MATRIMONIO
Matrimonio infantil, un compromiso nada feliz para las niñas
Esta práctica se ha duplicado en el mundo y afecta especialmente a las menores. Llamado de organismos y expertos a cambiar este panorama.
El matrimonio infantil se duplicó a nivel mundial entre los meses de marzo a diciembre de 2020, en comparación con el mismo periodo de 2019. Así lo dio a conocer el reciente reporte ‘Rompiendo las cadenas’, de World Vision, la organización de ayuda humanitaria enfocada en el bienestar y la protección integral de niños y niñas en situación de vulnerabilidad.
Esta práctica, que es considerada cuna forma de violación a los derechos humanos de niñas y niños, corresponde a cualquier unión formal o informal que involucra a un menor de 18 años. Aunque este es un problema global, se concentra en regiones de Asia Meridional y África Occidental y Central, y afecta especialmente a las niñas de las zonas rurales y de las comunidades más pobres.
Con la llegada de la pandemia por covid-19 este tipo de violencia se vio acrecentada como una respuesta a la falta de ingresos económicos y la carencia de oportunidades laborales que interfieren en la capacidad de suplir de manera adecuada las necesidades de un grupo familiar, razón por la cual en algunos casos se da la aprobación a esta práctica, encontrando en ella una salida a estos problemas.
World Vision aseguró que 4 millones de niñas aproximadamente, a escala mundial, podrían casarse debido a la pandemia de cara al 2022. Este tipo de violencia ha disparado los embarazos en adolescentes en Latinoamérica y el Caribe, región que tiene la segunda tasa de embarazo adolescente más alta del planeta, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas, UNFPA. Esta misma fuente estima que se podrían registrar entre 400.000 y 500.000 embarazos en niñas en el 2022, en su mayoría, por falta de información o producto de un abuso sexual.
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Dana Buzducea, líder global de World Vision, afirmó que “la niñez es sagrada y cada una de ellas representa una tragedia de largo efecto: pupitres vacíos en las aulas, niñas tratadas como mercancías y la pérdida del potencial económico y social de cada una. La pandemia y los confinamientos han incrementado la presión sobre las familias, amenazando el derecho de las niñas a vivir una niñez sana y segura y alcanzar su pleno potencial”.
Colombia ocupa el noveno lugar en América Latina frente a esta problemática según el último informe del 2020 del Fondo de Población de Naciones Unidas, UNFPA. En la zona rural esta práctica nociva es más elevada, especialmente en las uniones maritales de hecho en donde se registra un valor de 20,5 % frente a un 10,2 % de la zona urbana. La práctica de matrimonios tempranos es mucho menor siendo de 1 % en zona rural y de 0,5 % en zona urbana.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Demografía y Salud, ENDS, presentada por el Departamento Nacional de Planeación en el 2019, en el país se presentan porcentajes que se han mantenido constantes desde el año 2000. Prueba de esto, es el hecho de que en Colombia existan alrededor de un 13,3 % de matrimonios infantiles y uniones tempranas en mujeres entre los 15 y 19 años y el 0,8% en niñas entre 13 a 14 años.
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¿Qué impulsa esta práctica?
Existen diversas causas que llevan a niñas a someterse a un matrimonio no deseado. De acuerdo con el DNP, entre estas razones están los estereotipos de género, la desigualdad social, las relaciones abusivas de poder, la falta de un programa de educación integral para la sexualidad y consecuencias como embarazos y partos tempranos, deserción escolar, reproducción de la pobreza y violencia sexual y de género.
Por su parte, Joao Diniz, líder regional de World Vision para Latinoamérica y el Caribe, expresó que, “al entregar a las niñas a parejas adultas se perpetúa y normaliza una relación de abuso, se permite una iniciación sexual temprana, se impide o interrumpe la educación y desarrollo y se generan relaciones de dependencia material que arriesgan tanto el bienestar de las niñas, como el de los hijos que tengan”.
La Organización de las Naciones Unidas, ONU, cataloga estas prácticas como nocivas, debido a que se evidencian conductas fundamentadas en la discriminación, principalmente por sexo, donde hay predominio y superioridad del sexo masculino en el caso de las niñas; por género, en donde se evidencian los estereotipos asociados a que es la mujer la encargada de realizar las labores del hogar, y por edad, pues los hombres suelen tener una marcada diferencia de edad frente a su pareja.
