Editorial
Concejales ausentes
Solamente 6 de los 21 concejales de la capital vallecaucana acudieron a la totalidad de las 66 sesiones programadas a lo largo de este año...
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31 de jul de 2025, 02:39 a. m.
Actualizado el 31 de jul de 2025, 02:39 a. m.
Cuando una persona resulta electa para integrar un concejo municipal, asume la responsabilidad de representar los intereses y las necesidades de quienes la eligieron.
Por eso, lo mínimo que esperan los ciudadanos que votaron por los actuales cabildantes de Cali es que hagan presencia en el hemiciclo de esa corporación cuando se realicen las distintas sesiones a las que sean citados en los cuatro años que dura su periodo.
Las estadísticas recopiladas por el Observatorio Cali Visible, de la Universidad Javeriana, muestran una realidad muy distinta: solamente 6 de los 21 concejales de la capital vallecaucana acudieron a la totalidad de las 66 sesiones programadas a lo largo de este año hasta el pasado 15 de julio.
Una cifra que resulta muy diciente del compromiso de los demás cabildantes caleños, porque si bien está claro que ellos deben disponer de tiempo y recursos para visitar a la comunidad y discutir con ella las necesidades y los asuntos que le preocupan, sin duda su prioridad debe ser la de estar presentes en las instalaciones del Concejo cuando se los requiera.
Esto es, por ejemplo, asistir a las plenarias, algunas de las cuales son citadas para hacerle control político a los funcionarios de la Administración de Cali, cuando hay interrogantes con respecto a su gestión. Pero también a aquellas sesiones donde se analizan los proyectos de acuerdo que son puestos a consideración del Cabildo, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los caleños.
Por ello, resulta por lo menos indignante que algunos concejales de la ciudad hayan adquirido la práctica de llegar al hemiciclo, esperar a que el secretario general de la corporación llame a lista, y luego retirarse del recinto, sin tener participación real y efectiva en la sesión del día.
Responder “presente” en ese primer momento, pese a su ausencia posterior, sí permite que ese integrante del Concejo cobre la remuneración económica contemplada en la ley para cada plenaria, que, en el caso de la capital del Valle, corresponde a $721.000, el monto más alto posible en el país.
¿No es acaso esa una descarada forma de burlarse de un encargo ciudadano que debería ser sagrado, como es el de velar por la correcta ejecución de los recursos públicos de la Alcaldía de Cali, o el de sacar adelante las iniciativas que necesita la ciudad para mejorarle la calidad de vida a su población?
Por supuesto que es necesario que los organismos de control tomen nota de esta denuncia publicada por El País en un informe del pasado domingo, pero, más allá de eso, es hora de que quienes aspiran a conservar su curul en el Cabildo se comprometan mucho más con la labor que les fue encomendada por quienes depositaron su voto por ellos en las urnas.
No obstante, siempre existe la opción de que los electores castiguen en las próximas elecciones a quienes solamente ven su puesto en el Concejo de Cali como una oportunidad para obtener ganancias económicas y hacer política, pero sin ocuparse de las tareas que les fueron encomendadas cuando los designaron integrantes de la Junta Directiva de la ciudad.