Cultura
Beatriz López, primera jefe de redacción de El País, por los 75 años del Diario: “El periodismo está en la calle”
El País conversó con la primera mujer en ocupar este cargo en un periódico en Colombia. Aquí detalles sobre su paso por el periódico.

Si veía a los periodistas a las 10 de la mañana en la redacción, les preguntaba: “¿Usted qué está haciendo aquí? El periodismo está en la calle, vaya, vaya, vaya, busque la noticia”.
Desde el descanso que se merece después de décadas de ejercicio periodístico, doña Beatriz López les recuerda a las nuevas generaciones esta máxima del ‘bendito oficio’, al tiempo que reconoce que era muy exigente cuando, junto al subdirector Jorge Arturo Sanclemente, tenía la misión de sacar adelante la edición diaria de El País.
Ella, la primera mujer en ocupar la Jefatura de Redacción en un periódico en Colombia, viajó en el tiempo para rememorar su paso por esta casa editorial.
¿Cuál es la primera anécdota que recuerda de su paso por El País?
Era el tiempo del narcotráfico, y llegó una información por la United Press que decía que habían encontrado un paquete de los Rodríguez en una casa, y de inmediato recibí una carta exigiendo rectificación. Yo dije: ‘No tenemos por qué rectificar, porque es una noticia de una agencia internacional’. Pero a las 7 de la noche, cuando estaba cerrando el periódico, me llaman de Propaganda y me dicen: ‘Hay una página entera pagada por el cartel de Cali, rectificando la noticia’. Dije: ‘Espere un momentico”, y llamé a los dueños del periódico: ‘Tome la decisión, Beatriz. Si tú crees que no hay necesidad, no se publica’. Pues, a las 5 de la mañana, llegaron los del cartel y compraron toda la edición de ese día.
Eran cosas increíbles, muy complicadas de manejar. Todo lo demás era lindo, el ruido de la rotativa, el teletipo por donde llegaban los cables de la UPI y la Agencia Francesa... Siempre fui muy exigente como jefe de Redacción, pero siempre con mucho cariño por todos. Si veía a los periodistas a las 10 de la mañana en la redacción, les preguntaba: ‘¿Usted qué está haciendo aquí? El periodismo está en la calle, vaya, vaya, vaya, busque la noticia’.
Pero antes de asumir ese cargo usted ya había hecho historia creando las páginas femeninas del diario. ¿Cómo fue eso?
En esa época había varios grupos culturales en la ciudad; estaba Fanny Mikey, que venía del teatro, y había una cantidad de mujeres que escribían de todo lo imaginable: cultura, literatura, periodismo. Y en esa misma época Estanislao Zuleta nos formó a todas y nos dio un remezón de inteligencia y de política. Entonces, la página fue un éxito y ganó premio. Todas esas mujeres salieron después para el periodismo. Aura Lucía Mera es una representación de ellas.
Otra de sus facetas fue la de columnista, que empezó con Mafalda...
Yo le dije a José Hugo Ochoa: ‘Quisiera escribir’. Y me dijo: ‘Mándeme algunas columnas’. Le mandé una, y salió al otro día. Le dije: ‘Yo quiero ser Mafalda’, la niña díscola y rebelde de Argentina, y mucha gente me llama Mafalda todavía.

¿Cuántos años duró esa primera experiencia en El País?
Como cinco años. Cuando José Pardo Llada dijo que se iba para Bogotá, me fui con él a Cromos. Estuve unos tres años. Después me llamó Yamid Amat para que hiciera parte de El Bogotano, que era la versión de allá de El Caleño, y estuve un año, pero me parecieron horribles esas crónicas de sangre. Entonces llamé a El País y les pregunté si me recibían otra vez: ‘Claro, véngase’. A esa columna le puse ‘Volver, volver, volver’. Volví a la jefatura de redacción, ya estaba Jorge Arturo Sanclemente.
El eterno subdirector de El País. ¿Cómo fue trabajar a su lado?
Era el típico periodista. Es decir, para quien la verdad era lo más importante de todo y la investigación, que no se publicaran noticias así como ahora en las redes sociales, que es puro fake news. Él había sido periodista en la UPI y tenía formación como abogado. Era una maravilla de persona, de Buga, un señor muy respetuoso. Nunca gritaba a nadie. Nos entendíamos muy bien. Estábamos en la misma oficina. Entonces, apenas salía la persona, la criticábamos, y a veces se devolvía, y nos cogía...
¿Recuerda qué eventos noticiosos los marcó por aquella época?
Yo creo que la muerte de Luis Carlos Galán, fue terrible. También la toma de la Embajada de la República Dominicana y la del Palacio de Justicia. Fueron momentos muy difíciles. Nos quedábamos hasta por la noche, tratando de ver cómo íbamos a presentar todas las noticias.
¿Y nunca tuvieron un desacuerdo?
Una vez hubo problemas en la Universidad del Valle y se tomaron la rectoría. Yo entrevisté a una muchacha que estaba en la revuelta, ‘la vietnamita’, pero Jorge Arturo me dijo: ‘Eso no se publica, Beatriz’. Don ‘Lalo’ Lloreda, que era el dueño de El País, a las 6 de la tarde siempre llegaba a preguntar cómo iban las noticias, y me preguntó por qué estaba tan brava, le dije, y Jorge Arturo le dijo que ‘la vietnamita’ era una guerrillera. Don ‘Lalo’ leyó el reportaje y le dijo: ‘Publíqueselo’.
¿Cómo les fue con el cubrimiento de los Juegos Panamericanos?
Fue una maravilla, porque Jorge Arturo dividió a toda la gente para que pudieran ir a determinadas cosas, y venir a publicar. Fue la mejor época de Cali. La ciudad reverdeció. Estaba Rodrigo Escobar Navia, que ha sido el mejor alcalde de la ciudad. Cerrábamos el periódico tarde. Eduardo Barcha, mi marido, trabajaba en El Pueblo, era jefe de redacción de allá, y me recogía muy tarde.

O sea que usted dormía con ‘la competencia’...
Era horrible, porque yo tenía la ‘chiva’, y él decía: ‘¿Qué pasó?‘, y yo: ‘Nada’. Una vez, detrás de la montaña hubo una cosa terrible y mandé a los redactores a cubrir, y cuando él me fue a recoger preguntó: ‘¿Qué ha pasado?‘, y yo le dije: ‘Nada’. Pero esa vez me dio pesar y, como a la una de la mañana, le dije: ‘Hubo un accidente’. Ahí mismo llamó a su periódico: ‘Váyanse volando’.
Lo más chistoso fue que los míos hicieron (fotos) blanco y negro, pero los de El Pueblo ya tenían color, así que él salió en color, y yo en blanco y negro.
No hemos hablado de Rodrigo Lloreda, el director de El País...
Rodrigo era una maravilla, siempre estaba pendiente del periódico. Siempre quería saber si una noticia le convenía al Partido Conservador, de donde él era, o al Partido Liberal. Entonces, uno sabía cómo presentársela. Cada que había un problema en la redacción, venía a hacer las paces, a ayudar. Siempre fue el ideólogo número uno, un hombre de Estado. Sus editoriales eran una maravilla. Fue una persona muy importante para nosotros, como periodistas, porque él era el político, el que tenía la infraestructura del país en el corazón.
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