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“Héroe o villano, chistoso o dramático, todo personaje tiene su goce”: Julián Arango habla de su trayectoria actoral
Julián Arango regresa a Cali para presentar ‘Julianchou’, su más reciente obra de stand up comedy, basada en las frases típicas de los colombianos. El actor que le tomó el pelo a la vida.
Los personajes de Julián Arango, incluso al principio de su carrera cuando actuó de galán, tenían una ambigüedad moral que los hacía más seductores y complejos. En ‘Perro amor’ (1998 - 1999), Antonio Brando “El perro” cumple todas las condiciones para ser un villano, es infiel, insensible y ambicioso, pero al final se transforma y logra redimirse, ganándose lo que podría llamarse “el perdón de los televidentes”.
Algo similar sucede con su papel de Martín Martínez Köppel en ‘El inútil’ (2001-2002), es un hombre entrado en los 30 años que no tiene definida su vida, dado que prefiere vivir de la riqueza familiar. Es allí cuando su situación privilegiada se trastoca y termina obligado a demostrar sus verdaderas capacidades.
De algún modo, sus interpretaciones eran de “antigalanes”, hombres defectuosos, incluso machistas, que lograban aprender de sus errores, mostrando un realismo convincente, contrario a los galanes acartonados de una sola pieza, correctos, inexpresivos y sin vida interior de los melodramas tradicionales.
Luego de estos protagónicos galanescos, Julián Arango empezó a encarnar una admirable serie de personajes ‘secundarios’ que se robaron la pantalla por completo, compitiendo en popularidad con los protagonistas y grabándose en la memoria del público. El primero de ellos, que sigue vigente hasta la actualidad, es el soberbio diseñador de moda Hugo Lombardi, quien no deja pasar ocasión para burlarse de Betty la Fea y exigir respeto para él, porque sin sus diseños “Ecomoda no sobreviviría”.
El personaje de Lombardi es uno de los indispensables en la exitosa telenovela creada por Fernando Gaitán, y que no podía faltar en la nueva temporada ‘Yo soy Betty la Fea: la historia continúa’, estrenada en la plataforma Prime Video, el pasado 19 de julio de 2024, es decir, 23 años después de que concluyera la producción original, transmitida por el Canal RCN.
Otros de sus personajes encasillados en la categoría de villanos: Álvaro José Pérez, alias Guadaña, en ‘El cartel de los sapos’ (2008); Ramiro Rocha, en ‘Anónima’ (2016); y Evaristo Rendón, en ‘Rigo’ (2023-2024), fueron transformados por el actor bogotano en seres creíbles, por los que se llega a sentir odio genuino y, aunque algunos puedan negarlo, también adquirir, como dicen los Rolling Stones, “simpatía por el diablo”.
—¿Cómo logró desarrollar la complejidad de sus personajes, que son a un mismo tiempo queridos y odiados?
Busco que estén en contravía todo el tiempo, que ante ellos el público tenga la sensación de que sí, a este hay que odiarlo y, a la vez, se pregunten, por qué no puedo odiarlo del todo, ¿será por qué su forma de ser tiene cierta gracia y humor? Tal vez, pero yo no tengo un método para eso, es más como otra forma de no tomarme tan en serio las ideas del bien y el mal, que se relaciona con cómo pienso el oficio mismo de actor.
Siempre me he burlado, en el buen sentido de la palabra burla, de la importancia que otorgan al hecho de ser actor, trato de no caer en solemnidades y toda esa carreta con la que se enseña este oficio, entiendo su importancia y respeto los métodos, aunque yo siempre me he dejado llevar por la intuición, porque actuar me permite distraerme de ser yo mismo, para poder habitar otras personalidades. Y es el no tomarme tan en serio lo que me abre la puerta a otros universos, esa es la maravilla de ser actor. Yo disfruto mucho jugar así con las posibilidades de ser y creo que algo de eso, de ser y no ser, lo tienen mis personajes.
—¿Cuál es el personaje del que se siente más satisfecho?
Yo tengo la teoría de que uno hace solo un personaje en su vida, pero de distintas formas. No es que haga el mismo personaje siempre, sino que si yo no hubiera hecho el gomelo de ‘Tiempos difíciles’ no hubiera podido hacer a Hugo Lombardi después, y el próximo personaje que haga saldrá con todas las enseñanzas y experiencias que me han dejado los anteriores, entonces no se trata de decidir cuál es mejor, porque nos ponemos como con Messi o Maradona. Solo puedo decir ahora mismo, que es una maravilla actuar y sea lo que sea que me propongan, sea héroe o villano, chistoso o dramático, todo personaje tiene su goce.
