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Narrar lo íntimo en formato documental

El foco en los documentales que produce Rocío Taboada no suele estar en la espectacularidad. No hay luces de concierto, ni coreografías de alto impacto. No hay auto-tune. Hay silencio, miradas, pausa.

Rocío Taboada
Rocío Taboada | Foto: Rocío Taboada

28 de jul de 2025, 11:59 p. m.

Actualizado el 28 de jul de 2025, 11:59 p. m.

Hay personas —figuras icónicas del deporte y la música— contándose a sí mismas desde un lugar al que no siempre tienen acceso: el de la vulnerabilidad.

Rocío Taboada es productora audiovisual y, si bien gran parte de su carrera ha estado ligada a videoclips de artistas internacionales como Rauw Alejandro, Tiago PZK, Emilia o Daddy Yankee, hay una faceta en su trayectoria que opera en un registro distinto: el del documental.

En 2022, produjo En primera persona: Juan Martín del Potro y En primera persona: Manu Ginóbili, dos piezas desarrolladas para plataformas que buscaban mostrar el lado humano de dos leyendas del deporte argentino.

“Trabajar con ellos fue una experiencia única, pero también un gran reto narrativo. No queríamos repetir el perfil que ya todos conocen. Lo interesante era encontrar matices, momentos que parecieran menores, pero que dicen mucho más que cualquier titular de prensa”, dice.

Su rol en estos proyectos no fue simplemente operativo. Desde la preproducción hasta la edición, Rocío estuvo involucrada en cada decisión clave: desde qué locaciones usar, cómo planificar las entrevistas, hasta qué tono debía tener la narrativa general.

“El documental, al contrario de lo que mucha gente cree, no es improvisado. Requiere planificación quirúrgica. El guion existe, aunque sea flexible. Hay estructuras, hay estrategias, hay silencios pautados”, explica Taboada, quien no se define como una storyteller, aunque parece que lo es.

Su forma de pensar la producción no es solo logística, también es estructural. Piensa la historia común mapa: con sus nodos, sus tensiones y sus momentos de calma. Y aunque no firma los guiones, entiende mejor que nadie cómo traducir una emoción en una secuencia visual sin forzarla.

Uno de los aspectos que más valora en el trabajo documental es la cercanía con los protagonistas: “En los rodajes de ficción o de videoclips, los tiempos son otros, hay una coreografía. Acá se trata de acompañar. Crear un entorno donde el personaje se sienta lo suficientemente cómodo para abrirse. No hay toma dos para una frase honesta”.

Su experiencia produciendo La música está servida —una serie para Disney que mezcla gastronomía y música— también le permitió explorar el formato híbrido: una mezcla entre entrevista íntima, gastronomía como excusa narrativa y documental visual de autor.

“Lo más difícil fue encontrar el punto medio entre lo editorial y lo emocional. Porque si te vas demasiado hacia lo técnico, perdés alma. Y si te vas solo por lo emocional, podés terminar en el cliché”, insiste.

Lo que distingue a Rocío en el mundo del documental es su equilibrio entre profesionalismo y sensibilidad. Sabe lo que necesita una producción para salir bien, pero también tiene la intuición necesaria para leer lo que ocurre en un set cuando las cámaras no están grabando:

Muchas veces lo que termina siendo central en un episodio fue algo que surgió fuera de la entrevista, en una conversación de pasillo. Y hay que estar atento. No todo está en el plan”.

Para ella, el desafío de producir documentales es lograr que el espectador olvide la cámara. “No buscamos dramatizar ni romantizar. Queremos que las personas se vean como son. Que el público conecte, no con la celebridad, sino con la persona detrás”, detalla.

Taboada combina videoclips, proyectos de marca y nuevos desarrollos documentales. Aunque no puede adelantar detalles, confirma que está trabajando en una serie de perfiles íntimos de artistas latinos para una plataforma global.

“Hay un interés creciente en mostrar a las figuras desde lugares más genuinos. Y eso me parece valioso, porque humaniza a quienes muchas veces son vistos solo como productos”, cuenta.

En un mercado dominado por la inmediatez, Taboada defiende el valor del tiempo. “El documental necesita respiración. No todo tiene que viralizarse en 24 horas. Hay historias que crecen en la repetición, en el relato pausado. Y si logramos que alguien se quede viendo diez minutos más de lo que planeaba, ya hicimos algo bien”, finaliza.

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