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Jugar al deporte

Unos costos muy altos estos de la frustración colectiva de los niños y la violencia que propicia en graderías, en los barrios, en los colegios, e incluso al interior de las familias...

Silvio López
Silvio López | Foto: El País

19 de jul de 2025, 03:14 a. m.

Actualizado el 19 de jul de 2025, 03:14 a. m.

Permítanme explicar superficialmente la diferencia de los conceptos ‘deporte’ y ‘juego’ para justificar el título. El deporte se circunscribe más a unas reglas determinadas, y el juego no necesariamente requiere una preparación anticipada y el elemento competitivo es mucho menor. El deporte es más rígido (reglado), el juego es más flexible.

Esta pequeñísima introducción para ilustrarles acerca de la forma en como la mayoría de los países abordan el deporte en la niñez, y como algunos otros, Noruega y algunos de sus vecinos nórdicos, rompen paradigmas y establecen visiones diferentes o más bien retoman visiones que solíamos tener en nuestras comunidades cuando en nuestros hogares y colegios se fomentaba el juego y la diversión.

La visión en el presente del deporte en la niñez es la del fomento de la competencia, la detección de talentos a la más temprana edad posible, la vinculación a un club deportivo que pueda ‘explotar’ esas cualidades del infante, una beca temprana, gran presión por los resultados, equipos de niños que compiten local, departamental o nacionalmente, padres ansiosos que se pelean en las graderías, maltratan a los hijos y pugnan con los entrenadores y jueces, animosidad permanente en el sistema y gran frustración sobre todo en los niños, muchos de los cuales desertan sin querer volver a saber nada del deporte, lo que obviamente contribuye al sedentarismo.

El precio de la excelencia, dirá alguien. Los más fuertes son los que prevalecen, algún otro. Para mí, unos costos muy altos estos de la frustración colectiva de los niños y la violencia que propicia en graderías, en los barrios, en los colegios, e incluso al interior de las familias que discuten por esta dinámica deportiva que debería ser la alegría de los hogares y las comunidades (¿qué tal el comportamiento en las graderías o exteriores de los estadios de fútbol?).

En Noruega, con un poco más de 5 millones de habitantes, más del 93 % de sus niños crecen practicando deportes organizados, los equipos ‘competitivos’ solo se forman en la adolescencia, se promueve intensamente que los niños descubran por sí mismos sus cuerpos y sus habilidades durante su niñez, en los deportes que ellos mismos elijan según sus intereses; se promueven entornos seguros para la práctica del deporte y que estas actividades fomenten ante toda la amistad, los niños participan directamente en la planeación y ejecución de sus actividades deportivas. Ellos mismos deciden cuánto quieren practicar y si quieren participar en partidos o solo entrenar. Si pertenecen a un club, pueden renunciar y pasarse al que quieran sin penalizaciones o similares. Están prohibidos los campeonatos nacionales antes de los 13 años, así como los campeonatos regionales antes de los 11 años y ni siquiera se permite la publicación de resultados o clasificaciones. Se promueve la competición, pero no a expensas del desarrollo ni de la visión noruega: «El disfrute del deporte para todos».

¿Resultados? Ante todo, una comunidad saludable y feliz; y en lo competitivo, los atletas noruegos se encuentran entre los mejores en una gran variedad de disciplinas y su participación en el medallero de los olímpicos de invierno y verano es muy destacada.

Una visión del deporte que se debe volver ley.

Administrador de empresas, especialista en Mercadeo de la Icesi, trabajó como Presidente del Comité Permanente del Deporte de la Cámara de Comercio de Cali, ex Secretario del Deporte y la Recreación de Cali, fundador de Juancho Correlón, empresario.

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