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Grande es el delirio

Él se siente de estirpe e igualdad con Fidel Castro y grande es su delirio.

27 de septiembre de 2024 Por: Armando Barona Mesa
Armando Barona Mesa

Este hombre gasta dinero. Le gusta hacerlo. Y por supuesto, ese gusto es costoso como lo son sus zapatos y relojes. Y aunque es desgarbado, sus sacos y bluyines rotos –a la insoportable moda actual- también lo son. Ah, además, le gusta viajar y conoce restaurantes italianos y franceses de alta gama, donde aprecia mucho estar bajo la incógnita de sus escapes frecuentes. Y aunque lo niega contra pruebas evidentes, también ama a las mujeres trans -remember Panamá-, desasistido de su numerosa escolta de corte internacional. Naturalmente, todo esto cuesta y es caro.

Es casi que obligado retrotraer la memoria al viaje que se dio en plena campaña presidencial a Italia y a los altos círculos gustosamente por él frecuentados. Pero dejó todas las instrucciones para que aquí sus seguidores marxistas adelantaran, como lo hicieron, el movimiento que él mismo llamó el ‘estallido social’. Por cierto, en aquella Italia aristocrática aquella vez, lo pringó el covid, plaga que andaba suelta, como él mismo lo dio a conocer entonces. ¿Alguno ignora hasta aquí de quién se trata? Lo dudo.

Mas es preciso anotar que todo ese dinero del gasto millonario y el que le alumbra en sus noches voluptuosas, ha salido del erario público -no ha tenido ninguna otra fuente de entradas conocidas-, no obstante, su cantaleta en la que, como en el discurso de Marco Antonio Bruto, se jura el más puro perseguidor de la corrupción. Además, su casa privada vale más de diez mil millones de pesos.

Claro que cuando se cree que no se puede llegar más lejos en ese grave discurrir delictivo, por Dios, bajo los controles y nombramientos directos del personaje en cuestión que usted amable lector conoce, nunca se vio desfachatez igual en el latrocinio de dineros públicos como en esta época malhadada.

Se palpa en la Ungrd, donde no solo han robado en los carrotanques y en Caregato, sino que también lo han hecho en la adquisición de tierras para la reforma agraria. Y -lo más infame de toda esta borrasca-, se han comprado conciencias de parlamentarios de ambas cámaras. Pruebas al canto, aunque la justicia no se mueva sino al ritmo de la tortuga.

Esta es una realidad asqueante, como lo es toda la desfachatez de ese personaje cuyo nombre usted, amable lector, ya conoce desde el comienzo. Hábil de palabra, astuto, ambicioso, cargado de odio contra las clases productoras y contra quien le ha ganado las elecciones. Piensa que aquí no más, en menos de dos años, no puede terminar su gestión, que proyecta al tiempo como cualquier Maduro.

Él se siente de estirpe e igualdad con Fidel Castro y grande es su delirio. Desde luego que el adoctrinamiento -del personaje- fue con prueba de cárcel y lecturas doctrinarias, que le han dejado la sensación primaria de que el primer paso se encuentra en el odio de clase; y que, dándose sahumerio así mismo, como lo ha hecho en el discurso rutinario de las Naciones Unidas de hace pocos días, debía proyectar sus ínfulas de gran líder a las fuerzas democráticas a las que él atribuye su poder.

Empero, siendo tan impactante lo anterior expuesto, todavía se encuentra un delito mayor que los anteriores, que ocurrió en la recolección de fondos para la campaña, que ocultaron habilidosamente para que el hijo del personaje tomara alientos dinerarios, como él mismo lo confesó, y ocultaran ingresos que disimularon con otras actividades y que ahora quieren ocultar y desvanecer con un proyecto de ley que han llamado la Reforma Política. ¡Insólito e insoportable!

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