Editorial
Legitimidad en entredicho
El presidente Petro tiene que entender que la única forma de recuperar su legitimidad es demostrando que él no ha tenido nada que ver en estos gravísimos acontecimientos.
Colombia ha tenido presidentes de las más variadas ideologías y de los más diversos orígenes. Pero, con contadas excepciones, todos ellos han manejado el cargo con dignidad y altura. Dignidad y altura que parecen estar perdiéndose en el entorno presidencial.
Al punto que, como aseguró el expresidente Andrés Pastrana, en comunicación que le envió a Gustavo Petro, “la legitimidad de su título de Mandatario de los colombianos está cada día en más grave entredicho”.
No exagera el exgobernante. En menos de dos meses ha ocurrido lo siguiente: se pierde una maleta con dinero de la casa de la jefa de Gabinete de Petro, Laura Sarabia. La niñera de los hijos de la funcionaria es señalada como sospechosa del hurto y sometida a la prueba del polígrafo en el sótano de la sede de la Presidencia. Luego se conoce que el teléfono de esta empleada ha sido interceptado por miembros del equipo de seguridad de la Casa de Nariño.
Posteriormente, son reveladas unas conversaciones en las que un personaje clave para la elección de Petro, Armando Benedetti, lanza, en los términos más vulgares, toda clase de amenazas contra Sarabia y contra el propio Presidente y hace graves insinuaciones sobre la posible procedencia ilícita de unos dineros que ingresaron a la campaña que llevó a Petro a la Presidencia.
Hace pocos días la revista Semana, que ha destapado la mayoría de estos episodios, da a conocer una aseveración de una fuente, según la cual la suma de dinero perdido ascendía a los 3.000 millones de pesos. Y era de propiedad de Petro.
Cuando el país no salía del estupor por semejante denuncia, se conoce el presunto suicidio del coronel Óscar Ávila, miembro del equipo de seguridad de la Presidencia y señalado de ser el responsable de las ‘chuzadas’ al teléfono de la empleada de Laura Sarabia.
Frente a este turbio entramado, el gobernante opta por atacar al medio que hizo las denuncias. Lo que pone en riesgo la seguridad de ese medio y la de los periodistas que trabajan en él, y de paso, se constituye en un grave ataque contra la libertad de expresión por parte de la persona llamada a defender, antes que nadie, ese cimiento de la democracia.
El presidente Petro tiene que entender que la única forma de recuperar su legitimidad es demostrando que él no ha tenido nada que ver en estos gravísimos acontecimientos.
Por ello, en lugar de atacar a quien puso en conocimiento del país estos hechos y de posar de víctima denunciando presuntos ‘golpes blandos’, el Presidente de la República está en la obligación de exigir una rápida investigación que aclare este complejo entramado.
Lo que está en juego no solo es la suerte de un gobierno, sino la legitimidad de una elección. Y, por encima de todo, la dignidad del más alto cargo de la Nación.