CINE
Las razones que motivaron a Fernando Trueba a llevar al cine a 'El olvido que seremos'
El director español creía que la historia era demasiado íntima como para llevarla al cine, pero esto lo hizo cambiar de opinión.
Literatura y cine
Fernando Trueba está a la espera de la fecha de estreno en las salas de cine de Colombia de ‘El olvido que seremos’. Con el anuncio de la reapertura de aquellos cines que todavía permanecían cerrados, en poco tiempo este galardonado largometraje por fin podrá estar en la cartelera nacional.
No obstante, en medio de la pandemia ‘El olvido que seremos’ ya ha podido recorrer el mundo sin inconvenientes y rodeada de buenas críticas y calurosos recibimientos. Algo que no es de sorprender, ya que la historia del film está basada en la novela homónima de Héctor Abad Faciolince, uno de los libros más exitosos de la literatura colombiana en los últimos 15 años.
La historia tiene como protagonista al doctor Héctor Abad Gómez, padre del autor y una de las primeras personas en hablar sobre salud pública en el país. La narración retrata a la vida de Faciolince y en especial su afectuosa relación con su padre.
Protagonizada por el español Javier Cámara (quien fue capaz de imitar a la perfección el acento paisa), la película fue dirigida por el ganador del Premio Oscar, Fernando Trueba, quien se trasladó por una buena temporada al país, para realizar el proyecto con producción y elenco mayoritariamente colombiano.
En medio del inicio del Ficci Interruptus, la edición alternativa del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias, Fernando Trueba habló de su experiencia de una historia que en principio pensó que no podría ser llevada al cine.
Larga travesía
Junto al humor, elementos como la política y la música siempre han sido claves en su trabajo...
Deben ser que son cosas muy importantes en mi vida, como deben serlo para todo el mundo, y que están en constante conflicto, no sé por qué, porque deberían estar armoniosamente unidas, porque en teoría buscan el placer de la gente. Pero no siempre es así.
¿Qué importancia le da a los premios?
Son importantes en la medida que te ayudan para promocionar tu trabajo y también te permite seguir haciendo las cosas que te gustan. Igualmente te colaboran a lograr cierta independencia y un cierto control dentro de tus proyectos.
A la vez, tienen ese lado injusto que todo premio tiene, que es cuando una película todos saben que lo merece pero no lo gana, así como un director. Pero bueno, ya desde la tragedia griega se presentaba.
¿Alguna vez imaginó ganar un Premio Goya en la categoría Mejor Película Iberoamericana?
Nunca (risas). Pero me ha hecho mucha ilusión por todo el equipo colombiano y porque es una película completamente colombiana, donde me ofrecieron el placer y privilegio de estar.
Hacer una película siempre es una incógnita. A veces la pasas bien, otras no tan bien y hasta muy mal. ‘El olvido que seremos’ la disfruté enormemente, con un lujo de equipo de trabajo para concentrarme haciendo cine.
¿Cómo ha sido su relación con las historia, la novela y la película de ‘El olvido que seremos’?
Cuando el libro se publicó en España, leí un par de críticas sobre él, que hablaban de la calidad del libro. Lo leyó primero Cristina, mi esposa y productora, y la veía emocionarse hasta las lágrimas con su lectura. Lo leí enseguida después de ella. Es una historia que me apasionó, pero jamás se me ocurrió que podría ser una película. Me parecía que era un retrato demasiado íntimo.
Por cada país que iba viajando buscaba una edición del libro, y se lo entregaba a cada amigo mío, empezando por mi propia madre. De hecho, una de las casualidades que tiene esta película, es que, uno de esos amigos a quien le regalé el libro fue Javier Cámara y fue mucho antes de saber que haríamos la película, cuando él viajaba a Colombia para hacer ‘Narcos’.
¿Cuál fue su primera reacción cuando le ofrecieron dirigir esta película?
De susto y de negarme pensando que no podía hacerse. Sentía que el libro era maravilloso, pero que no podía hacerse. Afortunadamente reconsideré la propuesta y volví a leer el libro. Me alegro no haber mantenido esa posición inicial, que la siento justificada, pero sí se podía hacer la película y debíamos hacerla.
