cultura
Canciones de amor y tristeza que vale la pena recordar
El doctor Antonio Joaquín García Sierra, médico cirujano y escritor, recuerda algunos poemas hechos canción.
Existen canciones que recorren los caminos de la vida, el alma, el corazón, e inmortalizaron y explotaron los sentimientos de nostalgias, alegrías, desasosiego, el fervor, dolor, dando luz y abriendo las praderas infinitas de la nostalgia y el amor, con su esencia profunda, suave, y melancólica. Nos transportan a lugares de día y noche —dura, cerrada y triste— con mañanas húmedas y tiernas con esperanza de seguir disfrutando de la vida. Nos abren el umbral de una puerta abierta, para decir: ‘Aquí estamos con retorno y sin olvido, con ganas de seguir viviendo’, pese a que esos seres ya no están con nosotros, pero viven en un rincón del alma, recordándolos por siempre.
Dicha canción nos recuerda el poder del amor, la belleza de la vida, el dolor interior y lacerante de un sentimiento profundo de alguien a quien amó y no olvida. Cuentan que a los tres días llegó al pueblo Flores de María, y se sentó en la tumba de su Alicia adorada e interpretó esta melodía; le costaba mucho trabajo interpretarla, lloraba.
Otra canción compuesta por Camilo Namen, a su padre que murió en un accidente, ‘Mi gran amigo’, evoca con tristeza y un canto de dolor y añoranza, a su progenitor; interpretada por Los Hermanos López, en la voz de Jorge Oñate: “Tan bueno y tan noble como era mi padre, y la muerte infame me lo arrebató, el recuerdo grandioso y noble deja su grandeza, mi padre fue mi gran amigo, mi padre fue mi amigo fiel, él se jugaba conmigo y yo con él”.
Otra canción que ha sido cantada por Carlos Vives, la compuso Rafael Escalona: ‘Elegía a Jaime Molina’, icono del vallenato sentimental (así lo llamó yo): “Te recuerdo que Jaime Molina, cuando estaba borracho ponía esta condición: que si yo moría primero él me hacía un retrato, y si él moría primero le sacara un son, ahora prefiero esta condición que me haga el retrato y no sacarle el son”. Es de anotar que Jaime Molina era un pintor y caricaturista vallenato, murió joven el 15 de agosto de 1978; parrandero, dicharachero, mamador de gallo, alegre, personaje inolvidable de la tierra de Francisco El Hombre. Juan Gossain, amigo de Jaime Molina y Escalona, escribió: “La más estremecedora canción que ha habido en la historia de la música vallenata, que un hombre se ofrezca morir en lugar de su amigo, eso solo lo hace un genio como Escalona; esta canción es una oda llena de lirismo que pone de manifiesto la partida de un ser querido, más que amigo es un hermano entrañable que es sublimado más allá de cualquier acto amoroso, a veces malinterpretado. Jaime Molina decía: “Uno muere cuando lo olvidan”.
Y un paseo, compuesto e interpretado por Andrés Landero ‘El rey de la cumbia’: La Muerte de Eduardo Lora, “qué muerte tan negra, Eduardo Lora no ha muerto, vive en nuestros corazones, como era un buen cantador, es que San Jacinto lo llora, salió alegre de su pueblo para morir en la loma la Venera”. Murió el 19 de marzo de 1953, llenó de tristeza y dolor a toda la comarca, cantaba y tocaba la guacharaca en el conjunto de Landero, su amigo. Cuando Landero interpretaba esta canción, se ponía nostálgico. Todos los géneros musicales evocan el amor y la tristeza, y el vallenato no escapa al romanticismo, al dolor, el desengaño, y a la nostalgia. Otro género musical afín con el dolor y la tristeza, es el tango, más representativo de esta visión escéptica, desesperanzada hasta fronteras nihilistas, compendio de tribulaciones, huérfano de esperanzas y cliente de dolores y tragedias de amores y desventuras. Qué decir del bolero que ocupa el primer lugar en desengaño, dolor y muerte, pero también de alegrías pasajeras y nostalgias. Los sentimientos están en estas canciones, que recuerdan episodios catastróficos, como la muerte de alguien que amamos, no nos queda otra forma de redención, sino cantarles y evocarlos con un bello poema hecho canción.