—¿Debido a sus villanos ha llegado a sufrir rechazo, acoso o ataques por parte del público?
Siempre pasa, uno se da cuenta, como cuando vas a cualquier negocio o establecimiento y te encuentras personas que te tratan muy bien, son muy queridos, pero hay otras que no, se nota que les caigo mal, seguro por algún personaje y no les interesa hacer concesiones, saber si yo soy buena gente o no, se quedan con esa imagen. Pero más allá de que me atiendan mal o me ignoren, no ha trascendido. Aunque, ahora recuerdo que cuando hice ‘Perro amor’, una señora me pegó un carterazo en un supermercado y me dijo: “Por muérgano, para que respete a las mujeres”, y en esa época no había redes sociales.
Soy muy agradecido y muy de buenas con la gente, casi todos me tratan bien y les gusta lo que hago, uno que otro me dice por allí “vea no trate mal a la fea”, pero nada del otro mundo.
—Con su interés por los acentos, ¿cómo ha sido interpretar a personajes de las regiones de Colombia?
El personaje de Orlando Henao, en ‘Narcos’, me costó un poco de trabajo, porque los acentos tienen eso que de repente se vuelven una caricatura y dejan de ser reales. Y, en este caso, debía sonar muy natural el acento, pero es que el acento caleño me parece muy llamativo, es como el costeño o el guajiro, pero se me estaba complicando, afortunadamente el director era caleño y me ayudó para hacerlo sonar muy relajado, como que no se note que estoy haciendo un acento.
Pero los que me fluyen más son los paisas, y los bogotanos ni se diga, me salen fácil el acento de taxista, viejito o gomelo bogotano. Otro que me exigió bastante fue el papá de La Pola, que era santandereano y a veces se me mezclaba con el acento del Huila, con el opita. También se me mezclan a veces el pastuso con el mexicano. Pero, creo que los acentos son como un músculo que hay que desarrollar y ejercitarlo, para sacarlos bien toca es darle y darle hasta que ya uno no esté esforzándose para que suene, sino que hable así con normalidad.
—¿Y cómo pule los acentos?
Con grabadora, o sea me grabo y me oigo, me grabo y me oigo, me fijo dónde estoy haciéndolo intencionalmente y dónde está saliendo natural. Creo que de tanto oírse uno llega a un momento en que ya vuelve propio el acento y ahí es donde puede uno empezar ya a actuar y a meter las emociones dentro del personaje.
—¿Qué significa la actuación para usted?
Puede ser tantas cosas, pero podría decir que es la posibilidad de permitirse encarnar otra versión de uno mismo, ese privilegio de poder ser otro pero en la misma piel. La actuación permite mamarlegallo a la existencia, porque yo llegué a la vida con la obligación de ser Julián, lo que trae todas esas obligaciones y responsabilidades, que pagarle a la DIAN, ir al odontólogo y demás calamidades, pero el arte me ha permitido ser más personas: Hugo, Guadaña, Evaristo y tantos más, que me han enriquecido la vida.
Regresar a Hugo
Un regalo: “De verdad es un regalo, que 23 años después me vuelvan a dar el privilegio de ser Hugo Lombardi, es una maravilla, qué más puedo pedir yo en la vida, si me la he pasado divirtiéndome siendo otros”.
Evolución del personaje: “Intenté hacer que fuera un personaje más maduro, con más experiencia y calmado, pero no lo logré. Apenas me puse la ropa, su esencia estaba intacta, él es un personaje muy clásico, cree que lo que él piensa siempre es lo correcto, y vive quejándose de que merece mucho más, que se va a ir de Ecomoda, pero pasaron 20 años y ahí sigue”.
Sobre Evaristo Rendón: “Es un personaje que no existió como tal, nace de una cantidad de gente que se portó mal con Rigo, que le hicieron la existencia imposible”.
Amigos y familia
Después de ser relacionado por muchos años —aunque su relación no duró sino unos meses— con Ana María Orozco, Julián Arango finalmente reveló la identidad de la mujer que ama y con quien ha compartido los últimos 20 años de su vida, y que vive alejada de los focos del entretenimiento: Lina, con quien tiene una hija y gran estabilidad.
