Columnistas
Las formas sí importan
Como la frase que invoca la dignidad de la mujer del César, no basta con serlo, sino que también hay que parecerlo. ¡Mucho más en un gobierno que se reclama del cambio!
No voy a hacer referencia aquí a si fue descortés o no que en su visita a España, en su noche de gala con los Reyes, el presidente Gustavo Petro no utilizara el vestido adecuado (frac), o que un poco antes en un saludo de protocolo en esa misma visita, la ministra Irene Vélez llegara en tenis, o si es un abuso que la vicepresidenta Francia Márquez fuera al África con su compañero sentimental.
Hay asuntos en el llamado ‘protocolo’ que como dice el dicho “vaya y venga” pues no tienen una mayor implicación o incluso pertenecen a eso que se llama el libre desarrollo de la personalidad, pero hay otros gestos y actitudes que sí denotan un talante o estilo que ojalá el gobierno se aplique a la tarea de corregir, porque las formas o las buenas maneras están ligadas a contenidos, mandan mensajes y expresan valores o apuestas ideológicas y políticas y por lo tanto, no son inocuas.
Me quiero referir a tan solo dos, de entre tantas situaciones. La primera es la ya reiterada costumbre del Presidente de llegar tarde a sus citas o encuentros previamente acordados, sin importar de que se trate de una parada militar junto a sus altos mandos, la posesión de miembros de las altas cortes, una reunión con empresarios extranjeros o su llegada, incluso, a una asamblea popular. Que el Presidente no madruga... esa ha sido una de las respuestas de sus más cercanos, pero entonces, ¿y por qué no se agenda en horarios distintos?
En esto no sobra expresar la preocupación de muchos por un gobernante que desde muy temprano no esté al frente de los destinos de la nación. Sea cual fuere el caso (incluso si es que se acuesta muy tarde, pasada la medianoche), cumplir las citas y hacerlo de manera puntual, siempre será lo conveniente, ¡y si es un presidente 24/7 mucho mejor!
El otro caso es el de la vicepresidenta Francia Márquez, destinataria de una inclemente campaña para criticarla y desacreditarla, en lo cual se mezclan legítimas observaciones de muchos, pero también mensajes que destilan de forma casi que abierta un profundo racismo. Para algunos, que una mujer, negra y de extracción popular sea la vicepresidenta no es algo aún fácil de aceptar.
Así que no me sumo a la mayoría de críticas a Francia Márquez salvo una muy puntual: la forma desobligante como respondió cuando le fueron señalados sus viajes en helicóptero a su casa en Dapa, muy cerca de Cali. Eso de “de malas, pueden llorar” no es de la dignidad del cargo que ostenta, no es la manera de relacionarse con la opinión pública (incluso los opositores) y no puede ser la actitud para responder a las críticas, sean estas justificadas o no.
Pero justo es decir que en las formas, este gobierno ha enviado también señales muy positivas, desde nombramientos como el de una líder Indígena Wayu en un alto cargo en la ONU, abrir la puertas del Palacio de Nariño para una cena de navidad con habitantes de calle, levantar las barreras de acceso a la Plaza de Armas, hasta ir a promulgar el nuevo Plan de Desarrollo 2023-2026 a un apartada región colombiana, para mencionar solo unos casos, entre muchos otros.
Pero no se trata de que unas sean de cal y otras de arena. Las formas sí importan y de qué manera. Como la frase que invoca la dignidad de la mujer del César, no basta con serlo, sino que también hay que parecerlo. ¡Mucho más en un gobierno que se reclama del cambio!