Cultura

César Acevedo, director caleño, habla de su segundo largometraje, Horizonte

“Entre más terrible se nos presenta el mundo, más hay que esforzarse por mantener la esperanza”, César Acevedo, director caleño, habla de su segundo largometraje, Horizonte.

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Horizonte comenzó su recorrido internacional con su premier mundial en la sección Discovery del Festival Internacional de Cine de Toronto (Canadá, 2024). Desde entonces ha hecho parte de la selección y programación de diferentes eventos, con estrenos comerciales en Chile, Ecuador, Francia y Luxemburgo.
Horizonte comenzó su recorrido internacional con su premier mundial en la sección Discovery del Festival Internacional de Cine de Toronto (Canadá, 2024). Desde entonces ha hecho parte de la selección y programación de diferentes eventos, con estrenos comerciales en Chile, Ecuador, Francia y Luxemburgo. | Foto: Foto: película Horizonte

24 de oct de 2025, 01:08 a. m.

Actualizado el 24 de oct de 2025, 01:09 a. m.

24 de oct de 2025, 01:08 a. m.

Actualizado el 24 de oct de 2025, 01:09 a. m.

Especial para El País, por Juan Carlos Moreno Urán

El segundo largometraje del director y guionista caleño, graduado con honores de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad del Valle, César Augusto Acevedo fue ovacionado en el Teatro Colón, el pasado 31 de agosto, en la apertura de la edición 12 del Festival Internacional de Cine por los Derechos Humanos – FICDEH.

Horizonte se estrenó en salas de cine del país el 23 de octubre, gracias a la distribución de DOC:CO, luego de pasar por la cartelera de países como Chile, Ecuador, Francia y Luxemburgo, para compartir con el público colombiano esta particular mirada sobre nuestra condición humana.

La película es protagonizada por dos talentosos actores con larga trayectoria: el colombiano Claudio Cataño, director y actor, que encarna al coronel Aureliano Buendía en Cien Años de Soledad, la serie de Netflix basada en el icónico libro de Gabriel García Márquez. Junto a él, está la chilena Paulina García, actriz, directora y dramaturga, que en 2013 recibió el Oso de Plata en el Festival Internacional de Cine de Berlín por su protagónico en la película Gloria de Sebastián Lelio y que recientemente ha conocido el público colombiano en la coproducción Querido Trópico.

Bajo la dirección de César Augusto Acevedo, ganador de la Cámara de Oro en el Festival de Cannes por su película ‘La tierra y la sombra’ (2015), Horizonte cuenta la historia de Inés y su hijo Basilio, quienes se reencuentran en la muerte para emprender un viaje físico y espiritual en un mundo completamente devastado por la guerra. Entre la memoria, el duelo y la esperanza, descubrirán que siempre existirán caminos para la redención; y que el poder humano de amar, recordar y resistir, puede cruzar cualquier frontera.

César Acevedo, director, y Paola Andrea Pérez, productora, hablan de esta película.

César, ¿de dónde surge la película Horizonte?

En un principio, la película nació de mi propia desesperanza por vivir en un país donde, de cierta manera, uno se siente culpable de sensibilizarse frente a la violencia. Vivimos rodeados de tanta muerte que por momentos, olvidamos el verdadero valor de la vida.Me resultaba muy difícil entender por qué seguimos matándonos en una guerra sin sentido, si todos los ejércitos están compuestos por hijos de una misma tierra.

Esa reflexión coincidió con los resultados del plebiscito por la paz, que fue un golpe muy duro para todos nosotros. En ese momento sentí que ningún cambio era posible, que habíamos perdido la fe hasta en nosotros mismos. Pero precisamente eso me llevó a pensar que debía buscar algo lo suficientemente poderoso para oponerse al cinismo, la corrupción y la desesperanza que nos embargaban. Entendí que, entre más terrible se nos presenta el mundo, más hay que esforzarse por sostener ideales que nos devuelvan la confianza en nosotros y en nuestro futuro.

Así comenzó Horizonte, como un ejercicio de humanización en torno al verdadero valor de la vida en un mundo que constantemente nos quiere hacer pensar que todo está perdido. La historia sucede en una especie de limbo, en un plano espiritual, contada desde el punto de vista de los muertos.

