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Uno de los más importantes catadores internacionales de vinos del país tiene raíces vallecaucanas, esta es la historia de Juan Carlos Rincón
El más destacado catador internacional de vinos de Colombia es hijo de madre vallecaucana, fue criado en Cali e inició su carrera periodística en El País. Es Juan Carlos Rincón Domínguez, quien ha catado en más de 30 concursos, en 27 países, y estuvo en Ávila, España, como jurado del premio Zarcillo.

2 de jun de 2025, 11:41 a. m.
Actualizado el 2 de jun de 2025, 11:43 a. m.
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Su paladar y olfato son mundialmente reconocidos desde hace más de un cuarto de siglo, tiempo que lleva catando profesionalmente alrededor del planeta, visitando países productores, regiones vinícolas y bodegas, y aprendiendo constantemente en sus participaciones en ferias, degustaciones y concursos internacionales.
La vida de Juan Carlos Rincón Domínguez en el mundo del vino y su amor por él, ha sido casi paralela con su camino periodístico que inició en este diario un 9 de abril de 1978, literalmente a las carreras. Juan Carlos, que es fanático y especialista en Fórmula Uno, estudiaba Química en la Universidad del Valle cuando el campeón mundial James Hunt (1976) y su equipo McLaren vinieron a Colombia.
Con sus álbumes y archivos se presentó en la redacción de El País y le ofreció al Jefe de Deportes entrevistar al campeón en Bogotá durante su visita al Autódromo Internacional Ricardo Mejía, hoy desaparecido.
Tomó un bus nocturno, llegó al Centro Informativo El País (Ciep) y cubrió el evento en la pista de carreras. Después de ello dejó la Química y se entregó al periodismo.
Ya conocía de vinos porque su padre químico era un enófilo y de él aprendió sus primeras lecciones, y empezó a adquirir las primeras botellas, unas pocas de las cuales -de más de 40 años- aún conserva perfectas en su cava. Luego de trabajar dos años con El País, pasó a la agencia Colprensa y fue su primer redactor deportivo. Además, era el locutor oficial del autódromo y participó en transmisiones de TV antes de ingresar a Caracol Radio en 1979.
Ganó dos Premios Nacionales de Periodismo CPB y en 1989 el Premio Internacional Ortega y Gasset en España. Entonces se fue a Europa.

En el viejo continente tuvo un contacto más profundo con el vino y con los whiskies de malta, de los que es un experto conocedor. Visitó bodegas y destilerías, y creció su conocimiento mientras era corresponsal desde la sede de la Unión Europea en Bruselas para Radio Nederland y El Espectador.
Regresó a Colombia en 1996 para coordinar el montaje periodístico de la cadena informativa Radionet, fue profesor de Relaciones Internacionales en las Universidades de Los Andes y Central, y fundó la Revista Autos con el diario El Espectador, que dirigió hasta 2001 cuando fue contratado por el servicio mundial de la BBC y se residenció en Londres.
Periodismo y vinos
Gran Bretaña es el mercado más importante y competido en el mundo del vino, y Escocia el emblema del whisky. Allí quieren estar todos los grandes vinos y productores mundiales y es la meca de los periodistas y expertos en vino.
Rincón desarrolló su carrera en Londres, fue presentador de los noticieros mundiales de la BBC y su experto en vinos, y se vinculó a los más importantes concursos internacionales.
A lo largo de este siglo ha catado y visitado viñedos y bodegas en los principales países productores, desde Francia, España e Italia, hasta Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, EE.UU, Suráfrica, Alemania y Suiza.
“El Vino es un viaje para amar, no es una moda, es un amigo milenario que nos ofrece un viaje de descubrimiento y de conquista, es un compañero saludable de nuestra dieta alimenticia, un consorte de placer y una invitación a crear nuestra propia biblioteca de sabores y aromas, a construir nuestro gusto, a disfrutar sanamente de sus beneficios anti-oxidantes y circulatorios, a viajar por sus orígenes. Su gran privilegio es la diversidad. Por eso creo que es un viaje para amar”, nos dice.
Y agrega que el vino “es un universo mágico, creado hace más de 7000 años por el hombre, la bebida más socializadora y la única que tiene un Dios: Bacchus o Dionisio para los griegos. Su filosofía es el placer de compartir”.
