Columnistas

Hannah Arendt, el desierto y los oasis

El desierto se impone porque representa y contiene la muerte de Dios. En el desierto no hay caminos, y, sin embargo, nadie se pierde porque tampoco hay destino.

GoogleSiga a EL PAÍS en Google Discover y no se pierda las últimas noticias

Vicente Durán Casas
Vicente Durán Casas | Foto: El País

22 de dic de 2025, 01:19 a. m.

Actualizado el 22 de dic de 2025, 01:19 a. m.

El desierto ha sido utilizado como una metáfora viva (Ricoeur) para intentar comprender algunas de las insondables realidades del ser humano. En la experiencia fundante del judaísmo, por ejemplo, el desierto juega un papel fundamental: donde no hay agua no hay vida y el sufrimiento y la muerte amenazan a todos, y allí, precisamente allí, el pueblo judío comprendió que Dios lo conducía a una tierra fértil y fecunda en la que mana leche y miel. Por el contrario, para Nietzsche el desierto era la metáfora del nihilismo y la desolación. El desierto se impone porque representa y contiene la muerte de Dios. En el desierto no hay caminos, y, sin embargo, nadie se pierde porque tampoco hay destino.

En esta columna quiero comentar un texto de Sergio Quintero Martín titulado La metáfora del desierto en Hannah Arendt (Revista Laguna 48, 2021). La filósofa alemana, que se vio forzada a huir de la Alemania nazi y falleció hace cincuenta años en Nueva York, también utilizó el desierto como una metáfora de la vida humana, más en concreto, de la política. A diferencia de Nietzsche, ella no pensaba que el desierto fuera lo más constitutivo de la naturaleza humana, el desierto no habita, no conquista ni controla el interior de cada ser humano, pero sí las relaciones entre las personas, allí radica su fuerza. La política, cuando pierde su sentido original como búsqueda compartida de lo que conviene a la Polis y sus habitantes, se convierte en partera y cuna de ese desierto que ella conoció de cerca y denunció en esa gran obra titulada Los orígenes del totalitarismo.

Para Arendt, sin embargo, el desierto no solo contiene espejismos, en él también hay verdaderos oasis. Y es aquí donde la metáfora adquiere vida propia y le allana el camino a la esperanza. El mayor de los espejismos quizás consista en asumir, con Nietzsche, que el mundo siempre ha sido y nunca dejará de ser un desierto, no percatarse de que, retomando la tradición judía tan presente en el pensamiento de Arendt, el hecho de tener que atravesar el desierto no nos convierte en sus habitantes naturales.

En palabras de Arendt, citadas por Quintero Martín, “Los oasis no son meros lugares de ‘relax’ sino las fuentes dispensadoras de vida que nos permiten vivir en el desierto sin reconciliarnos con él”. El desierto siempre es inhóspito, solo organismos extremófilos viven a gusto en él. El desierto no es nuestro lugar natural, ni tiene por qué naturalizarse en nuestras relaciones políticas, como si no pudiéramos vivir o relacionarse políticamente de otras formas.

Los oasis representan la contención del desierto, señalan sus límites, y por eso son tan importantes, son esas dimensiones de la vida que, como el amor, no son controladas por la política. Mientras que la psicología moderna, según Arendt, es la disciplina que permite ajustar la vida humana al desierto, el oasis lo contiene en espacios a donde este no puede penetrar. De allí la importancia de cuidar y cultivar esos oasis, espacios de pensamiento, de comunidad, creatividad y de acción y resistencia a la fuerza del desierto que pretende conquistar nuestro interior.

Vamos, de nuevo, a celebrar la Navidad en medio de un mundo amenazado por muchos desiertos. Espiritualidad y religión pueden ser verdaderos oasis de resistencia al desierto, pero también pueden convertirse en trampas psicológicas para ajustarnos a él. El hecho es que el oasis está ahí, en la humildad del pesebre, en un recién nacido pobre y frágil en el que habita Dios en toda su plenitud. Feliz Navidad, feliz sumergirse en el oasis que todos necesitamos.

Rector Universidad Javeriana Cali

Regístrate gratis al boletín de noticias El País

Descarga la APP ElPaís.com.co:
Semana Noticias Google PlaySemana Noticias Apple Store

AHORA EN Columnistas