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Opinión

Desconociendo la historia

Las actuaciones del presidente Petro sugieren que la lucha por la garantía de los derechos humanos y políticos se da principalmente cuando se trata de defender su propia ideología.

3 de julio de 2023 Por: Cristina Plazas Michelsen
Cristina Plazas Michelsen

En Europa, muchas personas informadas y coherentes siguen sin entender lo que pasa en Colombia. Las acciones de Petro generan desprestigio para el país, ya sea por su comportamiento errático y clandestino, o por sus discursos cargados de extremismo ideológico. Uno de los episodios que ha causado mayor estupor fue su visita a la ciudad de Berlín donde, en un discurso improvisado y falto de rigor, ofendió a las víctimas del régimen comunista soviético. En lugar de celebrar la libertad, los derechos humanos y la democracia, Petro lamentó la caída del muro de Berlín al considerar que perjudicó la lucha del movimiento obrero. No solo esto es infame con las víctimas -la misma lógica que aplica con las víctimas del M19- sino que esta postura va en contra de la historia y la verdad.

Es esencial recordar que la caída del muro de Berlín y el fin del comunismo soviético en Europa tienen un antecedente poderoso y opuesto a las afirmaciones de Petro. En 1981, los obreros del astillero polaco de Gdansk lideraron una histórica huelga bajo el liderazgo de Lech Walesa, verdadero merecedor del Premio Nobel de la Paz. Su lucha pacífica pero decidida contra la dictadura comunista despertó un fervor en toda Europa Oriental y sentó las bases para el colapso del comunismo en la región.

Walesa se convirtió en un símbolo de resistencia pacífica, valentía y defensa de la libertad y los derechos humanos. Fue a través del sindicato Solidaridad, liderado por Walesa, que los obreros polacos desafiaron al régimen comunista y exigieron mejores condiciones laborales y libertades civiles. La lucha de Solidaridad tuvo un impacto significativo en el curso de la historia, ya que concluyó en 1989 con la caída de la ‘cortina de hierro’, y en 1991 con la disolución del imperio Soviético, uno de los más violentos y abusivos en la historia de la humanidad.

La historia de Walesa y el sindicato Solidaridad son ejemplos poderosos de cómo la unión y la resistencia pacífica pueden llevar a la superación de regímenes autoritarios. Sin embargo, las posturas de Petro reflejan un romanticismo hacia la dictadura del proletariado, lo cual genera preocupación sobre sus verdaderos planes para el pueblo colombiano y su posible alianza con regímenes latinoamericanos como Cuba o Venezuela. Si Colombia se encamina hacia un régimen similar, la tragedia que se estaría gestando sería de proporciones devastadoras. No podemos permitir ser conducidos por esos extremos, debemos estar alerta y tomar decisiones informadas basadas en la realidad y la historia.

No es la primera vez que Petro muestra sus dientes. Durante la cumbre de Latinoamérica en Brasilia, Lula expresó que en Venezuela existe una narrativa construida de que no hay democracia y que Maduro ha cometido errores. Lo inaudito fue la falta de una respuesta contundente por parte de Petro. Incluso Boric, quien es de su misma corriente ideológica, salió lanza en ristre. Queda claro por qué no se pronunció de manera determinada en contra de la inhabilidad de María Corina, tal como lo hizo a favor del golpista Pedro Castillo. Su escueto comentario en un trino, mencionando que las autoridades administrativas no tienen la competencia para dicho asunto es insuficiente y cómplice. Esto no se trata simplemente de un debate legal, sino de una sistemática vulneración de los principios y valores democráticos.

Las actuaciones del presidente Petro sugieren que la lucha por la garantía de los derechos humanos y políticos se da principalmente cuando se trata de defender su propia ideología. Es fundamental aprender de la historia y evitar caer en visiones distorsionadas que puedan socavar los avances logrados en términos de democracia, derechos humanos y desarrollo. Es necesario fomentar un diálogo constructivo y respetuoso, donde se promueva la reconciliación y la instauración de un futuro mejor para los colombianos.

Debemos recordar que los logros obtenidos en la construcción de sociedades justas y libres no deben ser subestimados ni puestos en riesgo por visiones ideológicas extremas. Aprendiendo de la historia evitaremos cometer los errores del pasado.

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