Tomé esa decisión porque quería hablar de los cientos de miles de colombianos asesinados y desaparecidos, que entendiéramos que eran personas con sueños, con familias, con motivos para vivir, y no simples números en una estadística.No quería hacer una historia de fantasía ni hablar de algo que está perdido, sino una película que nos hablara directamente a los que aún estamos aquí, a los que todavía tenemos tiempo y oportunidad de intentar transformar nuestra realidad.Esa realidad, atravesada por traumas y dolores, debemos empezar a reconocerla por la salud moral de nuestro pueblo.

Horizonte de César Acevedo - Tráiler oficial

Hablando de esos traumas y dolores, ¿de qué manera se tiene en cuenta a las víctimas del conflicto, teniendo en cuenta que la película se narra desde el punto de vista de un victimario? ¿Por qué tomar esa decisión?

Al abordar el conflicto y la violencia, sentí que debía hacerlo desde los dos puntos de vista: el de la víctima y el del victimario. Quería entender sus universos morales para desarrollar preguntas en torno al perdón, la reconciliación, la verdad y la reparación.

Hice un proceso de investigación que partió de las historias cotidianas. En cualquier lugar del país uno encuentra personas que han padecido la violencia, de forma directa o indirecta. También me sirvió mucho observar las audiencias de Justicia y Paz y las de la JEP, entender esos encuentros y lo que cada persona expresaba sobre lo que había vivido.

En la película no quería hacer un inventario de horrores ni contar historias que alimentaran la costumbre de convivir con la tragedia. La muerte se volvió paisaje, y eso ha hecho que perdamos gran parte de nuestra humanidad. Lo que busco con mis personajes es generar encuentros, vínculos y preguntas.

Claro, hay una gran incertidumbre, porque nadie sabe bien qué debemos hacer, pero es necesario inventar palabras, sumar gestos y actos que nos permitan transformarnos como sociedad.En resumen, la película propone que, si dos personas pudieran pensar y sentir algo al mismo tiempo, sería muy fácil entenderse; pero como eso es imposible, el único camino que nos queda es el diálogo y avanzar juntos sobre esta tierra.

Por eso decidí que los protagonistas fueran una madre y un hijo: ese es el vínculo físico, emocional y espiritual más fuerte que podemos experimentar en la vida. Sin embargo, en Horizonte, ellos no logran reconocerse, no solo por su condición de víctima y victimario, sino porque no han compartido una experiencia conjunta del mundo. Solo cuando comienzan a reconocerse a sí mismos y al otro, pueden empezar a entablar actos de amor, perdón y reconciliación que tanto necesitan.

Horizonte cuenta la historia de Inés y su hijo Basilio, quienes se reencuentran en la muerte para emprender un viaje físico y espiritual en un mundo completamente devastado por la guerra.
Horizonte cuenta la historia de Inés y su hijo Basilio, quienes se reencuentran en la muerte para emprender un viaje físico y espiritual en un mundo completamente devastado por la guerra. | Foto: película Horizonte

En la búsqueda de escuchar a las víctimas y en esos procesos de memoria que mencionas, ¿qué fue lo que más lo marcó en la construcción de la película? ¿Hubo alguna historia o elemento en particular que motivara a continuar con Horizonte?

Creo que una guerra tan larga es una gran tragedia porque destruye no solo físicamente, sino moral y espiritualmente. Noté dos cosas muy distintas.Desde el lado de muchos victimarios, había una profunda culpa —no en todos, claro—, pero sí en aquellos que me interesaban para la película. Una culpa acompañada por la imposibilidad de devolver el tiempo, de reparar el daño hecho. Intentaban entender de qué manera podían redimirse, aunque sabían que nada les permitiría devolver a los seres queridos de las víctimas.

Por el lado de las víctimas, encontré una gran dignidad, un enorme valor y unos ideales muy profundos. No querían que lo vivido se repitiera para nadie más. Entendían que primero se necesitaba conocer la verdad para poder pensar en el perdón y la reconciliación, pero siempre estaba presente ese deseo de que la guerra no se perpetuara más en nuestro pueblo.

