Cali
Se estrena en Cali La Salsa Vive, una película que no se ve: se baila
Este martes 27 de mayo se estrena La Salsa Vive, una película de Juan Carvajal que narra cómo este género nacido en Nueva York encontró en Cali su hogar eterno. “Aquí la salsa no es música: es destino”.

25 de may de 2025, 11:23 a. m.
Actualizado el 25 de may de 2025, 11:23 a. m.
Tal vez los organizadores de la premier de la película La Salsa Vive, que se estrena en Cali a las 6:00 de la tarde este martes 27 de mayo en las salas de Cine Colombia del Centro Comercial Chipichape, deberían considerar retirar las sillas del teatro. Porque se trata de una película que no se ve: se baila.
Ven a bailar con mi boogaloo, con mucho ritmo, gózalo tú. (Mario Allison y su Combo)
La película narra la historia de cómo nace la salsa en Nueva York y cómo Cali es la única en el mundo que la conserva con el mismo fervor de siempre; el relato de un lazo invisible que une a las dos ciudades.

Me levanto por la madrugá y no hay nada en la nevera; no hay jugo, no hay pan, no hay leche tan siquiera; pero la busco (picoteando por ahí); y me defiendo (picoteando por ahí); yo me la busco (picoteando por ahí); y me despierto (picoteando por ahí). (Henry Fiol)

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Como no podía ser de otra manera, un caleño salsero es el director de la película. Su nombre es Juan Carvajal, quien hace 15 años decidió irse a Nueva York en busca de su sueño de infancia de hacer cine. En la capital del mundo fundó el Colombian Film Festival, el primer festival de cine colombiano en el exterior. Mucho tiempo atrás se enamoró de la pantalla grande en el Teatro Vargas del barrio Villa Colombia, en Cali.
— La primera película que vi allí cuando tenía 6 años se llama Django (1966), un western. En ese teatro me crié viendo cine. Entraba a las 10 de la mañana y salía a las 10 de la noche. Creo que mi amor por el cine nació en la oscuridad de esa sala.
El amor por la salsa estuvo presente en su casa, un lugar de encuentro de bailadores. En la película, Juan lo recrea: los aguaelulos, las fiestas de cuotas que hicieron parte de su niñez y su adolescencia. Desde sus primeros años, su oído se entrenó para disfrutar la salsa. También el rock. Aunque es más salsero que rockero.

En sus listas de Spotify, la mayoría de las canciones que escucha Juan son de entre los años 60, justo cuando, en Nueva York, explotó la salsa, hasta los 90, cuando Cali ya era la capital mundial del género.
No, no te voy a dejar, y digan lo que digan, junto a ti seguiré. No, no te voy a dejar, y aunque sufra la gente, yo siempre te amaré. (Orquesta femenina D’ Caché).

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Cuando llegó a Nueva York producto de una crisis emocional, Juan Carvajal empezó a buscar las raíces de la música que escuchaba desde niño. Entonces conoció al pianista y productor Larry Harlow, pionero de la salsa, y se hicieron amigos. Pronto, Juan empezó a hacer un documental sobre la vida de Larry al que llamó ‘Lamento de un guajiro’, pero llegó la pandemia del COVID-19 y Harlow murió.
— Ese documental llevaba años cocinándose, quería contar la historia de la salsa en Nueva York a través de Larry, pero cuando fui en una ocasión a Cali hubo una revelación: las dos ciudades de alguna manera están unidas a través de la salsa. Una ciudad que la vio nacer, Nueva York, y otra que la mantiene viva, Cali. Allí surgió la película La Salsa Vive.

En Cali, la salsa, esa unión de la música cubana con el jazz, ritmos brasileños y otros géneros, entró por la radio. Los habitantes de los años 60 y 70 tenían transistores de onda corta que alcanzaban a sintonizar emisoras de Cuba y su oído empezó a ser seducido por el ritmo.
Después, los discos, los vinilos, entraron por el puerto de Buenaventura y ya la gente los conocía, los cantaba de memoria. Richie Ray y Bobby Cruz lo contaron en una ocasión: cuando arribaron por primera vez a Cali y el público coreó sus canciones, no lo podían creer. “Cali es el lugar donde más nos aman en la faz de la Tierra”.
Mientras tanto, Rubén Blades dejó de cantar en inglés para hacerlo en español y los Hermanos Lebrón se sintieron como en casa cuando pisaron estas tierras. No sabían que en Cali había negros como ellos. Los únicos colombianos que conocían eran blancos que visitaban Nueva York.

