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Marcelo Cezán abrió su corazón y contó detalles de su vida: “una tocada de fondo muy brava, extrema”
El actor se casó pasados los 40 años y le dio una oportunidad al amor con su esposa.
Marcelo Cezán es uno de los actores y presentadores más conocidos y queridos del país, pues con su trayectoria en la televisión colombiana y su rol como cantante se ganó a un público que lo ha seguido por más de 30 años de carrera artística.
Recientemente, en entrevista con SEMANA, el actor, presentador y cantante se destapó sobre su vida y habló de la etapa en la que está, así como del pasado que, aunque no quisiera volver a vivir, le permitió tocar fondo para resurgir y levantarse de nuevo.
El actor dijo que siempre se disfruta todos sus roles: “Disfruto todas mis facetas. Me gusta actuar, cantar, ser anfitrión de un evento, maestro de ceremonias o influencer”. A su vez, recordó una anécdota que lo marcó para siempre.
“Una noche que llegué a mi casa de madrugada, después de una gira, y mi mamá me preguntó cómo me fue. Y yo, que a pesar del cansancio tenía una sonrisa, le dije: ‘Muy bien’. ‘Es que como usted todo se lo goza’, dijo ella. Y es verdad. Yo llevo la felicidad conmigo a pesar de los problemas. Esa frase de mi madre hace más de 20 años me marcó para toda la vida”, afirmó entre risas.
El cantante manifestó que la fama que obtuvo al inicio de su carrera “Fueron tiempos bonitos y que disfruté. No los añoro, vivo el presente. Ahora estoy cosechando lo que sembré, sobre todo, en la relación que he construido con el público, en la calle, en los barrios, en estos 30 años de carrera”.
Y agregó que su vida “no es la misma de hace 20, cuando vivía de hotel en hotel, como cantante y actor. Pero en esta etapa puedo disfrutar a mi familia, a mi hijo, a mi esposa y a mi padre, de 90 años, que vive con nosotros”.
Sumado a ello, el también presentador se refirió al complejo momento de su vida, a la que llamó ”una tocada de fondo muy brava. Extrema”.
Según explicó el artista, ello “implicó la ruina física, emocional, nadie quería trabajar conmigo, con deudas de más de 400 millones de pesos a la Dian. Fui desordenado, no devolvía los IVA. Yo era un rebelde del sistema, pensaba que ellos eran unos ladrones. Uno se mete en ese mundo oscuro y no es fácil salir”.
De igual manera, el actor se calificó como “un despilfarrador, un bohemio, un desordenado financieramente. Y a veces es necesario tocar fondo. Como cuando uno se está ahogando en una piscina y te dicen que lo mejor es irse hasta el fondo para tener un piso de donde impulsarse. Y eso fue lo que Dios permitió. Un día acepté esa realidad. Dije: ‘Estoy en la ruina, estoy feo, enfermo” y me tuve que parar como fuera y seguir adelante’”.
Además, confesó que no se arrepentía de nada de lo vivido: “Soy cristiano, estoy vinculado a una Iglesia, que me ha ayudado no solo en mi proceso espiritual, sino en lo físico y financiero, y a tener mucha gratitud con lo vivido. Con la luz y la oscuridad de mi vida. Si al contar mi historia puedo servirle de inspiración a alguien, pues seguiré compartiendo no solo mis vivencias, sino cómo salí de ese hueco, de esos momentos tan duros. Que digan: ‘Si Marcelo pudo, yo también puedo’”.
A su vez, el presentador rememoró que se sintió derrotado y contempló el dejar de vivir: “Es que viví el fracaso. A mi mamá le dije un 24 de diciembre de 2010: ‘La vida me quedó grande’. Estaba que tiraba la toalla. Sentía que no había podido con la vida y me quería ir del mundo. Pero Dios tiene sus estrategias, sus ángeles. Y el 25, al día siguiente, fue mi primer día en la Iglesia. El comienzo de lo que mis amigos llaman ‘el nuevo Marcelo’”.
Entre otra cosas, habló de su relación con los habitantes de calle y contó una historia que le marcó la vida para siempre: “Afuera de donde nos presentamos con Hombres a la plancha hay un habitante de calle con el que converso a la salida. Y, más allá de un pan que le dé, conversamos y le digo que entiendo su situación, que es circunstancial y no lo juzgo. Y le escucho su historia y le digo: ‘Puedes salir de allí'”.
“Un día un exhabitante de calle me abordó a la salida de Bravíssimo, cuando grabábamos en la Jiménez. Ya estaba bien vestido y me dijo que yo le había salvado la vida. No entendía de qué me hablaba. Entonces me contó que, años atrás, le había brindado un pan con un café y dejé que me contara su vida. Y recordaba que yo le había dicho que él no era un desechable, sino una persona talentosa que cometió un error”, añadió.
Y concluyó que “ese día él salió de su cambuche dispuesto a transformar su vida e ir a un centro de rehabilitación. Comenzó a trabajar con su familia y a retomar su talento con el saxofón. Ese día entendí: con solo 800 pesos y un minuto puedes hacer algo por alguien”.
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