Valle
El poder femenino de las productoras de café del Valle: historias de las mujeres que impactan la industria cafetera
Historias de cuatro mujeres que promueven el empoderamiento femenino, social y económico de las productoras de café en el Valle.
Por Valentina Moreno Rosero, subeditora de Medios Sociales de El País
La participación de las mujeres en la industria del café ha crecido de una manera exponencial a lo largo de los años, tanto así que hoy en día en el Valle del Cauca hay más de 6.900 mujeres caficulturas quienes, desde diferentes labores, aportan al crecimiento de la industria cafetera del departamento.
De hecho, existen mujeres como Lina Echeverry David, Yurani Ospina Garcés, María Nid Moncada Ríos y Ligia Valverde de Ledesma, quienes diariamente visibilizan el rol de la mujer cafetera en la cadena de valor del café de la región.
Lina, Yurani, María Nid y Ligia no solo han dedicado su vida al mundo cafetero, sino que, además, desempeñando importantes y diferentes roles, han logrado ser protagonistas en un ámbito en el que, a lo largo de los años, han sido los hombres quienes han predominado. Sevilla y Restrepo, dos de los 39 municipios productores de café del Valle, son los escenarios donde sus historias se desarrollan.
Las labores de estas cuatro mujeres rara vez se cruzan porque hacen parte de dos roles diferentes en el proceso del café, Lina y Yurani trabajan como analistas catadoras en un laboratorio, mientras que María Nid y Ligia son caficultoras que tienen como lugar de trabajo el campo y sus fincas. Aunque no comparten en el día a día, las cuatro, con orgullo, sí coinciden en que quieren seguir brindándole el toque femenino, valiente y cálido a la industria cafetera.
De la finca al laboratorio
Hacia las 7:30 de la mañana del pasado 6 de marzo, con una sonrisa contagiosa y saludando a todo aquel que se le cruzaba, así fue entrando Yurani Ospina Garcés al Laboratorio de Calidades de la Cooperativa de Caficultores de Sevilla, Valle, el lugar en el que se dedica a descifrar dónde y cómo se cultiva el café que está catando, cómo se extrae la fruta del grano, cómo se mezcla y tuesta ese café y cómo se elabora.
Yurani, una amante del café de 32 años que creció junto a sus abuelos en una finca cafetera de la vereda Palomino, en Sevilla, es actualmente la analista de café de Cafisevilla y de la Cooperativa de Caficultores de Caicedonia, es decir, la encargada de evaluar las cosechas que se le compran a los caficultores de la región y de decirle a cada uno de ellos de qué manera pueden enriquecer sus cultivos.
Mientras en una máquina muele varios granos de café y encima de un mesón va alineando varias tazas, Yurani pone a hervir agua y, cuando esta está en el punto máximo en el que la necesita, procede a tomar un cronómetro para empezar su trabajo. Vierte en cada taza un poco del café, le agrega agua, revuelve y espera un par de minutos para oler, sorber, identificar y describir la calidad de esa cosecha.
Catar es casi un arte que pocos dominan y que toma tiempo aprender, se trata de saborear realmente el café, desde su acidez y aroma hasta su cuerpo y sabor, es por eso que, mientras va escribiendo los detalles que encontró en ese proceso, Yurani un poco tímida, pero llena de orgullo, cuenta que su gran sueño es que su esposo y su hijo de 15 años aprendan cada vez más de su mundo, pero también es el poder trabajar de la mano de los caficultores para enseñarles cómo sacar más provecho a sus cultivos. “Yo viví con mis abuelos en la finca, ellos son caficultores, pero jamás me imaginé que yo fuera a dar en este mundo tan bonito. Entre una cosa y la otra, comencé a catar el café, para mí era muy raro, pero me dieron la oportunidad y con el tiempo me contrataron como auxiliar de laboratorio y ahora soy quien está a cargo” contó Yurani.