“Estas discriminaciones conllevan frecuentemente a violencia, daños físicos, psíquicos, y sociales en cuanto a su capacidad de participar plenamente en la sociedad y desarrollar todo su potencial y lo más importante es que se ven truncados sus proyectos de vida”, afirma la ONU.
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A los 14 años ya tenía pareja
La joven de 20 años Daniela Pérez* es un ejemplo de cómo este tipo de problemáticas pueden llegar a cambiar por completo el rumbo del proyecto de vida de una niña. Según ella, los problemas que vivía de manera constante en su hogar la llevaron a querer vivir con la persona con la que mantenía una relación sentimental.
“Yo tenía 14 años cuando tomé la decisión de irme de mi casa a vivir con el hombre que en ese entonces era mi pareja. Creí que no sería difícil porque mi familia me apoyó con la decisión y mi novio, que era cinco años mayor que yo, también. Con el tiempo me di cuenta de que sostener una relación era diferente a lo que yo pensaba, aun así, quedé en embarazo al año de vivir juntos, es decir, cuando tenía 15”.
Daniela, además comentó que, “fue muy difícil cuando nació mi hijo porque me preocupaba pensar que no podría lograr ser una profesional o terminar el colegio, ya que desde ese momento yo tuve que ser la responsable de la crianza y de la educación de otro ser humano”.
Actualmente, afirma que, si tuviera la oportunidad de aconsejar a niñas sobre este tipo de decisiones, principalmente diría que se debe pensar en todas las responsabilidades que implica tener una familia y sostener una relación desde una edad tan temprana.
“Casos como el mío sé que hay muchos, por eso yo pienso que tener hijos y ese tipo de responsabilidades desde edades tan cortas no es un buen momento, porque no estás en las condiciones de velar por alguien que te necesita. Eso implica sacrificar muchos momentos y experiencias de la vida”.
*Nombre cambiado por petición de la fuente.
"Hay que promover más la educación que
el matrimonio infantil"
Lina Buchely es la directora del Observatorio para la Equidad de las Mujeres, de la Universidad Icesi. Para esta abogada y politóloga, Colombia no es ajena a la situación de los matrimonios infantiles y advierte que es “gravísimo” que en el país se estén produciendo sentencias y jurisprudencia que de alguna manera avalan esta práctica, pues nuestra nación suscribió un tratado internacional (Cedaw) para la eliminación de todas las formas de violencia en contra de la mujer y una de las recomendaciones del Comité de este convenio es que los menores de edad, sobre todo las niñas, no se puedan casar sin su expreso consentimiento. “Para garantizar esto, se debe ir a un juzgado y un juez que verifique que la menor tiene voluntad de contraer matrimonio y esto, lastimosamente, no se cumple por el Estado colombiano”.
Es por eso que se están pronunciando y movilizando la mayoría de organizaciones feministas, porque la recomendación de la Cedaw a los estados miembros, como Colombia, es que, de alguna manera, desmonten los dispositivos legales que permiten el matrimonio infantil, indica Buchely.
La profesional, con doctorado en el área de Derecho y Género de la Universidad de los Andes, considera que son negativos estos tipos de matrimonios por tres razones fundamentales: la primera, la alta incidencia de estos contextos de matrimonio infantiles y fenómenos de violaciones sexuales sistemáticas y de maternidades o paternidades tempranas, que terminan con rompimientos de los vínculos familiares e impactos psicológicos muy fuertes. “Hay niñas que se ven sometidas a vejámenes sexuales dentro de las instituciones matrimoniales y a maternidades muy tempranas que afectan su cuerpo, su psiquis, alteran sus proyectos de vida, sus ciclos de aprendizaje en una educación formal. Después, no pueden vincularse al mercado laboral formal, están excluidas de una producción de riqueza y eso las hace seres dependientes”.
