Columnista

El buen juicio

Tiene que ver con todo lo que nos pasa en la vida y es determinante en el camino que toma cada persona.

Carlos E. Climent
Carlos E. Climent | Foto: El País

22 de jun de 2025, 01:30 a. m.

Actualizado el 22 de jun de 2025, 01:30 a. m.

El buen juicio se define como la capacidad de tomar decisiones acertadas y razonables basadas en la reflexión, la experiencia y el análisis de las posibles consecuencias. Es uno de los atributos del yo más útiles para manejar, o eludir, con éxito las pequeñas y grandes dificultades de la cotidianidad. Incluye evaluar las opciones disponibles, prever posibles resultados, y elegir el curso de acción más adecuado, considerando tanto el bienestar propio como el de los demás.

El buen juicio no es fácil de calificar, pues requiere de una observación cuidadosa de las conductas, acciones, reacciones y decisiones de las personas en diferentes circunstancias y a lo largo del tiempo. En el caso de los profesionales del comportamiento, que se supone que estamos en capacidad de precisarlo, tampoco es fácil porque a falta de un test psicológico que lo mida dependemos de un insumo fundamental: una historia fidedigna.

Esa contribución la debe hacer no solamente quien está siendo evaluado, sino los informantes (que deben ser idóneos e imparciales), que conocen muy bien a la persona y sus circunstancias y que tienen la libertad para hacer una evaluación objetiva de sus actos.

El buen juicio tiene que ver con todo lo que nos pasa en la vida y es determinante en el camino que toma cada persona. Entre muchas otras circunstancias tiene mucho peso en la aceptación o rechazo de ofertas. También modela conductas, define preferencias, elige amistades, socios, negocios y parejas. La inmensa mayoría de los problemas graves en los que la gente termina cayendo, así como los fracasos en las relaciones de pareja, ocurren por malas decisiones.

El buen juicio es un atributo fundamental de la condición humana, indispensable para lograr una vida con el menor número de sorpresas desagradables, pues lleva a las personas a tomar decisiones prudentes en todos los campos y en todas las instancias. Tal atributo tiene componentes muy variados:

*Pensamiento crítico, que consiste en evaluar objetivamente una situación y analizarla desde diferentes perspectivas.

*Equilibrio, que ayuda a mantener la calma y no actuar impulsiva ni emocionalmente en la toma de las decisiones.

*Reflexión, para considerar el impacto de sus comportamientos sobre sí mismo y sobre los demás.

*Integridad, para actuar de acuerdo a los valores fundamentales en todas las circunstancias.

*Flexibilidad, para ajustar las decisiones cuando la situación cambia o se recibe nueva información.

*Permite cortar de un tajo circunstancias inconvenientes, riesgosas o generadoras de conflicto. Es decir, pone límites.

*Un buen juicio torna a la persona más realista, de un carácter más firme, más escéptico, al tiempo que la hace más amable y generosa. Es la base del principio de realidad.

*Muchas veces en la base de una estafa, un mal negocio, una relación fallida, una quiebra escandalosa, un accidente grave o una tragedia, lo que hay, más que “mala suerte”, es un ignorar lo fundamental por atender la fachada, un desliz, un mirar de soslayo cuando se ha debido mirar de frente con atención plena. En suma, una falla en la evaluación de la realidad o sea la ausencia de un buen juicio.

Carlos E. Climent es médico de la Universidad del Valle y psiquiatra de la Universidad de Harvard. Durante30 años trabajó en el Departamento de Psiquiatría de la Universidad del Valle, y durante 20 se desempeñó como miembro del Panel de Expertos en Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud.

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