¿Por qué debía hacerse?
Muchas cosas. En un momento pensé, no tenemos derecho a no contar la historia de Héctor Abad. Si te ofrecen contar la historia de un hombre como él, no puedes decir que no, hay cosas en la vida a las que no puedes decir no.
Es un personaje del cual hay que hablar, dar a conocer y no se puede olvidar. Un hombre que dio mucho por la gente de su país, por conceptos que son claves en la vida y que ahora, con la pandemia, me hace pensar que debe estar más presente.
Un hombre que creía en la salud pública, en la medicina preventiva, en donde toda persona tuviera acceso a una serie de cosas básicas.
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Del libro al cine
¿Cómo fue el trabajo en una película inspirada en una novela literaria?
La mayor parte de mis proyectos los he realizando con guionistas juntos, hombro a hombro, desde que empezamos hasta el punto final. Esta vez hicimos una excepción, tuvimos una conversación previa y lo dejé solo trabajando, solo leyendo las primeras versiones y haciéndole mis comentarios. En ese momento ya me encontraba trabajando en el proyecto en el cual estoy trabajando ahora.
¿Cómo encontró el nivel actoral en Colombia?
Me vi haciendo un casting en un país como Colombia sin conocer a profundidad a los actores. Tenía un buen equipo de producción, genial, pero fue una selección sin valorar o tener en cuenta cosas que sueles tener en cuenta cuando lo haces en tu propio país, como la fama, quién cobra más. El único elemento que juzgaba era si el actor era idóneo para cada personaje.
No sé si en Colombia son consientes del alto nivel actoral que tienen. Y lo más importante de todo, era entender que para la historia debíamos hacer una familia.
Ha generado curiosidad el uso del blanco y negro, junto al color en distintas escenas...
Antes de empezar el rodaje, estudiando el guión, siempre sentí que al pensar en la película, una parte la imaginaba debía ser de una forma, y otra parte de una manera distintas. Las películas tienen una vida propia, se te imponen, por lo que decidí hacerla así, aunque a los productores se lo dije ya contra el tiempo.
Habitualmente cuando se usan estas formas, el blanco y negro es el pasado y el color es el presente. En esta película es lo contrario, porque el pasado es ese paraíso perdido.
¿Ya se encuentra trabajando en un nuevo proyecto?
Ya me encuentro en Barcelona preparando mi siguiente película, la segunda animada, que es la historia real de un pianista brasilero, un desaparecido en los años setenta en medio de la Dictadura Argentina.
Es una película sobre la música brasilera, con su parte política. Espero que sea una película bonita de ver y bonita de escuchar. Se llama ‘Dispararon al pianista’.
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Grabando el olvido
Siendo autor de una veintena de largometrajes, con seis premios Goya de las doce nominaciones que había recibido en su vida, Fernando Trueba, siendo español, nunca se imaginó que terminaría siendo nominado en los Premios Goya en la categoría de Mejor película Iberoamericana y mucho menos que con ‘El olvido que seremos’ alcanzaría su séptimo galardón en ese certamen.
“No deja de ser sorprendente, yo nunca hubiera pensado que algún día iba a estar en la categoría de película iberoamericana, pero claro, hemos hecho una película en Colombia y con producción colombiana al 100%”, declaró Trueba a Noticias Caracol.
Al mismo medio aseguró que haber participado en un filme colombiano había sido un honor. “Ha sido un rodaje bello, muy mágico a nivel humano, técnico y profesional. Fue un gustazo hacer allí esa película. Estoy muy orgulloso de haber participado”.
Aunque el director, ha confirmado que al principio se rehusaba a hacer la película, la verdad es que no tenía escapatoria, ya que Dago García, Gonzalo Córdoba, presidente de Caracol TV, y Héctor Abad Faciolince, ya lo habían escogido para que dirigiera la película.
“Trueba era un director del que conocíamos su trabajo y lo admirábamos. Sentimos que tenía la sensibilidad perfecta para contar la ‘peli’ y era un fan absoluto del libro. También pensamos que un poco de distancia iba a permitir una lectura más profunda y ausente de prejuicios de ese momento tan complejo de nuestra historia”, comentó Dago a El País.