Crianza cafetera
Atravesándose el pueblo en su moto, que parqueó justo al frente del parque principal de Restrepo, Valle, así llegó en la tarde del pasado martes Lina Echeverry David al Laboratorio de Calidades de la Cooperativa de Caficultores del Sur Occidente del Valle. En el lugar, esta mujer cafetera no es solo la persona a cargo de catar las cosechas que se le compran a los caficultores, sino también quien lidera todos los estudios que se realizan en dicho laboratorio.
Lina, de 36 años y quien lleva 15 de ellos trabajando en Cafioccidente, dice que quiere seguir dejando en alto la labor del género, demostrando que la tarea de catar café, que ha sido desarrollada por los hombres, también es dominada por mujeres que han apostado su vida al crecimiento de la industria cafetera. Su sueño, que su hija de 6 años crezca aprendiendo de ese mundo en el que su mamá ha crecido y del que no se imagina dejar a un lado.
Al entrar al laboratorio, Lina organiza los elementos que necesita para empezar su labor diaria. Una vez tiene el café servido se acerca a él y lo huele antes de probarlo para diferenciar los aromas. Lo siguiente que es tomar un fuerte sorbo que le permite identificar si esa cosecha es dulce, salada, amarga o ácida. Al terminar, describe cómo sintió ese café en la boca y escribe un informe para que el caficultor sepa en qué nivel está su producto.
“En un par de años yo me sueño con una cooperativa con la mejor calidad ayudando siempre al caficultor a que ese café sea bien remunerado, me sueño con que mi hija se involucre más en el mundo del café y en volver a tener una finca cafetera con mi familia para que todas las generaciones crezcan como yo lo hice, rodeada de cultivos cafeteros”, relató Lina.
Una vida dedicada al café
María Nid y Ligia han dedicado su vida al campo y a la producción cafetera. Ambas, hacen parte de las 23.268 familias que cultivan café en el Valle y, además, son dos de las caficultoras más destacadas del municipio de Restrepo. En un recorrido por sus fincas, cada una enfatizó en que son ellas quienes deciden qué se cultiva, cómo se hace y a quién se vende.
Ligia, de 71 años, vive en la vereda La Palma donde tiene una finca cafetera en la que ha pasado gran parte de su vida y la cual, según contó, le permitió sacar adelante a su familia. Aunque aseguró que ha sido una labor agotadora, muy orgullosa confesó que ha sido un sueño cumplido el ver cómo ha sido ella quien ha llevado a que su café sea destacado en la región.
“Lo que más me gusta es que participo en todo el proceso, desde el cultivo hasta la cosecha, luego empacarlo y venderlo. El café nos lo ha dado todo, mis cuatro hijos salieron adelante por la finca. Ahora hago parte del programa Mujeres Cafeteras Juan Valdez con el que vamos a apoyarnos para enaltecer el producto y tener más ganancias”, explicó Ligia.
En el caso de María Nid, esta líder del gremio cafetero nació y se crió en medio de cultivos cafeteros y, aunque se alejó del campo por varios años para dedicarse a su familia, decidió volver a su finca, ubicada en la vereda La Guaira, en Restrepo, para escribir una nueva historia y, como dice ella, producir el mejor café de la región. Hoy en día, no solo tiene una finca productiva y autosostenible, sino que es considerada una de las caficultoras más reconocidas de la región.
“Me siento muy orgullosa de haber alcanzado estos logros, ser una mujer campesina, llegar a liderar y de ver que puedo colaborarle a todos los campesinos y los caficultores a tener mejores productos y vivir del campo. Como mujer lideresa de la caficultura confío en que cada vez seremos más mujeres destacadas en este gremio”, mencionó María Nid.
El café del Valle
- Hay 50.862 hectáreas cafeteras de las cuales 13.383 son sembradas por mujeres
- Las 25.618 fincas cafeteras del Valle reciben apoyo de la Federación Nacional de Cafeteros para producir café de alta calidad.
- Según las catadoras, el café del Valle es exótico de tipo exportación. Tiene sabores y aromas cítricos que a su vez son muy dulces y caramelosos.
- Las caficultoras del Valle trabajan con Juan Valdez para producir café que puedan vender a mejor precio.