Esos dos lados fueron los que me movieron a hacer una película que no fuera pesimista, sino que hablara de la incertidumbre en la que vivimos. En Horizonte, el limbo es un lugar para curar el sufrimiento. Lo que pretendía era generar vínculos y lazos que nos movieran, no solo desde la memoria de lo que pasó, sino desde la posibilidad de cómo afrontarlo hoy.

De hecho, la película también es una respuesta a los resultados del plebiscito por la paz. Vi un país completamente desconectado, desde sus ciudades hasta sus campos profundos, pero también escuché el llamado de las personas que sí querían la paz, que no querían que nadie más volviera a vivir esos horrores.

Eso es lo que quise plantear: una película que invite al espectador a reflexionar sobre cómo todos estamos conectados y tenemos responsabilidades hacia el tiempo que vivimos. No se trata de esperar que otros hagan la paz o que otros se perdonen; para sanar debemos hacerlo de manera individual, y solo así podremos pensar en una reconciliación colectiva.

César Augusto Acevedo es director y guionista caleño, graduado con honores de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad del Valle. Su primer largometraje, La Tierra y la Sombra, participó en más de 40 festivales de cine de todo el mundo, ganando 25 premios, luego de su estreno mundial en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes (2015), donde recibió cuatro reconocimientos: France 4 Visionary Award, SACD Award, Rail D'Or y la Cámara de Oro. Carolina Navas / suministrada para El País
César Augusto Acevedo es director y guionista caleño, graduado con honores de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad del Valle. Su primer largometraje, La Tierra y la Sombra, participó en más de 40 festivales de cine de todo el mundo, ganando 25 premios, luego de su estreno mundial en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes (2015), donde recibió cuatro reconocimientos: France 4 Visionary Award, SACD Award, Rail D'Or y la Cámara de Oro. | Foto: Carolina Navas / suministrada para El País

En este recorrido que ha tenido la película por diferentes festivales, ¿Horizonteha recibido reconocimientos o comentarios que los hayan conmovido o llamado la atención?

El estreno mundial fue en Toronto, y luego pasó por el Festival Internacional de Hong Kong, una de las citas más importantes en Asia. También estuvo en Latinoamérica, en la muestra de São Paulo, y en varios festivales en Europa.

Ha sido muy curiosa la reacción del público, porque identifican que es una película profundamente colombiana, pero al mismo tiempo entienden que Horizonteno trata de explicar el conflicto armado. Al principio muchos espectadores intentan buscar un contexto, creen que la película va a ofrecer razones históricas, políticas o ideológicas que expliquen esta violencia, pero después comprenden que la historia está hablando desde otro lugar, con preguntas más existenciales sobre cuál es el verdadero valor de la vida en un mundo que parece estar perdido, donde parece que ya no vale la pena luchar por nada.

El público se conecta mucho con la película porque, aunque parte de una realidad colombiana, aborda un tema universal. En todos los conflictos y guerras del mundo hay algo que nos une, porque como humanidad estamos conectados. No podemos mirar hacia otro lado ni pensar que la violencia solo ocurre en lugares lejanos. Aceptar que la muerte se vuelva paisaje nos está haciendo perder gran parte de nuestra humanidad y de nuestro espíritu.

La recepción del público ha sido muy interesante. Además, muchos han destacado la potencia visual y sonora de la película. Han valorado su calidad técnica y estética, y se sorprenden de que en Colombia también se realicen producciones de este nivel.

Paola Andrea Pérez: Es muy acertado lo que dice César. La gente recibe la película con una conexión muy profunda hacia lo que significa ser colombiano y habitar un país en una guerra tan larga, tan constante y cambiante. Siempre hay alguien que se reconoce en esas historias.

Algunos nos dicen: “Yo migré, no porque mataron a alguien de mi familia, sino porque sentía el peligro” o “tuve que desplazarme de mi pueblo y, ya en la ciudad, no encontré oportunidades”. Son experiencias que los espectadores comparten después de ver la película, y eso la vuelve muy cercana.

Particularmente, siento que las madres tienen una conexión espiritual muy fuerte con Horizonte. Ese cordón umbilical que nunca se rompe está muy presente. Inés, la protagonista, intenta renunciar, pero no puede: es su hijo. Y creo que muchas madres reconocen ese vínculo en la historia.