La segunda razón, esgrime, es porque hay una incoherencia al interior del Estado para la protección de los niños y de las niñas. Por un lado, asegura Buchely, están el ICBF y otras instituciones promoviendo los derechos de la infancia, pero “no se toca la reglamentación que permite que niños que todavía están, de alguna manera, en una edad particular, entren a relaciones conyugales con determinados efectos jurídicos...existe una cantidad de normas que validan los actos autónomos de estas personas y les permiten ejercer jurídicamente o hacer con sustento legal unos actos que pueden llegar a ser cuestionables”.
Promover más la educación sería más importante que promover el matrimonio infantil como forma de construir sociedades más robustas, resalta la profesora de la Universidad Icesi.
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Y la tercera razón que argumenta para no promover el matrimonio infantil es que con estos se generan círculos de vulnerabilidad crónica. “Estadísticamente es demostrable que una madre o un padre adolescente ingresa a círculos de pobreza y esos hijos son más proclives a tener descendencia a temprana edad. Entonces, hay una suerte de vulnerabilidad de familias frágiles que se construyen alrededor de estas maternidades adolescentes o estos matrimonios tempranos y esto debería preocuparnos tremendamente como sociedad, porque son círculos de pobreza, de vulnerabilidad crónica que se repiten a través de los años y que establecen mecanismos para no la superación del fenómeno”.
Manifiesta Buchely que investigaciones recientes muestran que las mujeres con precariedad de recursos ven en el matrimonio y en la maternidad una forma de realización, ese lugar cultural en que se ubican como madres, como esposas, como las únicas formas de reconocimiento social. Agrega la también magíster en investigación, que hay por supuesto, programas sociales y políticas públicas que incentivan esos fenómenos.
“Está demostrado, por ejemplo, que políticas públicas y programas sociales como Familias en Acción, que le dan un subsidio a madres que tengan hijos y que cumplan con determinadas condiciones, incentivan el embarazo adolescente tremendamente. Y eso se ha venido realizando desde muchísimo tiempo aquí en Colombia, por lo menos, desde hace 20 años, sin ningún control a esa suerte de incentivo adverso que genera la política pública sobre el fenómeno, por ejemplo, de embarazo adolescente. Esto es un poco consecuencia de las políticas de Estado y el poco seguimiento y la poca preocupación por esta población de la niñez y de la adolescencia”.
Reflexiona la experta que organizaciones internacionales están produciendo una evidencia importante que muestra que lo que más potencia el desarrollo completo de los seres humanos y su dignidad y cumplimiento de sus derechos es que tengan acceso a la educación, a una educación temprana que los forme como ciudadanas y ciudadanos plenos, participantes de sociedades democráticas en donde puedan, fundamentalmente, decidir sus propios destinos y tener líneas de progreso y eso no se puede hacer si se interrumpen con prácticas como el matrimonio infantil.
En Cali la tasa de fecundidad en adolescentes descendió de 16 nacimientos por cada mil mujeres en 2019, a 15 nacimientos por cada mil mujeres en 2020.
Menores deben decidir sobre sus vidas
La semana pasada causó revuelo la decisión y consideraciones de la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia en la que determina que los menores de edad mayores de 14 años no requieren permiso de sus padres para conformar uniones maritales de hecho y que estas tienen efecto sobre la respectiva sociedad patrimonial.
Esto, al resolver una controversia en materia sucesoral de un hombre que, a la edad de 14 años, en 1992, empezó a tener una relación marital con una mujer mayor y con esta compartió techo, lecho y mesa desde 2007 hasta la fecha de muerte de su pareja.
En el caso estudiado por el Alto Tribunal, el hombre y su hijo reclamaban que les fueran reconocidos sus derechos sucesorales frente al patrimonio de la madre del menor. Por eso interpusieron una demanda contra la mamá de la mujer, quien intervenía en representación de su nieta, la heredera determinada del proceso.
La Corte Suprema accedió a las pretensiones del demandante pues se acreditaron los requisitos para la declaratoria de la unión marital de hecho.
La Corporación recordó el tema del requisito consagrado en el Código Civil que dice que los menores de edad mayores de 14 años que decidan contraer matrimonio deberán contar con un permiso de sus padres.
Recordó, además, que la falta de permiso de los progenitores siempre y cuando exista el consentimiento de los contrayentes, no conlleva la nulidad del matrimonio, sino que genera una sanción económica. Los padres pueden, desheredar al hijo, por ejemplo.
