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Pegaso resultó gringo

Petro no ha podido superar el hecho de que Duque le haya ganado la competencia por la presidencia en 2018 y le toca reconocer que llegó al podio en 2022, en una carrera de segunda categoría..

19 de noviembre de 2024 Por: Eduardo Nates
Eduardo Nates
Eduardo Nates | Foto: El País

¡Qué hartera con esa peleadera de Petro por todo! Insoportable su resentimiento. El pobre Pegaso, que en la mitología griega era un lindo caballito alado que nació de la sangre de Medusa -una de las tres Gorgonas- tras ser decapitada por Perseo, ahora en Colombia se convierte en arma de alta peligrosidad política, con la que Petro, por enésima vez, quiere echarle a Duque la culpa de todo.

Pegasus es el nombre en latín de Pegaso. Y también así se ha denominado un software israelí de alta tecnología, utilizado como herramienta para interceptar comunicaciones, y que resulta especialmente útil para interferir operaciones de narcotráfico.

Pues en el año 2020, en ejercicio de acuerdos de seguridad, las autoridades y agencias de inteligencia americanas y colombianas, encargadas de perseguir a nivel nacional e internacional el tráfico de estupefacientes, pensaron que esa herramienta tecnológica podría ayudar considerablemente en esa lucha (que, francamente, sigue siendo inane) y decidieron adquirirla a la firma NSO Group y enviar el pago de 11 millones de dólares a Israel, con el sigilo propio de un asunto de estado, que asciende a niveles de seguridad nacional.

Como todo con Petro es impredecible (y no se sabe de qué lado está), en una actitud bastante lejana a la precaución del presidente de un país víctima del narcotráfico como el que más, nuestro inefable Gustavo Petro conoció y sacó a la luz pública el asunto de la compra del software, echando a rodar la tesis de que “Duque lo había adquirido para perseguir a la oposición” y de paso, intentando sacarse un clavo con la revista Semana, que, por fortuna, ha sido implacable en la publicación de los hechos de corrupción, de comportamientos indecentes y de carencia de escrúpulos que hoy inundan la Casa de Nariño y rodean a sus ocupantes actuales y su familia.

Cuando esa información, en boca del presidente, adquirió semejante nivel de chisme político, el gobierno norteamericano consideró necesario decir la verdad para despejar las calumnias que Petro endilgó a Duque y explicó en detalle como había sido el procedimiento de adquisición y la forma de pago, por demás sofisticada y secreta, dadas las características del asunto y con dineros suministrados por ellos. En aras de mayor claridad, para exonerar a Duque de cualquier responsabilidad, tuvieron que publicar los itinerarios de vuelo, fechas y horas y manera de llegar el producto adquirido y de enviar el pago, detalles que, en un gobierno serio y decente, respetuoso de la seguridad, no hubieran sido objeto de difusión; pero con la ‘escandola’ que armó Petro, les tocó asumir el costo de la imprudencia.

Petro no ha podido superar el hecho de que Duque le haya ganado la competencia por la presidencia en 2018 y le toca reconocer que llegó al podio en 2022, en una carrera de segunda categoría, ganándole a Rodolfo Hernández, después de haber acudido a los sucios e ilegales procedimientos de la campaña que hoy están en investigación y atendiendo los ‘sabios consejos’ de “correr la línea ética” unos metros (consecuencias que estamos pagando los colombianos limpios).

Menos mal que en la época en que se le perdió a Laurita Sarabia (el poder detrás del trono) esa maleta con una plata cuyo dueño sigue siendo un misterio, no era público el tema del arma secreta ‘Pegasus’. Si no, a la pobre Marelbys Mesa le hubiera tocado viajar no solo en las avionetas que la llevaron y trajeron de Venezuela con tulas llenas de billetes. También hubiera tenido que volar en ‘Alas de Pegasus’ y en compañía del inefable embajador de Colombia en la FAO, Armando Benedetti.

De todo este suceso, que más parece una fábula que una noticia, solo queda rogar a la santísima Trinidad, que ojalá, los 19 largos meses que faltan, transcurran sin “golpe blando” ni nada que se le parezca, pero sí, como una exhalación.

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