Además, Horizonte no es una película que hable estrictamente de la guerra; va mucho más allá. Conecta desde un lugar espiritual profundo, y eso es lo que le da su relevancia en este momento en el que la humanidad parece abrirse hacia una conciencia más grande.

La película se rodó en varios lugares del país: Tauramena, el Meta, Cundinamarca, Boyacá… ¿Qué desafíos representó en términos de producción y qué valor narrativo aportan estas locaciones?

Paola Andrea Pérez: Yo creo que las locaciones eran un personaje más. Teníamos que marcar el recorrido de los protagonistas de una manera muy determinante. No es lo mismo dar vueltas por el vecindario que atravesar montañas, ríos, bosques y selvas. Esos lugares, en un país como el nuestro, han sido testigos de la guerra y del desplazamiento; han visto pasar a cientos de colombianos, venezolanos y migrantes de todo el mundo.

Los ríos han sido cementerios; las selvas, testigos de masacres; los bosques, fosas comunes. Todo eso está presente en el paisaje, en la energía del territorio y en las emociones de quienes lo habitan. Eso fue esencial para construir el camino de los personajes, un trayecto donde parece que están atrapados, pero en realidad están atravesando una inmensidad.

Colombia es un país vasto, hermoso y doloroso a la vez. Vivimos en un territorio absurdamente bello, pero no siempre podemos conocerlo por el miedo a movernos. Para mí, la locación —o más bien, las locaciones— son un personaje con un valor indescriptible. Reflejan la complejidad, la grandeza y la belleza de este país, un territorio lleno de vida, pero también marcado por heridas profundas.

Llevo veinte años haciendo cine y he recorrido los lugares más difíciles del país: el Magdalena Medio, la costa, pueblos atravesados por el conflicto. En todos ellos se siente esa grieta que nos cruza como sociedad. Y esa grieta también atraviesa la tierra, la madre tierra que nos da alimento, pero que ha sido violentada. Mostrar esa dualidad era indispensable para Horizonte.

César: Era muy importante mostrar que ningún lugar de nuestra geografía está exento del conflicto. Las locaciones no son solo un paisaje físico, sino también moral, emocional y espiritual.

La película transita de la oscuridad a la luz, de la muerte a la vida. A medida que los personajes avanzan y van recuperando su humanidad, el mundo a su alrededor comienza a transformarse, a volverse más expresivo y armónico. Queríamos que el espectador sintiera eso: que este país y esta tierra aún están ahí para nosotros, que todavía nos ofrecen la posibilidad de transformarnos.

También fue fundamental el apoyo de las comunidades en los lugares donde filmamos. Nos recibieron con los brazos abiertos, colaboraron en la producción, en el arte, incluso actuando. Era muy bello hablar con ellos sobre la película y escuchar sus propias historias. Veían reflejadas en la pantalla muchas cosas que habían vivido, y entendían la importancia de hacer este tipo de cine en Colombia, para que todos comprendamos lo que ha sucedido —y lo que aún sigue ocurriendo— en estos territorios.

Una de las experiencias más conmovedoras fue la primera proyección que hicimos en el país, con las personas de Boyacá, en el Cocuy, especialmente en el pueblo de Las Mercedes, donde ocurre una de las masacres de la historia. Muchos de ellos nunca habían visto una película en cine; viajaron más de ocho horas hasta Tunja para verla. Fue muy emocionante verlos reconocerse en la pantalla, sentir que Horizontehacía honor a las víctimas y rescataba su dignidad. Para ellos —y para nosotros— fue un recordatorio de por qué es necesario asumir compromisos y responsabilidades frente al país que habitamos hoy.

Hablando del propósito que tiene la Justicia Especial para la Paz y la Comisión de la Verdad —que citaste en algún momento—, uno de los objetivos también ha sido identificar a los actores de la violencia. Es decir, quiénes han sido los responsables de determinados hechos en distintos momentos. ¿Por qué se decidió no hacerlo directamente en la película?

César: La razón principal era que no quería señalar a ningún grupo en especial. No quería decir si eran guerrilleros, paramilitares o militares, porque sentía que eso podía limitar mucho la reflexión que propone la película.

