Columnistas
Sin más déjà vu’s
En Cali, la polarización no puede seguir marcando el rumbo de la ciudad, Cali debe estar por encima de intereses individuales, cálculos electorales y disputas ideológicas.
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27 de dic de 2025, 02:56 a. m.
Actualizado el 27 de dic de 2025, 02:56 a. m.
A pocos días de 2026, entramos en tiempo de balances personales y colectivos en el que trazamos mapas de ruta y propósitos para lo que viene. Sin embargo, hay una sensación que no deberíamos permitirnos arrastrar al 2026: la de estar viviendo un déjà vu como territorio y como país.
En Cali, la polarización no puede seguir marcando el rumbo de la ciudad, Cali debe estar por encima de intereses individuales, cálculos electorales y disputas ideológicas. Tampoco podemos resignarnos a la violencia. Colombia merece vivir sin miedo. La seguridad no es un eslogan ni una bandera partidista: es una condición básica para la vida.
En este contexto, las obras financiadas con el empréstito se convertirán en obras para la gente y la competitividad. Por eso corresponde respaldar la ejecución de los proyectos. A Cali no le sirven los bloqueos que llevan al colapso la ciudad, las causas demandan diálogo y capacidad propositiva, no el bloqueo de la ciudad en reiteradas ocasiones.
En el Valle del Cauca, romper el déjà vu es una urgencia. El Pacífico colombiano no puede seguir atrapado en la pobreza estructural mientras el país mira hacia otro lado. El desarrollo del Pacífico no es caridad; es una decisión estratégica de país y una deuda histórica que debe saldarse.
Lo mismo ocurre con la competitividad regional. Defender al sector cañicultor afectado por distintas formas de violencia, uno de los sectores y clúster más importante del país no es defender intereses particulares, sino proteger el tejido productivo del departamento.
De cara a quienes aspiren a representar al Valle del Cauca en el Congreso tienen una responsabilidad histórica. No basta con pedir votos ni amplificar discursos en redes. Se necesita una bancada cohesionada, técnica y comprometida con proyectos concretos, capaz de actuar como bloque y de defender los intereses del territorio.
A nivel nacional, el país requiere menos retórica y promesas grandilocuentes y más ejecución; menos consignas y más políticas públicas realizables, medibles y sostenibles.
También es momento de mirar a América Latina. Los regímenes autoritarios que persisten en la región no representan modelos alternativos de desarrollo, sino advertencias claras de lo que ocurre cuando se eliminan libertades y se normaliza el poder sin límites. Reconocerlo no es ideológico; es un acto de responsabilidad democrática.
En el escenario internacional, el mundo tampoco puede acostumbrarse a la guerra. La destrucción y la muerte no pueden convertirse en paisaje. La indiferencia, incluso desde la distancia, siempre tiene costos humanos.
En estos días de cierre de año, cuando muchos nos comemos las doce uvas y formulamos deseos, vale la pena detenernos en uno esencial: que no sigamos viviendo los mismos déjà vu’s como país. Pero ese deseo no puede quedarse en un ritual. Tiene que traducirse en decisiones, en votos conscientes, en participación informada, en rechazo a la violencia y en la defensa de lo público. El cambio no es solo una promesa electoral; es una responsabilidad colectiva y cotidiana.
Que 2026 sea el año en que estos déjà vu’s queden en el pasado y que pasemos de la resignación al compromiso y del deseo al trabajo colectivo. El mayor riesgo para Cali, para el Valle del Cauca y para Colombia es conformarnos una vez más con vivir el mismo déjà vu, de manera que, deseo que el 2026 sea un año de grandes comienzos, cambios y éxitos para Colombia.

Gerente de la Corporación para la Recreación Popular, CRP.
6024455000






