Columnista
Homenaje a ‘la eximia’
Gloria Castro, es y será siempre un referente en la historia de Cali y de Colombia. No solo en lo que aportó al desarrollo cultural, sino en las lecciones de dignidad que nos legó.
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4 de nov de 2025, 01:32 a. m.
Actualizado el 4 de nov de 2025, 01:32 a. m.
Del latín ‘eximia’ que significa excepcional o extraordinario.
Mi amigo - hermano Carlos Ordóñez Caicedo la llamaba así. Él también dejó su impronta en este Valle del olvido, a través de sus libros de cocina, El Gran libro de la Cocina Colombiana, La Cocina Vallecaucana y sus restaurantes Fulanitos. Anticuarios en Nueva York y bailarín en México. Una vida intensa, variada y siempre su común denominador fue la amistad sagrada. Los que tuvimos la oportunidad de conocerlo jamás lo vamos a olvidar, caballero de fina estampa y corazón gigante.
Llamaba la eximia a Gloria Castro, bailarina y fundadora de Incolballet, la primera institución en Colombia que unía la educación con la formación en esta disciplina rigurosa y difícil. Una pionera, lo dio todo. Le entrego su vida y su sabiduría.
Alumna de Brinatti en el Conservatorio de Bellas artes, un salón enorme lleno de espejos y barras. Tuvimos eso en común, con la pequeña diferencia de que, mientras ella se elongaba en sus grand jetes, e interpretaba la Muerte del Cisne con elegancia etérea, yo daba saltos de rana y bailaba el Desmayo del Pato…
Gloria triunfó como bailarina en escenarios internacionales y yo me dediqué a leer. Brinatti la convenció de regresar a Cali y crear Incolballet, así esa semilla fue convirtiéndose en árbol frondoso, vertical. Logró traer famosos directores rusos y cubanos y muchos de sus discípulos aún triunfan en el exterior.
Recuerdo cuando inauguró Barrio Ballet. Éxito sin precedentes, recorrió el país entero, giras siempre de ‘no hay billetes’. Instantes grabados en la retina para siempre. Otras de sus obras más reconocidas fueron La Niña de los Fósforos, Danza Circular, Pedro y el Lobo y La Bayadera.
La eximia no la tuvo fácil, su sendero no estuvo cubierto de rosas, sino de espinas envenenadas. Cali puede llegar a ser la ciudad más antropófaga o caníbal del este país. La tildaron de comunista, de dictadora, inventaron mentiras sobre su academia, le mermaban presupuesto, pero ella, Gloria, la eximia, seguía adelante con el timonel firme en medio de oscuras tormentas…
Hasta que la maldad triunfó, y el buenazo de Ubeimar Delgado, gobernador encargado en ese entonces, cumpliendo la ley de edad con el Director de la CVC, se vio obligado a aplicársela a Gloria contra su voluntad, por ser Incolballet una entidad mixta. Mejor dicho, lo obligaron oscuras presiones a botarla como a un perro. Quien recuerde bien los hechos recordará a quienes estuvieron detrás de este tenebroso telón.
Un golpe bajo para una mujer extraordinaria, de una altura cultural y dignidad superiores, víctima de la envidia carroñera de este pueblo que pretende ser ciudad.
Gloria siguió adelante. Continúa con el Festival Internacional de Ballet, en el que participan, entre otros países, Argentina, Cuba, España, Alemania, Italia, Holanda y Gran Bretaña.
Todos los premios imaginables: Simón Bolívar, La Cruz de Boyacá, Orden del Mérito Vallecaucano, las Llaves de la Ciudad. La apodan La Dama del Ballet.
Su libro ‘Nadie me quita lo Bailado’ no lo he leído porque el dolor en los juanetes me ha impedido recorrer la Feria del Libro, así de elemental y hasta ordinario, pero no quiero mentir. Escuche el reportaje para este diario, elegante, discreta como siempre fue y seguirá siendo. Me fijé en sus manos, aunque no las movía, sino que las apoyaba en su regazo. Se notaba que eran manos de bailarina, elegancia física y espiritual, carácter firme, inteligencia brillante, cultura universal.
La eximia, Gloria Castro, es y será siempre un referente en la historia de Cali y de Colombia. No solo en lo que aportó al desarrollo cultural, sino en las lecciones de dignidad que nos legó.
La quiero, la respeto, me constan sus luchas, sus tristezas, le envidio sus manos (mis dedos han cogido un camino diferente cada uno), triunfos como bailarina (jamás llegué al grand plié porque me quedaba abajo sin poder levantarme).
En fin, caminos muy diferentes, pero una amistad verdadera. ¡Eso sí, a mí tampoco me quitan lo bailado, a mi manera!

Periodista. Directora de Colcultura y autora de dos libros. Escribe para El País desde 1964 no sólo como columnista, también es colaboradora esporádica con reportajes, crónicas.
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