Opinión
Una vida sin límite
Están preparando un tercer libro con testimonios de algunos de sus funcionarios durante su Presidencia. O sea, como se dice, ahorra para celebrar por todo lo alto el centenario del nacimiento de este ser humano irrepetible y sorprendente.
Diego Pizano Salazar y Carlos Caballero Argaez tuvieron la idea y el privilegio de conversar con el expresidente Belisario Betancur durante varios años, y lograron convencerlo, ya al final de su vida, de recopilar esas conversaciones y editar un libro que relatara su vida desde la su infancia. La historia de su vida. Más allá de su cuatrienio en la Presidencia del país. Anécdotas, recuerdos, su pasión por la lectura, su determinación de avanzar y vencer, todos los obstáculos, su malicia política y su visión personal sobre la vida.
Se acerca el centenario de su nacimiento. Agotada la primera edición publicada en febrero de 2019, poco antes de su muerte a los noventa y cinco años de lucidez y memoria perfecta. Él mismo alcanzó a releer el libro antes de su publicación y escogió el título ‘Una vida sin límites’. Acaba de salir la segunda edición.
“En ese ejercicio participó, con entusiasmo, tituló el libro y escogió la cubierta. Llegó a la conclusión de que su existencia no encontró límites que le impidieran lograr sus sueños y sus aspiraciones, a pesar de su origen humilde y de los esfuerzos que realizó para educarse”.
Confieso que a pesar de haberlo conocido años antes de que asumiera el primer cargo de la nación, en tertulias literarias y reuniones informales, años de amistad profunda y haber sido nombrada Directora del Instituto Nacional de Cultura, jamás me imaginé esa dimensión tan profunda, compleja, inabarcable de Betancur. Esa capacidad de reírse de sí mismo, esa inteligencia desbocada, esa claridad en su autocrítica, ese estoicismo, esa generosidad, ese amor ilimitado por sus hijos y ese desprendimiento de toda vanidad, esa verticalidad y audacia para tomar decisiones, en fin….
Un libro apasionante en el que narra sin adornos ni mentiras su trayectoria vital. En el que se descubre el hombre más allá del mito, como diría Malraux. Me lo ‘zampé’ de una y no me canso de releer párrafos.
En una reunión en Bogotá, con sus hijos Beatriz y Diego, Diego Pizano y Conrado Zuluaga me lo regalaron. Ya sé que se consigue en la Librería Nacional y en la Universidad de los Andes. Un tesoro que quiero regalarle a mis hijos y amigos cercanos. Están preparando un tercer libro con testimonios de algunos de sus funcionarios durante su Presidencia. O sea, como se dice, ahorra para celebrar por todo lo alto el centenario del nacimiento de este ser humano irrepetible y sorprendente. Me pidieron mi colaboración sobre el periplo Aracataca, Estocolmo, un honor que jamás imaginé.
Finalizo esta columna con un poema suyo -” El caminante…/ Otros dirán por mí quién quise ser/ Yo solo sé pedir que no lo fui/ Pero quiero explicarte/ quise ser el que entraba y salía de las horas casi siempre de paso/ el que cruzaba del éxtasis al vértigo y aquel que lo apuraba todo con delirio/.
El mismo que exprimía la vendimia/ el jubiloso, en fin… /agonizante cada vez que el terror sobrecogía un respiro, una flor, un elemento./ Otros dirán por mí./ Nunca lo supe…”. Belisario. Betancur, 1979.
Y esta reflexión final: “No sé en qué momento de la historia, de mi historia, tomé la decisión de que vale la pena vivir una existencia, de suyo efímero, en bien de unos propósitos y que debe tratarse siempre de unos propósitos, no que te engrandezcan personalmente, pero que engrandezcan personalmente ciertos amores existenciales tuyos”.