El rechazo de Trueba por dirigir la película era comprensiva, ya que el libro de Abad Faciolince era muy íntimo. Pero hasta el mismo escritor declaró en una entrevista que: “Desde que le dijimos a Fernando Trueba y desde que Gonzalo Córdoba le insistió una y otra vez que dijera que sí, creo que en manos de un director de tanta categoría sí se podía hacer la película”.
Y no se equivocaba. La presencia de Trueba en el set disparó la calidad de la película, ya que, según Patricia Tamayo, actriz caleña que hizo el papel de Cecilia Faciolince en el film, el español “sabe mucho de lo que hace, ama lo que hace, pero además es un ser humano fantástico, generoso y calmado y sabe cómo hablarle al actor y sacar lo mejor de él”.
El resultado final fue una película ganadora del Goya y con una calidad tal que Faciolince declaró que prefería la película sobre el libro, “ y la prefiero porque creo que el cine tiene unas herramientas adicionales, además de la palabra, que hace que las historias se queden en la memoria de una manera muy fuerte. Creo que muchas más personas van a ver la película que las que han leído el libro”.
Además, resaltó que tanto para él como para Trueba (que en su biblioteca personal conserva una fotografía de Héctor Abad Gómez) era muy importante que “la memoria de este médico bueno siga viva (…) Él (Héctor Abad) vacunaba por las selvas, por toda Colombia (…) Ahora nos damos cuenta de la higiene, de la salud pública, de lavarnos las manos”, dijo Abad Faciolince.
Una vida de cine
Fernando Trueba, nacido en Madrid, España, el 18 de enero de 1955, soñaba con matricularse en la Escuela Oficial de Cine, para convertirse en cineasta.
Sin embargo, justo antes de que pudiera entrar, las autoridades del país decidieron cerraron la escuela y Trueba tuvo que conformarse con la recién creada Facultad de Ciencias de la Información. Allí coincidió con Antonio Resines, Carlos Boyero y Felipe Vega, con quienes entendió que “ése no era el lugar idóneo para los que gustaban del cine. Así que nos juntábamos en una cafetería a pensar en hacer cortos o rodar en Súper 8”.
Pero Trueba no inició en el mundo del cine como director, sino como crítico en la ‘Guía del Ocio’, para pasar posteriormente al diario ‘El País’ y fundar la revista ‘Casablanca’, que aún sobrevive.
Después de un tiempo, en 1980 dio a conocer su primera película, nombrada oportunamente como ‘Ópera prima’, que se convirtió en un exponente de la denominada comedia madrileña.
De esos años, Trueba recordó entre risas en una entrevista con TCM, que: “cuando rodé mi primera película, ‘Ópera prima’, era percibido como alguien no profesional, como un amateur que se había colado. Ya en la cuarta o quinta, empecé a ver que me consideraban parte del cine español”.
“Creo que cuando todo el mundo empieza ve la industria como una especie de castillo inexpugnable, un lugar amurallado con gente ahí dentro que no deja entrar a otros”, afirmó el director para quien el cine es la vida y siente por este arte un amor y una pasión que transmite con cada una de sus palabras. “No soy creyente, dice, pero rezo por no perder nunca la pasión por el cine”.
Es tan amante que, según como le confesó a EFE, en su casa las películas se “proyectan” (con un proyector), porque “si no, no la veo", enfatiza Trueba, quien agrega que “cuando una película empieza, es sagrado". Se desconecta de la realidad, no se mueve de su puesto hasta que el film acabe, “respiro lo justo, y sin hacer ruido. Sin interrupciones, ni teléfono, ni coger una cerveza”.
Sin embargo, Trueba, no es amante de la televisión, ni de las plataformas. También le huye a las redes y los teléfonos, prefiriendo pasar la tarde leyendo o escuchando jazz. No obstante y aunque no ha tenido relación con las plataformas, como si cada uno viviera en mundos separados, al director no le extrañaría que coincidiera con una de ellas en algún momento.