cobran a los productos que Colombia exporta a Estados Unidos.
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25 de sept de 2025, 02:13 a. m.
Actualizado el 25 de sept de 2025, 02:13 a. m.
Tras su última intervención como presidente de Colombia ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, la relación entre Gustavo Petro y Donald Trump parecen haber alcanzado un punto de no retorno. Y aunque es claro, dadas las estrechas relaciones que por décadas han mantenido Bogotá y Washington, que se trata de diferencias tal vez irreconciliables entre dos gobiernos puntuales y temporales, sí hay razones para preocuparse por el evidente distanciamiento entre ambos mandatarios.
Y sin duda el principal motivo de inquietud es el económico, como lo han expresado distintos gremios que temen por represalias como un aumento en el costo de los aranceles que se les cobran a los productos que Colombia exporta a Estados Unidos. De hecho, uno de los departamentos que resultaría más afectado por decisiones en ese sentido sería el Valle del Cauca, ya que ese país es el principal cliente de los artículos que la región vende al exterior, al punto de que se ha convertido en su principal socio comercial.
Ese es solo uno de los argumentos por los que muchos colombianos hubieran preferido que el discurso del Jefe de Estado no incluyera epítetos contra su homólogo estadounidense y no utilizara el máximo escenario de la ONU para profundizar en una discordia que claramente ya tiene un tinte personal.
Porque Washington fue claro hace una semana, cuando anunció la descertificación de la lucha contra las drogas de Colombia, que esa decisión no era una represalia contra los ciudadanos ni contra la Fuerza Pública de nuestro país, sino un juzgamiento negativo de las políticas que la Casa de Nariño ha implementado en temas puntuales como el combate a los cultivos ilícitos y las confusas negociaciones con grupos armados al margen de la ley.
Pero más allá de las cifras que tanto Washington como Bogotá han expuesto durante los últimos días en relación con lo que supuestamente se ha hecho o no contra el narcotráfico, el actual Gobierno Nacional debe tener muy presente que fue elegido para representar los intereses de sus simpatizantes pero también del resto de los colombianos.
Y, en esa medida, no puede atentar contra lo que es conveniente para el país en lo que tiene que ver con el relacionamiento de Colombia con el resto del mundo, incluso más allá de los Estados Unidos como primera potencia global.
Es por ello que, así como una parte importante de la Nación está de acuerdo con el rechazo que el presidente Petro expresó desde Nueva York al genocidio que está teniendo lugar en la Franja de Gaza, también hay un alto porcentaje de colombianos que desconocen la legitimidad de Nicolás Maduro como mandatario de Venezuela y no comparten que su Jefe de Estado defienda al régimen imperante en el vecino país en los escenarios internacionales, máxime cuando otros gobiernos progresistas de América Latina se abstienen de hacerlo.
No se trata de restarle a Gustavo Petro la legitimidad que ganó en las urnas democráticamente, pero es claro que, como presidente de Colombia, debe atender el llamado que desde distintos sectores le están haciendo para que sus simpatías personales no sean colocadas por encima de los intereses de la Patria.