Justo en este plano espiritual donde sucede la historia, no estamos siendo testigos del acto de violencia en sí, sino de las consecuencias que este deja en los seres humanos, del sinsentido de esa violencia y de esa guerra.

Comprendía que era un riesgo no identificar a los actores que estábamos mostrando, pero precisamente quería que el espectador, desde su propia experiencia de vida y su relación con el mundo, reflexionara sobre quiénes son esas personas. Podrían ser militares, guerrilleros, paramilitares… pero al final la pregunta más importante era: ¿qué nos dejó toda esa violencia?, ¿qué generó en nosotros?

Es como el limbo en el que están los personajes: no pueden desligar ese pasado de su presente. Y eso era lo que más me interesaba, porque creo que en este país nos acostumbramos a pensar solo en buenos y malos, y a ver a quien piensa diferente no como alguien distinto, sino como un enemigo.

Hay una sed muy grande de sangre y de venganza. Yo quería dejar de lado eso, borrar un poco esa frontera que nos lleva a pensar quién era más malo. Al final, la gran tragedia es que la guerra destruye a todos por igual, sobre todo a las personas más vulnerables e inocentes. Y eso era lo que la película también quería plantear.

¿Qué retos tuvo la película en cuanto a su producción y la consecución de recursos? Es una película que le apuesta mucho a la calidad en todos los sentidos. ¿Qué implicó buscar financiación, realizarla y llevarla a festivales?

Paola: Fue un largo camino, de muchos años. Estuvimos casi ocho años desde que la película empezó a desarrollarse hasta que se finalizó. En este país es una locura, porque lo que se obtiene del Fondo de Cine para una película de este tipo no llega al 10 o 15% de la financiación.

Luego, con la obtención del fondo iberoamericano, se generó la obligación de tener el 70% del presupuesto asegurado para poder cumplir con todos los compromisos, y eso es muy difícil en un contexto como el latinoamericano, donde hay una gran imposibilidad de financiación.

Fue muy complejo. La gente dirá: “Ay, tiene un montón de fondos”, pero detrás hay un esfuerzo enorme. Desde el inicio tuvimos una coproducción con Francia, con Cine-Sud Promotion y el productor Thierry Lenouvel, que ha estado conmigo en todas las etapas. También se vinculó mi madre, Liz Nieto, que siempre ha estado de mi mano produciendo y gestionando el proyecto.

Además, contamos con coproducción con Luxemburgo, donde obtuvimos apoyo del fondo local; con otro coproductor francés, InVivo, con quien hicimos la postproducción en temas de VFX; y con Chile, a través del Fondo Iberoamericano, lo que permitió contar con Paulina García y Soledad Salfate en el equipo.

A pesar de toda esa fortuna de tener varios fondos públicos, sigue siendo muy complicado. La financiación privada en el país tiene cero credibilidad porque el retorno es muy bajo. Fue un camino arduo, lleno de sacrificios tanto como productores como en lo artístico, porque tuvimos que filmar en seis semanas una película que, idealmente, debería haberse rodado en ocho o diez, con más tiempo y tranquilidad.

Aun así, logramos hacerlo muy bien, con un equipo maravilloso. Es una película de 1.200.000 dólares, que por su calidad debería ser de 3 millones. Lo digo con conocimiento, después de haber ejecutado casi 25 películas y entender cómo es este proceso.

Pero en Colombia las oportunidades de financiación y gestión cultural son cada vez más reducidas. Hay más competencia, porque con la llegada de los servicios cinematográficos mucha gente se ha formado, las compañías crecieron, pero los fondos para el cine colombiano no crecieron igual.

A veces la gente piensa: “Bueno, ya ganaron en Cannes, ya los nominaron, entonces deben poder financiar sus películas fácilmente”, y no es así. Incluso quienes ganan el Óscar, el César o el Goya siguen necesitando recursos públicos, porque este tipo de cine no se financia comercialmente de manera sencilla.

Son las historias que realmente debemos contar en países como los nuestros. Así que, aunque fue un camino lleno de obstáculos y paradojas, logramos hacer una película con muchos fondos públicos, inversión privada y, sobre todo, con un uso responsable y eficiente de los recursos, aunque muchas veces estuvimos al límite.

