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Aquí estoy y aquí me quedo

Las cabezas de la tiranía tienen mucho que perder si abandonan el poder, por lo que lo defenderán a sangre y fuego, cueste lo que cueste, no a ellos, sino al pueblo venezolano al que han sumido...

31 de julio de 2024 Por: Marcos Peckel
Marcos Peckel

Contra Maduro se ha probado de todo y a todos los ha vencido y a pesar del estruendoso ruido que está generando el fraude del pasado domingo, no se ve en este momento un horizonte claro para su salida del poder. Por el contrario, el régimen está flexionando sus músculos, amenazando a los líderes de la oposición, acusándolos de ‘traición’ y otros ‘crímenes’ enmarcados dentro de la arbitrariedad que caracteriza a la tiranía bolivariana. Ya comenzaron los arrestos por parte de la Sebín y nada de extraño sería que Machado y González acaben en el Helicoide.

Maduro ha probado ser un hueso muy duro de roer, por no decir imposible. Dejó en la lona al Grupo de Lima, al cerco diplomático, al concierto de la frontera y a las sanciones de Estados Unidos y de la Unión Europea, ha incumplido cuanto acuerdo ha firmado, ha hecho y desecho con los organismos internacionales y ahí sigue, campante en Miraflores. La oposición venezolana en sus diferentes transmutaciones no ha podido hacerle mella. Las cabezas de la tiranía tienen mucho que perder si abandonan el poder, por lo que lo defenderán a sangre y fuego, cueste lo que cueste, no a ellos, sino al pueblo venezolano al que han sumido en la miseria, pobreza y desesperanza.

La clave de la supervivencia del régimen chavista ha sido sin duda el apoyo incondicional de Rusia y China en esta geopolítica global fragmentada. Los mismos que salvaron al genocida sirio Bashar Al-Assad, que han apoyado diplomática, económica y militarmente a las dictaduras de Myanmar y a los países de África que han sido objeto de golpes de Estado en los últimos años.

Se podrá hablar mucho de América Latina, de los países que ya desconocieron la autoproclamación de Maduro como vencedor de las elecciones, de los que como Honduras y Bolivia la reconocieron incluso antes de que se publicaran los resultados del CNE y de lo que estarían maquinando los presidentes de México, Colombia y Brasil, pero la verdad monda y lironda es que poco importa. El arma en posesión de la Plataforma Unitaria Democrática de Machado y González son las actas de las mesas, pero Rusia y China ya felicitaron a Maduro y celebraron su triunfo por lo que el debate de las actas a nivel externo se torna académico. La OEA en un inusual fuerte comunicado denunció “la más aberrante manipulación en el conteo”, lo que a Maduro y su caterva ‘les resbala’.

Mientras que el chavismo permanezca unido, Padrino López no se voltee como no pareciera por sus amenazantes declaraciones y no haya mayores movimientos en las bases militares, tendremos Maduro para rato y una vez más el otrora chofer se saldrá con la suya. Ya en el pasado había habido conatos de insurrección castrense como los hay ahora, sin que pasaran a mayores. Para eso está la atenta mirada del G2 – inteligencia cubana-.

A los ingenuos que aún creían que el modelo chavista era ‘democracia popular’, Maduro les demostró con su burdo fraude, que comenzó meses antes con la descalificación de Machado y Yoris, la inhabilitación de millones de exiliados para votar, los múltiples obstáculos a la oposición, su desconocimiento de lo acordado en Barbados y los colectivos armados sembrando terror, que es un déspota y que las instituciones del Estado están todas a su servicio.

Está por verse la capacidad de movilización de la oposición en las calles y la perseverancia de la gente para que les respeten el voto y si esto tendría algún efecto o si, como en el pasado, todo irá mermando hasta desaparecer. De la ‘comunidad internacional’ nada se puede esperar.

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