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Imaginación más inteligencia
Al lado de los principales beneficios que puede brindar la inteligencia artificial respecto al urbanismo, paisajismo y arquitectura de las ciudades, (...) está el peligro de la información falsa...

19 de jun de 2025, 02:54 a. m.
Actualizado el 19 de jun de 2025, 02:55 a. m.
Tal como ya lo advirtió Yuval Noah Harari, refiriéndose a la IA: “Las decisiones que tomemos en los próximos años determinarán si convocar a esta inteligencia ajena ha sido un error terminal o el inicio de un nuevo y esperanzador capítulo en la evolución de la vida” (Nexus, 2024, p. 467). A su vez, pregunta inteligentemente Moisés Wasserman: ¿Y de la imaginación natural qué? (El Tiempo, 06/06/2025) y la respuesta que se le podría dar es que detrás de las ciencias y las artes no solo está la inteligencia sino igualmente la imaginación, de la que carece la inteligencia artificial, IA, tal como él lo dice, por lo que esta solo puede ayudarlas, y mucho, pero no resolverlas.
En el caso de las ciudades es claro que su urbanismo, paisajismo y arquitectura se deben tanto a la técnica como al arte, aunque en diferentes proporciones según cada caso concreto, y ahí está el quid de cada una de esas tres profesiones: su esencia, sus puntos más importantes y el porqué de estos; y cómo vincularlas inteligente y creativamente entre ellas en beneficio de la ciudad y de sus habitantes. Por eso, y primero que todo, sus encargados deben tener suficientes conocimientos de las otras dos profesiones para que las puedan incorporar y saber entonces cuándo recurrir a los profesionales de cada una de ellas; es decir, polímatas que poseen conocimientos que abarcan esas otras disciplinas.
En la planificación y desarrollo de las ciudades, la organización de sus edificios y espacios públicos, y la distribución de su población -su urbanismo- prevalece lo inteligente y ya experimentado, pero la imaginación es imprescindible para resolver nuevos problemas o encontrar nuevas posibilidades. En lo relacionado con la estética de sus paisajes naturales, en su interior o en sus alrededores, y su diseño y ejecución -su paisajismo- primero es la imaginación y después el conocimiento, pero con inteligencia para poder realizarlo adecuadamente. Y en el proyecto de sus edificaciones -su arquitectura- siempre están presentes la experiencia, el conocimiento, lo inteligente y lo imaginativo, dependiendo de cada caso.
Es claro que la ayuda de la inteligencia artificial junto con la experiencia y el conocimiento, sumado a lo inteligente y lo imaginativo de los profesionales del urbanismo, paisajismo y arquitectura, que hay que verlos como un arte y una técnica, por lo que es indispensable qué significan estos en cada uno. Como informa Moisés Wasserman, es pertinente considerar que al lado de los principales beneficios que puede brindar la inteligencia artificial respecto al urbanismo, paisajismo y arquitectura de las ciudades, como lo es el acceso a la educación sobre ellos y la facilitación del trabajo, está el peligro de la información falsa, a lo que hay que sumar su engaño cuando se la usa para tratar de suplantar a la imaginación.
En resumidas cuentas, se trata del buen uso de la inteligencia artificial respecto a la planificación de las ciudades, lo que implica agregarle a la IA la imaginación natural, IN, de los profesionales responsables de la misma, y su inteligente control sobre lo que se está resolviendo, o creando, para su mejor urbanismo, paisajismo y arquitectura, en tanto que son artes y técnicas. Lo que por lo demás ya es del todo inevitable, ya que la inteligencia artificial es la base del auge de una ola tecnológica inminente, como se señala en el prólogo de La ola que viene, 2023, de Mustafa Suleyman y Michael Bhaskar… escrito por una inteligencia artificial.
Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle. Ha sido docente en Cali en Univalle, la San Buenaventura y la Javeriana, y en el Taller Internacional de Cartagena, de los Andes, y continua siéndolo en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en El País desde 1998.