Columnistas

Un año que se va

Ya nadie se puede esconder de nadie. En minutos, radares, drones, satélites nos encuentran, así sea debajo de un matorral.

GoogleSiga a EL PAÍS en Google Discover y no se pierda las últimas noticias

Aura Lucía Mera
Aura Lucía Mera | Foto: El País.

30 de dic de 2025, 02:54 a. m.

Actualizado el 30 de dic de 2025, 02:54 a. m.

Cuántos se han ido. Y como dice el poeta: “vanos son los fantasmas del futuro si el momento presente está seguro”. El tiempo es tan relativo que si nadie hubiera inventado el calendario, los rituales, las fechas sagradas, unas para divertirse, otras para arrepentirse, otras para estudiar, otras para vacacionar, la vida desde que nacemos hasta que morimos, a la edad que sea, pues sería una sucesión de instantes, siempre nuevos, diferentes, sorpresivos.

Pero todo está regulado, pre infancia, infancia, niñez, juventud adolescencia, adultez, adulto joven, adulto mayor, adulto anciano, gente rotulada y predestinada a comportarse de acuerdo a ‘las leyes’ inventadas por la sociedad de consumo, las tecnologías, las farmacéuticas, la economía y la política.

Todos encajonados… A la hora de la verdad, nadie es libre de hacer lo que realmente le da la real gana, menos con los algoritmos que conocen qué queremos, dónde estamos, qué películas vemos, cuáles son las aficiones.

Ya nadie se puede esconder de nadie. En minutos, radares, drones, satélites nos encuentran, así sea debajo de un matorral. Ni en la Patagonia ni en medio de un iglú con un oso polar, por toda compañía, estaremos a salvo.

Netflix conoce qué películas me gustan; Instagram, aunque me odie, solo me deja ver reels de toros, ni por asomo un nieto (juaaa, a menos que esté vestido de luces); el famoso navegador Waze nos obliga a tomar las calles más insospechadas y extrañas, muchas veces zonas de tolerancia o callejones fantasmagóricos para conducirnos ‘sabiamente’ al sitio que queremos llegar gastando el doble en gasolina o en tiempo. Nadie se atreve a conducir sin él. Antes nadie se perdía los avisos o las preguntas a lugareños siempre nos llevaban al destino. Recuerdo un día, un hijo conduciendo camino a Sevilla (España), él siguió directo a pesar del anuncio gigante con flecha y todo que señalaba el camino porque Waze lo impidió… Sobra decir, el ataque de peste de rabia que sufrí.

Acabo de leer que en Uruguay, a grupos de mujeres de 60 años las quieren poner a vivir en casas comunitarias para que se acompañen. En China les salió caro el experimento del hijo único, preferiblemente varón; están un poco jodidos: más hombres que mujeres, mujeres con las trompas ligadas y pocos nacimientos. Europa envejece en picada, será gobernada por las mascotas que son las que abundan (ya el humano se convirtió en esclavo del perro, lo tiene que sacar, recogerle la caca, meterla en una bolsita, no puede dejarlo solo), pues ahora que nos gobiernen ellos, tienen mejor olfato y no conocen de corrupción.

Dejo estas divagaciones sin pies ni cabeza como regalo de fin de año. “El año que viene, vuelvo”, como dice la canción…

***

PD. Ojalá mañana 31 no se multipliquen los quemados con pólvora. En muchas ocasiones he visitado el pabellón de quemados del Hospital Universitario. Una visión desgarradora. No debería suceder.

***

PD2. Insistiré en hacer lo que me da la gana a pesar del espionaje continuo, el algoritmo y otras yerbas… Los libros y la imaginación son todavía intocables, así como la forma en que escojo mis pensamientos. ¡Prendamos motores para el 2026!

Periodista. Directora de Colcultura y autora de dos libros. Escribe para El País desde 1964 no sólo como columnista, también es colaboradora esporádica con reportajes, crónicas.

Regístrate gratis al boletín de noticias El País

Descarga la APP ElPaís.com.co:
Semana Noticias Google PlaySemana Noticias Apple Store

AHORA EN Columnistas