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De las encuestas y de los hechos

Vivimos en el mundo sacrílego atravesado por los corifeos de la patraña. Pero me es fácil pensar que el pueblo, en mayoría, sin importar el partido, votará contra la maldición que ha caído y nos espera.

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Armando Barona Mesa. Columnista.
Armando Barona Mesa. Columnista. | Foto: El País.

5 de dic de 2025, 02:49 a. m.

Actualizado el 5 de dic de 2025, 02:49 a. m.

Las encuestas surgen de aplicar el método de la lógica conocido como de la ‘inducción incompleta’. O sea, que parten de hechos particulares -observación parcial- hacia una conclusión de lo general. La experiencia ha enseñado que ese sistema, aplicado con racionalidad y profesionalismo, puede dar un resultado acertado, con un margen de error relativamente pequeño. Pero en otros casos puede aplicarse con una falla técnica y aun con un interés preconcebido y adquieren entonces una consistencia tramposa y mal intencionada. O sencillamente desproporcionada. Entonces estos últimos son casos peligrosos, que de mala fe intentan inducir al error.

La última encuesta Invamer ofrece, aun a simple vista, una marcada intención, que se hace notoria. Pareciera ser que las proyecciones, con unas elucubraciones unívocas, llegan de modo arbitrario a un pronóstico en el que el ganador lo es quien figura, distante, por cierto, como tercero en las intenciones de voto, sin que se sostenga en un peso lógico la elucubración que marcan. A la simple lectura y exposición hecha por ellos, se nota la maniobra no razonable y dudosa.

Eso puede ser muy peligroso aun para ellos, porque puede inducir a la verificación, por las mayorías en alerta, de todos aquellos que en verdad constituyen la auténtica mayoría de opinión. En otras palabras, la arbitrariedad moverá a su propio rechazo. Y quizás por eso, porque se presta a cualquier cosa, ese sistema de la inducción incompleta se haya un poco desacreditado.

Porque además puede decirse que hay unas circunstancias que aún no han llegado a dejar su huella en los acontecimientos que se están conociendo ahora en su propio episodio. Por ejemplo, dentro de los males buscados por el diablillo que vive en el temperamento Petro, está por venir el efecto que producirá el encarcelamiento de dos exministros muy importantes, en una fase aguda de deshonestidad del gobierno: la compra de votos de parlamentarios, que por supuesto el jefe del Estado tenía que conocer obligatoriamente. Y agréguese lo del encarcelamiento de su hijo Nicolás, y las andanzas del pacto de la Picota de su hermano Juan Fernando, que se llevó a cumplimiento en la grosera exposición de Medellín con los presos que sabemos. Por cierto, Verónica ‘La brincona’, estuvo hace dos o tres meses sola en la Picota, sin que se sepa a qué iba.

Y lo concerniente al reintegro al servicio militar del general Juan Miguel Huertas, con toda la documentación que le encontraron al jefe de las disidencias Calarcá, que la Fiscal de bolsillo -de Petro- hizo guardar un tiempo largo sin tocarlos, documentos que Petro, aunque lo niegue, conoció de fondo, tratando de ganar abusivamente las próximas elecciones con ayuda de las disidencias. Pero guardó silencio revolucionario y volvió a nombrar al general, haciéndose el loco. Y se ha hecho el desentendido, cuando obliga con humillación a sus empleados, que trata como si él fuera el dueño de los esclavos, que tanto critica; y todos los actos deshonestos que diariamente ejecuta, con tal de alcanzar sus objetivos de dictador, así sea después de la chaparanza al descubierto.

Sí, cualquiera entiende que detrás de todas estas ‘hazañas’ de mandamás en ciernes, viajan los deseos cobardes de acabar con la paz, con la salud, con la educación de las escuelas, con la economía del país y con la tranquilidad que engendra el sueño, pero el infortunio de no saber qué nos espera mañana. Es intranquilidad y desasosiego lo que tenemos que vivir y maldecir, mientras el otro -el mandatario- disfruta de casas de citas y striptease en cualquier parte del planeta.

Vivimos en el mundo sacrílego atravesado por los corifeos de la patraña. Pero me es fácil pensar que el pueblo, en mayoría, sin importar el partido, votará contra la maldición que ha caído y nos espera. Y así tendrán que anunciarlo las encuestas reales, no manipulables, que conforman la democracia.

ha desempeñado puestos públicos como juez del Circuito, Conjuez del Tribunal de Cali, Secretario de Gobierno de Cali y alcalde encargado, embajador de Colombia en Polonia y en la ONU. Ha sido delegado a varias conferencias internacionales como la OIT en Ginebra

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