EJÉRCITO DE COLOMBIA
Así es una noche de patrullaje con la Policía Militar en Cali
Todos los días el Ejército Nacional, que hoy está cumpliendo 211 años de fundación, hace presencia en las calles de las comunas del oriente de la ciudad. Así es un recorrido a su lado.
Mientras recorría a trancos la Autopista Sur, a la altura del puente de La Luna, pude ver los destellos del código rojo y azul que lanzaban —como tiras deformes— las camionetas del Ejército estacionadas a pocas cuadras de mi casa. Con el cruce definitivo por la vía donde confluyen los vehículos que vienen desde el norte de la ciudad, volví la vista hacia las unidades y me despedí con la mano. Reconocí, entre los soldados dispersos, al suboficial Ambuila y al coronel Eliomar Erazo, comandante del Batallón de Policía Militar Número 3 de la Tercera Brigada del Ejército Nacional.
Horas antes, cuando apenas imaginaba lo que sería el patrullaje nocturno por el sector oriente de la capital vallecaucana, con el sol a cuestas y una libreta, me presenté en la portería equivocada del Batallón Pichincha y pasé a dialogar con el coronel equivocado. Un soldado del primer contingente me llevó, bajo estrictas órdenes, por la alameda que conducía hasta el puesto de mando del Batallón de Policía Militar Número 3, donde me habían estado esperando hacía rato.
—Vienes tarde —dijo de golpe la periodista del ‘Pichincha’—. Pero no importa, el Coronel aún no llega.
Fue muy poco el tiempo que estuve sentado hasta presenciar el apresurado arribo del Coronel en lo que, a la vista de un lego en conocimientos sobre autos, parecía una Nissan Frontier blanca. Se bajó acompañado de su esposa y, acto seguido, todos saludaron con discreción. Luego, a sabiendas de mi presencia allí, chocamos los puños y él quiso reafirmar si realmente era yo el periodista.
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Al interior del edificio, en la profunda sala de estar provista con cuadros de la hueste y geografías completas de las distintas comunas de Cali, discutimos sobre el patrullaje de esta noche; un operativo exigente por el área metropolitana de Cali que llevaríamos a cabo con una alineación de 2 grupos de soldados expertos de la Policía Militar (PM) y 1 equipo del Batallón de Fuerzas Urbanas (Bafur).
—Utilizaremos los mapas para la organización de los dispositivos —dijo el Comandante—. Nuestra tarea será la de siempre: donde haya información de algún desmán o situación complicada, allí estaremos trabajando de la mano con la Fiscalía y con la Policía Nacional para ejecutar capturas y decomisos. Así es como se combate contra las bandas delincuenciales.
Minutos antes de partir, el Coronel menciona el operativo donde fueron capturados 15 miembros de una banda denominada como ‘Los del oriente’, quienes operaban en diferentes comunas de la ciudad y también serían los responsables de la comisión de hurtos a personas, residencias y establecimientos públicos en varios municipios del departamento del Valle del Cauca.
En el informe de la Fiscalía, el general Miller Vladimir Nossa, comandante de la Tercera Brigada del Ejército, expresó que la banda se dedicaba al transporte y comercialización de estupefacientes, así como al tráfico de material de guerra y el atraco a mano armada en toda la región.
Asimismo, en el desarrollo de los procedimientos de captura, fueron incautados estupefacientes, armas blancas, celulares, dinero en efectivo y vehículos.
Por todo lo anterior, las 15 personas capturadas deberán responder por los delitos de concierto para delinquir con fines de narcotráfico, homicidios y fabricación, tráfico o porte de armas.
Son las 7:45 p.m. y voy al interior de una de las tres camionetas. La noche ha crecido a través del parabrisas y hay luciérnagas. Los soldados están apostados en la zona de carga. De pronto, el copiloto recibe una llamada y, sin querer, le oigo decir que no va, que se quedará con el cabo Vargas de la Compañía ‘Esparta’ y que está por Llano Verde, así que estamos aquí, en la Comuna 15 y logro ver por la ventana un grupo de señores en torno a un combate de dominó. Los Jeeps doblan las esquinas y, luces atrapadas en la copa de los árboles dibujan una cancha de asfalto.
Nos bajamos del auto y los soldados toman su posición como fichas activas de ajedrez. Esa es la estrategia.
—Nosotros llevamos a cabo muchas misiones, tales como la recuperación de los vehículos articulados de la empresa de transportes MÍO de aquí de la ciudad —anuncia el coronel Erazo, comandante del Batallón de Policía Militar.
Mientras continúa hablando, aparece uno de los líderes de Llano Verde con una camisa amarilla de los Lakers, una niña que es su hija y también su esposa. Saluda al Coronel, da cuenta de su labor un instante y después, respondiendo a mis cuestiones, explica que estamos a pocos metros del sitio donde ocurrió la masacre de los cinco menores hace ya casi un año en este sector. Hay niños jugando en el parque, niños que se acercan a los soldados para resolver inquietudes. Antaño, este lugar estuvo cubierto de serpientes que se metían a las casas. Ahora el cuadro es diferente.
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Los soldados llevan chalecos, cascos y la confianza plena de su unión. Cuando a uno se le pide que opine, su discurso se dobla al ámbito colectivo. “Nosotros”, “la unidad”, “el equipo”. Ese conjunto de pronombres deja entrever una vocación de complicidad.
—Cada vez que salimos a este operativo siento una gran responsabilidad al saber que debo liderar a mis hombres para actuar bajo el marco de los derechos humanos y sentir la satisfacción de volver a entrar por la guardia, reconociendo que se cumplió la misión sin altercados —dice el suboficial Ambuila.
Luego de varias horas de patrullaje las camionetas se enfilan hacia Puerto Rellena, uno de los puntos más críticos del pasado Paro Nacional. Antes de acabar, me alejo un tanto de los soldados para ver la ciudad que, aunque sigue siendo un lienzo imperfecto por muchas razones, precisa los colores de un lugar en busca de su propia luz.