En ese gran trabajo de producción que mencionaba Paola, y con todo lo que han venido gestionando, la película llega a salas colombianas este 23. ¿Qué esperan del público nacional? ¿Tienen estrategias para mostrarla, promoverla o propiciar conversaciones en torno a ella?

Paola: En mi caso, espero que la película abra conversaciones muy necesarias para nosotros, los colombianos, y que pueda verla la mayor cantidad de gente posible.

Esperamos contar con suficientes salas para que el público pueda enterarse, que haya un voz a voz fuerte y que realmente sea una película útil para las conversaciones que debemos tener como sociedad.

Vamos a participar en muchos festivales nacionales, haciendo una ruta que nos permita llegar a las regiones donde las películas solo pueden exhibirse a través de estos espacios, porque no hay salas o porque es muy difícil conseguir una distribución comercial.

La idea es estar presentes en las principales ciudades, en salas comerciales, y también —ya confirmado— en las salas independientes del país.

Para mí, la expectativa es que la gente pueda verla, conversar sobre ella y que le sea útil, sobre todo. Que sea una película que sirva para encontrarnos, reflexionar y llegar a muchos lugares, no solo físicos, sino también espirituales.

César: Estoy muy, muy contento. Anhelaba mucho que llegara este momento. Han sido muchos años de trabajo junto a Pao y a todo nuestro equipo para poder brindar una experiencia cinematográfica que sé que los espectadores van a disfrutar y en la que encontrarán cosas valiosas.

Es una película muy humana, que creo que puede enriquecer nuestra mirada sobre la vida, sobre lo que nos ha pasado como colombianos, y que nos invita a no rendirnos ni perder nuestra humanidad en este país.

Aún tenemos tiempo para intentar transformar esta realidad, y aunque es duro, precisamente por eso nos necesitamos unos a otros. Se trata de asumir compromisos y responsabilidades, tanto individuales como colectivas, para poder sanar como pueblo.

Estoy seguro de que los espectadores, al ver Horizonte, no solo encontrarán un viaje físico y espiritual potente desde lo técnico y lo artístico, sino también desde las preguntas existenciales que plantea. Y tengo curiosidad por ver qué diálogos genera.

Como dijo Pao, la idea es mostrarla en la mayor cantidad posible de lugares y territorios. Empezaremos en salas comerciales, luego en festivales, y más adelante buscaremos que llegue también a las zonas donde filmamos, a esos lugares donde el arte y la cultura pueden sumarse a las acciones que la gente emprende desde el campo para recordarnos que la vida en este país vale la pena, y que no podemos permitir que el desencanto o la desesperanza nos quiten el espíritu.

Perfiles del director y la productora

César Augusto Acevedo es uno de los pocos directores latinoamericanos y el único colombiano que ha recibido el premio Caméra d’Or (Cámara de Oro), reconocimiento que otorga cada año el Festival de Cannes a la mejor ópera prima del conjunto de sus diferentes secciones. La Tierra y la Sombra participó en más de 40 festivales de cine de todo el mundo, ganando 25 premios, luego de su estreno mundial en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes (2015), donde recibió cuatro reconocimientos junto a dicho galardón.

Paola Andrea Pérez Nieto - Productora Colombia

Con más de diecinueve años de experiencia, cuenta con créditos en largometrajes que han sido seleccionados en los principales festivales de cine del mundo. Es una de las productoras de La tierra y la sombra (Caméra d’Or - Cannes 2015). Ha producido los largometrajes Horizonte de César Augusto Acevedo, que se estrenó en la selección Discovery del TIFF 2024; Mi Bestia, que fue estrenada en la selección ACID del Festival de Cannes 2024 y Los iniciados, el diario de las sombras (2024) de Carlos Moreno para Prime Video. Además, es productora en línea de Memoria (2021) de Apichatpong Weerasethakul, Los iniciados (2023) para Prime Video y la serie The Night Manager para BBC, la cual será estrenada en 2025.

Comunicador social y periodista de Univalle, a la que le debo todo. Bailador caleño, realizador y apasionado por el cine documental, como dice Patricio Guzmán: "Un país que carece de cine documental es como una familia sin álbum de fotografías".

Medio de comunicación líder del suroccidente de Colombia.

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