El catador colombiano considera que el vino no es una obra singular ni una bebida de sabor único. “Tenemos infinidad de tipos de vino, una diversidad inmensa de cepas, estilos, regiones, productores, calidades, que además cambian según el comportamiento climático. Cada año es un nuevo enigma para el productor”, explica.
Le preguntamos entonces sobre la creencia generalizada según la cual los mejores vinos son los más costosos.
“Hay que tener mente abierta. Siempre he defendido que tanto un pequeño bodeguero como un gran productor luchan en cada cosecha para elaborar lo mejor; ellos no sufren y cuidan el viñedo un año para crear un mal vino. El nivel dependerá del terreno, del clima, de la calidad de las viñas, de sus recursos económicos, sus ideas, del conocimiento enológico, del legado histórico, del tipo de crianza. Entonces, no debemos olvidar que detrás de cada botella hay mínimo un año de trabajo y que cada vino es una propuesta de personas que se sentaron a pensar en cómo agradar más al consumidor”, nos enfatiza.
Entonces cita al enólogo francés Michel Rolland, quien elabora grandes vinos y asesora a bodegas alrededor del mundo. “Una tarde en Burdeos, Michel me dijo con su filosofía popular y directa, ‘Juan Carlos, el mejor vino es el que a ti te gusta’. Y lo entiendo, porque el placer lo podemos encontrar tanto en una botella decente de 5 euros (unos $24.000 colombianos), como en la etiqueta soñada de un vino ícono; aquellas joyas de más de mil dólares a las que pocos pueden acceder. Pero, más importante, el placer no tiene precio fijo. Cada ser humano es diferente y su conocimiento, percepción, gusto y presupuesto, varían”.

Según Juan Carlos, hay miles de posibilidades de placer en el vino y debemos ser inquietos en su búsqueda, probando la mayor cantidad y diversidad posible para construir el gusto personal.
“Nuestra apreciación del vino y el placer no son una norma científica ni una fórmula matemática, responde a la percepción individual, a nuestras emociones, a una sensibilidad que puede ser mayor o menor, y que estará influenciada y afectada por factores que pueden ir desde el estado físico, el ritmo cardíaco, la ingesta de medicamentos, la liberación de hormonas -todo lo relacionado con el funcionamiento vital- hasta el medioambiente en que crecemos, los referentes olfativos, la influencia gastronómica, la compañía y nuestra actitud mental”.
El placer del vino es permanente
Juan Carlos asegura que la percepción del vino es subjetiva y que la gente necesita desarrollar su propio gusto y escala de valores.
“Es una construcción permanente, un viaje continuo, como el amor. Nuestro sistema sensorial es único e individual; el mecanismo organoléptico difiere de un ser humano a otro y la apreciación del vino -color, aroma y gusto- es fruto de esa construcción; con experiencia, disciplina, estudio y cuidado para encontrar el mayor placer cuando apreciamos un vino”.
¿Cómo lograrlo? “El principio básico es desarrollar desde muy temprana edad nuestra memoria olfativa -la más poderosa del ser humano-, y construir lo que llamo nuestra propia ‘biblioteca de olores y aromas’, que junto con la memoria gustativa en nuestras papilas serán las herramientas básicas para beber y disfrutar con placer un vino. Ambos son considerados los sentidos químico-sensoriales, los que convierten las señales químicas en percepción e impulsos al cerebro. Así que entre más pronto se comience esa obra, mejor”, nos explica.
Catando por el mundo
Nuestro invitado con alma vallecaucana y además hincha de uno de los equipos de fútbol de Cali, tiene una experiencia única en la cata de vinos alrededor del mundo y en más de 30 concursos internacionales en los cuales los vinos se evalúan ‘a ciegas’, es decir, sin conocer la etiqueta y en la mayoría de los casos sin saber la procedencia y el tipo de uva.
“En una cata a ciegas debes reconocer y valorar la calidad de los vinos, su tipología, a veces las cepas y su origen, pero muy difícilmente una marca. Es que el cerebro humano sólo puede reconocer algo que ha conocido previamente y en el mundo se producen anualmente millones de vinos distintos y a un concurso internacional se presentan normalmente entre 1500 y 15.000, según su nivel de importancia”, explica Juan Carlos Rincón Domínguez.
“Trato siempre de colocarme en el papel del consumidor y que ojalá el vino se adapte a su gusto, que le produzca emoción. No debemos olvidar que la decisión final y la opinión son del consumidor; nosotros los especialistas y catadores somos orientadores”, agrega.