Pese a que es bastante reservado con su vida íntima, el bogotano habló sobre su familia en el pódcast de La Sala de Laura Acuña, y contó que su esposa Lina “es historiadora, es una persona muy centrada que me ayuda y me ofrece mucha estabilidad porque esta profesión (actuación) te sube y te baja emocionalmente muy duro. Entonces, a mí me sirve llegar a un lugar seguro y Lina me lo ofrece”.
Aseguró que precisamente por eso se entienden tanto, “no hay necesidad de ventilar nuestras vidas y mostrarle al mundo cómo es que se vive y se es feliz. Sabemos que la felicidad es por ratos y todo mundo muestra solo lo bonito”.
Confesó también que una de sus mayores alegrías ha sido ser padre de Adelaida, quien actualmente tiene 14 años. Para él, es motivo de felicidad, “lo más divino que hay, su creatividad, sus ideas, su universo, su mundo. Verla tomar decisiones”. Se emociona describiéndola: “Es tan jodida esa china, que lo único que me recuerda en la vida son las dos veces que no pude ir a un cumpleaños de ella porque la verdad no pude”.
A ella también la ha mantenido alejada de su mundo de luces, cámara y acción, mucho más de las redes sociales y de la vida pública, de la que él no se puede escapar, por una razón de peso: “Ella no tiene por qué acarrear con esto. Yo quiero que mi hija tenga una identidad propia, por más que sea la hija del actor Julián, pero que ella sea Adelaida […]. Yo no sé cómo hacen los actores que muestran a sus hijos desde muy chiquitos y ya los vuelven embajadores de marcas con una cantidad de responsabilidades que no tienen por qué tener. Son niños y tienen que ir a jugar”.
Revivamos nuestra historia…
Ana María Orozco y Julián Arango se conocieron mientras grababan la telenovela ‘Tiempos difíciles’ en 1995, siendo aún muy jóvenes. Y se casaron uno año después de reencontrarse en la novela ‘Perro amor’.
El matrimonio legal duró seis meses, aunque algunos medios aseguran que fue al año cuando firmaron su divorcio, en plenas grabaciones de la novela y que esto provocó un ambiente tenso en el set.
La unión se disolvió en el año 2000, en medio de las grabaciones de la telenovela que los catapultó a ambos.
Él aclaró que su separación se debió más al desgaste natural de la relación, por no soportar, ambos, las presiones del trabajo y la fama. “Ana María no salía del estudio y yo no grababa tanto tampoco. Entonces, no… se fue distanciando (la relación)”, dijo Arango a TVAzteca. El artista mencionó que la separación no fue difícil, sino una consecuencia natural del tiempo y las circunstancias. “Ella tuvo una segunda relación después, pero no durante el matrimonio. No hubo nada de infidelidad. La separación no fue dura, fue natural”, desmintiendo cualquier especulación.
Una de las escenas más difíciles para Julián Arango, dicho por él, fue cuando Hugo Lombardi tuvo que diseñar el vestido de matrimonio a Betty. “Recuerdo que hubo un sentimiento detrás, no fue fácil de hacer. Pero hay otro momento muy especial para mí, aquel que finaliza el desfile de Ecomoda. Lombardi iba a renunciar, pero Betty lo persuade. Lo que se dicen es emotivo y dio fin a todo”.
Incluso, el día de la despedida, después del desfile, Ana María, en el personaje de Betty, le dice a Hugo: “Váyase a tomar unas vacaciones”, cerrando un capítulo de sus vidas.
Sin embargo, la misma novela los ha obligado a reunirse en diferentes ocasiones, cuando lanzaron la versión teatro y más recientemente para filmar ‘Betty, La Fea: la historia continúa’, de Prime Video.
“Cuando me llamaron para hacer de nuevo Betty, lo primero que pregunté fue si Ana María iba a estar, que no fuera otra actriz, porque ella es indispensable”, expresó Julián Arango a El País.
Capítulo aparte merece también la amistad entrañable de Julián con Antonio Sanint, desde hace más de cuatro décadas. Desde que se conocieron en el colegio, suman más de 20 años en los escenarios interpretando a un par de cachacos cascarrabias en ‘Ríase el show’, haciendo parte de la generación pionera del stand up comedy en Colombia, junto a Andrés López y Gonzalo Valderrama.