Opinión
Desigual
¿Qué hace un hombre ‘haciéndole’ 23 hijos a una esposa? ¿Es amor, cuidado, consideración?
Es una marca de ropa española, pero es la realidad diaria en todos los escenarios de nuestro país. De este señalamiento no se salvan ni los medios de comunicación con todos sus slogans de ‘primero la gente’, ‘al lado de usted’ y cualquier cantidad de frases rimbombantes, construidas para descrestar, pero no para mejorar. Lo peor, es que no se aprende. Y mientras existan ciudadanos de primera y de segunda categoría, la rabia y agresividad seguirán inoculándose en el corazón de muchos compatriotas.
Por eso fue de antología la columna de María Elvira Bonilla sobre Francia Márquez y los negros, donde explica el porqué de la expresión de la vicepresidenta “de malas”. Cómo esta mujer, como tantas otros de raza negra han aguantado el “de malas” en sentido contrario. De malas que nacieron negros, de malas que estén en zonas marginadas, de malas que hayan vivido como han vivido. Ese “de malas” que tanto golpeó a un lado de la sociedad y que no logra explicar los años de silencio, desigualdad y discriminación. La idea no es justificar y vivir en un péndulo social, no. Pero aceptar que ahora las compuertas se han abierto, las redes han permitido expresión de muchos guardados y hay un permiso social para hablar, expresar y hasta gritar. Tendremos que encontrar un equilibrio, pero el desbordamiento social hijo de tanta represión hay que enfrentarlo.
Pero la desigualdad no es solo entre blancos y negros o entre hombres y mujeres donde las brechas son descomunales. Un hombre decía que no se explica el porqué de la rabia femenina hacia ellos que les impide ahora hasta piropear. “Somos inocentes de esta realidad”, expresaba. ¿Será que sí? Claro muchos varones podrán decir que ellos no han sido violentos directamente, pero al formar parte de un colectivo, quedan impregnados del ‘delito’ y deben asumir las consecuencias. ¿Qué hace un hombre ‘haciéndole’ 23 hijos a una esposa? ¿Es amor, cuidado, consideración? Los chistes, los comentarios, “no nos dimos cuenta”, son expresiones demasiado primarias que deben revisarse en el mundo masculino tan prepotente.
Desigualdades ofensivas que son cachetadas sociales: los medios se dedicaron a buscar a la estudiante de 24 años extraviada en Bogotá, hija de funcionario público. La joven apareció muerta y es lamentable el desenlace. Casi de inmediato una mujer escribió por su hijo, extraviado hace tres meses. Como este caso pueden existir miles.
¿Qué hace que unos hijos sean buscados y otros no? ¿Cuál es la franquicia para que los medios ‘escojan’ a unos e invisibilicen a otros? Hijo de funcionario público, Bogotá, rico, blanco, de buena familia…, ¿cuál es el privilegio para ‘escoger’ el caso por encima de otros? Y luego nos preguntamos por la rabia acumulada en una sociedad que no conoce ni por el forro el término igualdad. No estoy molesta porque la hayan buscado. El problema es que su búsqueda se vuelve una afrenta. Con acciones así incendiamos emociones, cargamos de desigualdad y le decimos socialmente a Colombia que hay que tener privilegios para poder sobrevivir. La migración no es atractiva solo por motivos económicos. La opción de que en otro lugar geográfico puedo ser tratado como individuo, igual a otro, justifica la necesidad del viaje. Esta desigualdad nuestra es demasiado lacerante.