Y al estudiar el tema de los actos jurídicos realizados por los menores de edad mayores de 14 años, la Sala Civil indicó que con relación a los menores adultos, el ordenamiento los habilita explícitamente para unirse y formar una familia y para asumir las responsabilidades del caso, por lo cual no puede predicarse por esa sola circunstancia (la edad) la ineficacia de la unión marital de hecho o del matrimonio que contraigan”.
Retomando los preceptos del Artículo 42 de la Constitución, la Corte agregó que “las personas conforme a su edad y madurez, en efecto, deben decidir sobre sus propias vidas y asumir responsabilidades. Nadie más podrá ser dueño de sus destinos. Así que se les debe considerar personas libres y autónomas y con la plenitud de sus derechos. Son ellos, entonces, quienes deben tomar la decisión libre de casarse o la voluntad responsable de conformar una familia”.
Sin embargo, la Corte aclaró que sí se necesita el permiso para que los menores de 18 años y mayores de 14 puedan contraer matrimonio, pero excluye de este permiso las uniones maritales de hecho.Diez consejos para liberar la dependencia emocional
Las reacciones de padres de familia, organizaciones feministas y defensoras de los menores no se hicieron esperar.
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World Vision, por ejemplo, emitió un comunicado en el que le “resulta alarmante” la reciente decisión de la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia al considerar que no es necesario que las niñas y niños de 14 a 18 años de edad cuenten con el permiso manifiesto de sus madres, padres y cuidadores para conformar uniones maritales de hecho, “abriendo la puerta para que las uniones tempranas sean posibles sin ningún tipo de control entre esta población”.
La entidad invitó al Gobierno nacional, a la sociedad civil y a la comunidad internacional a trabajar conjuntamente para prohibir el matrimonio infantil y las uniones tempranas de personas menores de 18 años.
La abogada Virginia Gutiérrez aclara que en Colombia tiene validez el matrimonio del adolescente a partir de los 14 años, pues se le reconoce una capacidad relativa, tanto, que a los 14 ingresa al sistema de responsabilidad penal para adolescente y se le autoriza el matrimonio con el permiso de sus padres. “Para lo que no necesita la autorización de sus padres o cuidadores es para la decisión de irse a convivir con alguien o sea, para la unión marital de hecho”, precisa.
Considera la abogada que lo que ha causado escozor es que la Corte manifieste que desde los 14 años un menor puede conformar una familia y manejar patrimonio, pero eso sí, recuerda la legista, no puede ser demandado o si necesita salir del país debe tener autorización de sus padres.
Lo que hay que entender, advierte la doctora Gutiérrez, es que “la Corte dice que es la decisión de conformar familia la que está protegiendo”.
Para el psicólogo Juan José Giraldo Huertas, jefe del Departamento de Psicología del Desarrollo y la Educación, de la Universidad de la Sabana, el matrimonio o las uniones maritales de hecho a temprana edad no conducen a nada bueno, solamente tienen efectos negativos, especialmente para las niñas.
“Cuando una niña abandona las condiciones de protección , cuidado y aprendizaje que se dan en la casa o en la escuela por cuenta de una unión marital temprana, toda esa cadena de los hitos del desarrollo que son las habilidades, las capacidades que se logran no solo en lo emocional sino también en el lenguaje, en el razonamiento lógico-matemático, en la motricidad, se van a ver afectadas. O sea, una cosa es tener condiciones de libertad, de oportunidad en entornos protectores, de aprendizaje temprano y otra es verse sometida a tareas y actividades como las domésticas, exclusivamente por la responsabilidad que implica una unión marital temprana”.
Tenga en cuenta
En los indicadores asociados a matrimonio infantil y fecundidad adolescente, brindados por el UNFPA, Colombia mantiene cifras de este tipo de violencia por encima de la media mundial y ligeramente menor que el consolidado de América Latina y el Caribe. A demás, presenta una tasa de fecundidad más alta que el promedio de América Latina y del mundo.
De acuerdo con las estadísticas vitales de nacimientos y defunciones del Dane de 2019, en el grupo de edad de madres de 10 a 14 años, se presentó en el 2018 una cifra de 5362 nacimientos y en las madres entre 15 y 19 años, un registro de 121.118 nacimientos.