Columnista
Educación y desarrollo
Con todos estos avances en materia educativa, cultural y científica en las diferentes regiones de Colombia, se han ido creando progresivamente las bases del conocimiento...
Siga a EL PAÍS en Google Discover y no se pierda las últimas noticias


4 de nov de 2025, 01:30 a. m.
Actualizado el 4 de nov de 2025, 01:30 a. m.
En Colombia, durante los últimos cincuenta años, a pesar de dificultades como la corrupción y la politiquería, hemos venido obteniendo avances en materia educativa y cultural, los cuales han sido fundamentales para lograr un desarrollo económico, social y ambiental en cada uno de los departamentos y municipios del país.
Hoy, afortunadamente, y a pesar de las políticas centralistas que han predominado en Colombia, podemos afirmar que existen más recursos públicos destinados a la educación preescolar, así como a los niveles de primaria, secundaria, tecnológica y universitaria, en la mayoría de los departamentos y municipios. Esa mayor inversión incluye programas alimentarios, sanitarios, culturales y deportivos, así como el fortalecimiento de la infraestructura educativa, recreativa y cultural. Todo ello ha estado acompañado de programas de capacitación y de mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo del personal docente.
En esos propósitos democráticos, es justo reconocer que, en el logro de los mismos, han contribuido diversos sectores políticos, sociales y empresariales, junto con los maestros, maestras, estudiantes y padres de familia, tanto a nivel nacional como departamental y municipal. Dichos avances nos permiten afirmar, sin temor a equivocarnos, que hoy los niños, las niñas y la juventud colombiana cuentan con mayores posibilidades de educarse y participar en actividades culturales, recreativas y artísticas, lo cual resulta fundamental no solo para el desarrollo económico, social y ambiental de nuestro país, sino también para la consolidación de una verdadera cultura democrática y de convivencia pacífica en todas las regiones.
Si a lo anterior le sumamos la existencia positiva del Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena), organismo estatal adscrito al Ministerio del Trabajo que, desde su fundación en 1957 con la participación de los trabajadores organizados, los empresarios, la Iglesia Católica ofrece diversos programas de formación tecnológica, agropecuaria y comercial a corto, mediano y largo plazo en todo el territorio nacional, podemos afirmar que el Sena se ha ido convirtiendo, poco a poco, en una verdadera ‘universidad de los pobres’. Junto con el Senai (Servicio Nacional de Aprendizaje Industrial) de Brasil, constituyen las dos experiencias más exitosas en materia de formación técnica y tecnológica en América Latina y el Caribe.
Con todos estos avances en materia educativa, cultural y científica en las diferentes regiones de Colombia, se han ido creando progresivamente las bases del conocimiento, fundamentales para alcanzar un desarrollo económico, social y ambiental más sostenible.
Ese patrimonio del conocimiento, que el próximo presidente de la República heredará a partir del 7 de agosto, debe convertirse en una política permanente y prioritaria para continuar fortaleciendo a Colombia como un país en progreso, tanto en el ámbito educativo como en el económico. En ese propósito, el sector empresarial, urbano y rural, cumple un papel esencial para consolidar una política de empleos dignos y productivos.
En esta perspectiva, y más allá de las diversas opiniones políticas y sociales, nos corresponde a los demócratas colombianos defender la convicción de que la inversión más importante que pueden realizar los gobernantes —sean de derecha, centro o izquierda— es la de fomentar el conocimiento en los seres humanos. Este tiene la particularidad de acompañar siempre a las personas, sin fronteras ni colores políticos o sociales.

Exministro de Trabajo, exvicepresidente de Colombia, exgobernador del Valle
6024455000