La degustación profesional de vinos es un ejercicio mental y olfativa y gustativamente intenso, en el que los catadores evalúan diariamente -sin beberlos- la calidad de medio centenar de vinos con un mínimo de parámetros básicos siguiendo una escala de puntuación sobre 100 puntos en la que los vinos por encima de 90 son considerados de calidad superior. Según el puntaje se les otorgan medallas (oro, plata y bronce) pero se considera que un vino de más de 82 puntos es comercialmente recomendable aunque no la reciba.
Le preguntamos cuáles son para él los concursos más interesantes y los mayores desafíos.
“Todos tienen características propias y en muchos casos nos ofrecen mucha información de vinos de ciertos países cuando son regionales. Por relevancia mundial y diversidad diría que los ingleses (Decanter World Wine Awards y el International Wine Challenge), por exigencia científica el concurso Vinalies Internationales organizado por los enólogos de Francia, por ser itinerante y promover diversas regiones vinícolas el Concours Mondial de Bruxelles, y por ofrecer información valiosa sobre la evolución de la producción nacional y su proyección mundial, todos los demás. He tenido la fortuna de conocer muchas zonas vinícolas, centenares de productores y catar en promedio 5000 vinos anualmente desde 2002, siempre representando bien a Colombia”, dice.

Le consultamos si en ese proceso hubo al principio mucha extrañeza por venir de un país desconocido para el mundo del vino. “La verdad sí, pero el camino lo construyes con disciplina y profesionalismo. Eso te lo reconocen y te abre las puertas, además de que es una gran ventaja hablar los idiomas del vino porque permite entenderte perfectamente con los enólogos, productores y acceder a muchísima información impresa y en internet”, explica Juan Carlos.
Y agrega que “fui muy bien recibido y respaldado por los expertos ingleses como Tim Atkin, Neal Martin, Charles Metcalfe, Robert Joseph y Steven Spurier (qepd), por los productores y enólogos españoles con los que comparto regularmente, al igual que los franceses que me han acogido en las cofradías más importantes de Burdeos y enseñado mucho. Mi paso por la Universidad del Valle me sirvió para aprender de ellos la química y la magia del vino”.
“Yo destaco además una circunstancia favorable excepcional en el caso de Colombia y los países ecuatoriales. Nuestra gama de olores y sabores que nos acompañan desde la infancia es superior a la del común de los países ubicados en las franjas de producción vinícola por el hecho de vivir en una zona geográfica con uno de los mayores niveles de biodiversidad del mundo. Esa ventaja nos permite reconocer más variedad de aromas frutales y tener lo que llamo, una amplia biblioteca organoléptica natural”, explica el catador.
Vuelta al Ruedo
Juan Carlos está en proceso de regresar a Colombia después de más de 30 años viviendo en el exterior, aportar su experiencia mundial en vinos al mercado colombiano y colaborar en su crecimiento y gran evolución y divulgar su cultura. Anteriormente hizo parte de un proyecto de importación de vinos franceses de calidad y ha sido catador invitado en la feria de vinos Expovinos.
Entre el 27 y 29 de mayo Juan Carlos estuvo en Ávila, España, para participar por quinta vez en el Concurso Internacional Premios Zarcillo que organiza la estación enológica de Castilla y León y cumple su vigésima edición. “Es uno de los dos concursos más importantes de España junto a los Premios Bacchus en Madrid, pero tiene la particularidad de que recibe la mayor cantidad de muestras y provienen de la región vitivinícola más importante del país. Catamos vinos de una veintena de países pero además las mejores producciones de excelentes Denominaciones de Origen como Ribera del Duero, Toro, Cigales, Bierzo, los vinos blancos de Rueda y los vinos de Pago”.
¿El consejo final? “El vino es un amigo. Trate de beberlo con regularidad y moderación, al menos una vez a la semana, y desarrolle la pasión cual esponja que absorbe sus maravillas y diversidad. Disfrútelo a la hora del almuerzo o de la cena y déjese llevar por sus aromas y gusto para crear su propio concepto. Mi receta es simple: amar el vino es amar la vida. La razón esencial del vino es compartir y debemos siempre tratar de encontrar en la copa su alma. Yo procuro hacerlo siempre. Le invito entonces a buscarla. ¡Salud!”.