Pero pasó algo curioso: mientras en la capital del mundo la salsa se fue desvaneciendo, quizá por el auge del merengue –aunque hay otras teorías–, en Cali la salsa se mantuvo intacta.
— No hay ciudad en el mundo que viva la salsa como Cali. No existe otro lugar con el ecosistema de bailadores, bailarines, orquestas, melómanos, emisoras, escuelas, mundiales de salsa. Pero lo que más me ha impresionado es que la salsa salva vidas en Cali; rescata a los jóvenes de la violencia – dice Juan Carvajal.
Dos de los protagonistas de la película son bailarines que surgieron en los barrios duros de la ciudad y hoy viajan por el mundo bailando salsa. Algunos de sus mejores amigos que siguieron pasos muy lejanos a las pistas fueron asesinados.
Soy de aquí, de los que sobrevivieron; soy de aquí; yo soy esa esquina chiquita bonita bendita, de los que nunca se fueron; soy de allí, de los que sobrevivieron. (Las calles, Rubén Blades).
![El grupo niche se tomó la calle del sabor para grbar el video de relanzamiento de Cali Pachanguero. fotos ]Wirman Ríos.](https://www.elpais.com.co/resizer/v2/LRR4KNFV4FENTI72E6V3P2MZHI.jpg?auth=f3a06a621913ab16488a766fcfbfd70b3d2314635a5d58b3d78d1bebf7a01d61&smart=true&quality=75&width=1280&fitfill=false)
Tributo a Jairo
En un trozo de la película se habla de un asunto difícil para los caleños: el boom del narcotráfico y la guerra en los años 80 y mitad de los 90 entre el cartel de Cali y el de Medellín. Días de bombas, de muertos, pero también de fiestas que pagaban los capos. Nadie lo niega: la plata producto de la droga promovió el auge de la salsa en Cali. Los grandes artistas llegaban a la ciudad a ofrecer conciertos privados o públicos contratados por narcotraficantes.
Quien pagó los platos rotos del lado de los músicos fue el maestro Jairo Varela, compositor del grupo Niche. Fue enviado a la cárcel por unos cheques en blanco que recibió correspondientes al pago de unas presentaciones en una caseta.
La película aclara, sin embargo, no solo ese episodio, sino que de alguna manera redime a Cali, a la salsa. Los narcotraficantes fueron capturados, y sin ellos derrochando plata, la salsa siguió presente en la cotidianidad de los caleños, en su sangre. Jairo Varela, por su parte, antes de recuperar su libertad escribió el que se convirtiría en un himno más para el Grupo Niche.

Desde Estados Unidos, su hija, Yanila, quien vio la película en el teatro Carnegie Hall de Nueva York, dice:
— La Salsa Vive me trasladó a uno de los momentos más tristes de la vida de mi padre y de mi familia. Juan Carvajal, el director, le dio un buen manejo. Reafirmó una vez más cómo mi padre se defendió con su única arma, la música, y escribió ‘A Prueba de Fuego’, que aún sigue siendo una de las obras más solicitadas en los conciertos del Grupo Niche. La película representa identidad y amor por lo nuestro. Con el extraordinario talento que tenemos en Cali, se seguirán escribiendo más capítulos de la historia de la salsa.
De qué valió poner en alto, en lo más alto, mi bandera altanera, si el premio que recibo, sin motivo, es una larga condena; de qué valió, me pregunto yo, mi bandera y mi emblema; si yo soy parte de la solución, no del problema. (A Prueba de Fuego, Grupo Niche).

La clave, mi gente
La película busca en sus casi dos horas de duración resolver una pregunta: ¿por qué la salsa se mantiene vigente en Cali? El bailarín Camilo Zamora, uno de los protagonistas, ofrece parte de la respuesta: porque la gente en la ciudad aún baila, y muy bien. Si el público no bailara, el trabajo del músico perdería todo sentido.
Camilo, que nació en Cali y se crio en Jamundí, baila desde recién nacido. Sobrino-nieto de Leonor González Mina, la Negra Grande de Colombia, a sus ocho años ya hacía parte de la Casa de la Cultura de Jamundí, donde bailaba folclor. Pronto incursionó en la salsa, hasta convertirse en la imagen de la Feria de Cali y en uno de los bailarines principales de Delirio, además del único representante de Colombia en el Carnaval de Río de Janeiro.
— La Salsa Vive es una oda a Cali, un homenaje y agradecimiento a la ciudad donde todos los artistas salseros encuentran trabajo. Por eso Cali tiene tantas canciones de salsa que le fueron dedicadas por diferentes músicos. Y en la película lo digo: la salsa se mantiene viva por los bailarines, los bailadores, las orquestas emergentes y la difusión de las emisoras que no dejan que muera.
Además, agrega Camilo, no existe un solo caleño que no tenga al menos una canción de salsa entre la banda sonora de su vida. Cuando nos preguntan por una melodía, alguna salsa se nos viene a la cabeza al ser una música que nos ha acompañado en la continuidad desde siempre. La salsa hace parte del ADN de Cali; se escucha todos los días en cualquier tienda, restaurante o parque. La salsa es como la manera de caminar de la ciudad.

— Es tal la pasión por la salsa, que en los concursos mundiales limitaron la participación de grupos caleños porque siempre ganábamos y desmotivábamos a otros países a participar. Yo estuve en un concurso en Miami donde bailábamos rueda de casino, un estilo cubano. Nosotros le metimos la velocidad del baile caleño, la velocidad de los pies que comenzó desde que en la ciudad se aceleraron los discos de salsa, y competimos con mexicanos, cubanos, puertorriqueños. Cali quedó en primer y segundo lugar. En la final nos enfrentamos entre caleños. Eso también pasó en el concurso de ESPN y en otros eventos, entonces decidieron limitar los grupos caleños a máximo tres, porque al final terminaban los mismos grupos enfrentándose. Eso explica mucho de la pasión con la que la salsa se vive en Cali – dice Camilo, como recordando que en esta ciudad la salsa no es solo música: en realidad es un destino para su gente.