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La actitud

Quienes creen que pueden mejorar con esfuerzo y aprendizaje enfrentan los retos con más resiliencia.

18 de marzo de 2025 Por: Daniel López
Daniel López
Daniel López, gerente de sostenibilidad del Banco de Occidente. Foto suministrada por la empresa. | Foto: El país

En los momentos más difíciles de la vida, cuando la incertidumbre y el miedo parecen imponerse, la actitud se convierte en nuestra mejor aliada. No se trata de un simple optimismo ingenuo, sino de una herramienta poderosa respaldada por la ciencia.

La psicóloga Carol Dweck, de la Universidad de Stanford, desarrolló el concepto de ‘mentalidad de crecimiento’, según el cual quienes creen que pueden mejorar con esfuerzo y aprendizaje enfrentan los retos con más resiliencia. Sus estudios han mostrado que los estudiantes con esta mentalidad logran mejores resultados académicos, y en el ámbito laboral, los profesionales con esta actitud progresan más rápido en sus carreras.

Pero la influencia de la actitud va más allá del desarrollo personal. En el mundo empresarial, la actitud es lo que distingue a los líderes que navegan crisis con visión y creatividad. Empresas que han superado momentos económicos difíciles han contado con líderes que, en lugar de paralizarse ante la incertidumbre, han optado por reinventarse y buscar soluciones innovadoras. Durante la pandemia, muchas compañías adaptaron sus modelos de negocio a la digitalización y lograron no solo sobrevivir, sino salir fortalecidas. Jim Collins, en su libro Good to Great, analizó casos de empresas que lograron un crecimiento sostenible y concluyó que aquellas con una cultura basada en la resiliencia y el aprendizaje continuo fueron las que mejor soportaron las crisis.

La relación entre actitud y salud también ha sido ampliamente estudiada. Investigaciones de la Universidad de Harvard han demostrado que el optimismo está directamente relacionado con una mayor longevidad y mejor salud cardiovascular. Un estudio con más de 70.000 mujeres encontró que aquellas con una actitud más positiva tenían un 30 % menos de riesgo de morir por enfermedades graves. La explicación radica en que el optimismo ayuda a reducir el estrés crónico, que es uno de los principales factores que debilitan el sistema inmunológico y afectan la salud en general.

Afortunadamente, la actitud no es un rasgo con el que se cuenta o no, sino algo que se puede entrenar. La neuroplasticidad nos permite modificar la forma en que pensamos y reaccionamos ante la adversidad. Estrategias como la reestructuración cognitiva, la práctica de la gratitud, la visualización positiva y el mindfulness han demostrado ser efectivas para fortalecer la resiliencia mental. Además, la exposición gradual a situaciones difíciles nos ayuda a desarrollar una mayor tolerancia al estrés.

Ejemplos de esta capacidad de adaptación los vemos en múltiples ámbitos. Atletas de élite como Michael Jordan han convertido los fracasos en oportunidades de mejora, mientras que Nick Vujicic usó su optimismo y sentido del humor para sobreponerse a su condición, convirtiéndose en un orador motivacional de impacto global.

No podemos controlar todo lo que ocurre a nuestro alrededor, pero sí podemos decidir cómo reaccionamos. Y en esa decisión, la actitud marca la diferencia entre hundirnos ante la adversidad o salir fortalecidos de ella. La clave está en entrenar nuestro cerebro para que, cuando lleguen los tiempos difíciles, estemos listos para actuar.

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