El mito de Procusto
La imposición de estándares irreales para lograr una supuesta igualdad lleva a la marginación de aquellas personas que no se ajustan a ellos
El mito de Procusto se origina en la mitología griega y cuenta la historia de un posadero que “ajustaba” a sus huéspedes una vez se dormían para que cupieran “perfectamente” en una cama. Si el huésped era más alto, el posadero le amputaba las piernas o la cabeza, y si era más bajo, lo estiraba hasta que alcanzara la medida adecuada. Este mito representa la obsesión por la uniformidad y la homogeneización de las personas, así como la imposición de estándares que no corresponden a la realidad.
En la vida contemporánea, el mito de Procusto se observa en lo social e incluye el racismo, el clasismo, y otros “ismos” así como la homofobia, todos ellos tan prevalentes. En lo político se manifiesta en la polarización que tanto mal le sigue causando al mundo. En la miopía cultural o educativa donde se pretende establecer jerarquías que privilegian ciertos tipos de conocimiento o habilidades, rechazando las que no se ajusten a un modelo preestablecido y donde se implantan estereotipos o expectativas que buscan ajustar a todas las personas a una medida supuestamente ideal.
Estas expectativas aplican también a la hermosura. Ya que muchas personas asocian la belleza con un tipo específico de cuerpo (delgado/a, alto/a, etc.) y no solo juzgan a quienes no se acomodan al estereotipo, sino que también se sienten presionadas para adaptarse a ese estándar, incluso si esto implica someterse a cirugías plásticas que no necesariamente ayudan a incrementar la autoestima.
Esta obsesión por la uniformidad y la homogeneización lleva al rechazo y a la consecuente marginación de aquellas personas que no se ajustan a los parámetros. La obsesión con la homogenización también incrementa la envidia (que merece capítulo aparte), la cual se define como el deseo de tener o poseer algo que otra persona tiene y que alimenta la creencia de que todos deben ser iguales para sentirse satisfechos y aceptados socialmente.
Por otro lado, el mito de Procusto también se relaciona con otras características de personalidad como la rigidez, el perfeccionismo, la ambición desmedida y la intolerancia. La rigidez se manifiesta en la incapacidad de aceptar la diversidad y la falta de flexibilidad para adaptarse a diferentes situaciones. El perfeccionismo se refiere a la necesidad extrema de alcanzar estándares muy altos, lo que puede llevar a la frustración. La ambición desmedida lleva a cometer errores de juicio y a estruendosos fracasos. La intolerancia se basa en la ignorancia, la inseguridad, la incapacidad de aceptar las diferencias, y la necesidad de imponer una visión única del mundo.
En conclusión, el mito de Procusto nos muestra cómo la obsesión por la uniformidad y la homogeneización de las personas tiene consecuencias negativas en la sociedad, reforzando la intolerancia, la envidia y la rigidez. Es importante reconocer y valorar la diversidad de las personas, sus creencias y su cultura, evitando imponer estándares que limitan la libertad y la creatividad.