Columnistas
La guerra de las galaxias
¿Quiénes son los encargados de contratar a las personas que van en esos vehículos guerreando por conseguir los ‘clientes’ y cuáles son los hospitales y clínicas que se prestan a esas irregularidades?
Perdón me equivoqué, quise decir ‘la guerra de las ambulancias’.
Paso a relatar lo que me aconteció unos días atrás, bajaba yo en mi pichirilo por la avenida Belalcázar, tranquilo oyendo música, cuando siento el sonido de las sirenas de una ambulancia atrás (digo ‘sirenas’ porque suenan varias a la vez), miro por mi retrovisor y efectivamente venía detrás de otro carro que estaba atrás mío, cuando ¡qué sorpresa!, la ambulancia decidió pasarnos a los dos en una curva a alta velocidad, afortunadamente no venía ningún vehículo por el sentido contrario, pasó y nos dejó asustados.
Pero el cuento no termina allí, después oigo las sirenas de una segunda ambulancia que también pasa a toda velocidad, se trepa por el andén, casi se estrella con un poste y sigue en esa guerra por recoger al accidentado más adelante, porque la primera que llega se lleva el ‘premio’, ve perdón, el ‘paciente’ a la clínica que mejor pague por ese ‘cliente’, no importa si está al otro lado de la ciudad. Muchas veces uno duda si de verdad debe dejar pasar a las ambulancias porque han perdido credibilidad y se especula que también son usadas para transporte privado y servicio rápidos a personas que tengan afán.
Me pregunto si es necesario esa bullaranga que hacen las sirenas a todo volumen, o no será que al contrario eso es contraproducente para el ‘paciente’ que llevan adentro, ¡qué estrés! Entiendo que todo nació con la idea de salvar vidas, pero lo que no entiendo es por qué ese servicio se volvió uno de los tantos negocios de la salud, cuando eso debería ser gratuito y ese servicio les corresponde a los entes de salud como parte de los derechos que todos tenemos a un servicio digno y gratuito.
Pienso, como una reflexión, por qué no darles esa responsabilidad total a los bomberos y que el gobierno lo financie, a ellos uno no duda en dejarlos pasar. ¿Por qué no existe un ente regulador que tenga la responsabilidad para que ese servicio sea prestado de manera eficiente, responsable y salvador de vidas? ¿Cómo hacer que los vehículos que se usen tengan las adecuaciones pertinentes y no como unos que se ven que parece unas chatarras andantes?
¿Quiénes son los encargados de contratar a las personas que van en esos vehículos guerreando por conseguir los ‘clientes’ y cuáles son los hospitales y clínicas que se prestan a esas irregularidades?
Yo insisto que la salud, como la entendemos, y especialmente desde el punto de vista que se tiene, que debe ser una actividad rentable y un negocio para los inversionistas, debería verse desde un punto de vista distinto, un punto de vista más humano y no con fines lucrativos. Hago un llamado y una plegaria a las instituciones prestatarias de salud a que no se presten a pagar comisiones e incentivos para que las ambulancias les lleven a los ‘clientes’. Sean más humanas y no solo negociantes de la salud.
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