TURISMO
Así se vive la Navidad en Sevilla, uno de los 'pueblos mágicos' del Valle del Cauca
Crónica de una comunidad que vive las fiestas decembrinas a través de la música, la tradición y las novenas en la madrugada.
Tendría uno que vivir fuera de la realidad para no darse cuenta de que en el pueblo está pasando algo. Las calles, adornadas con guirnaldas, luces y festones, están llenas de gente. Un ritmo frenético y a la vez cálido recorre los andenes. En la puerta de un almacén, un hombre con un megáfono anuncia descuentos: “¡Llévelo, llévelo, aproveche el rebajón!”. Más adelante, en otro almacén, un bafle canta a todo volumen: “Lloro, por quererte, por amarte y por desearte”. Las personas sonríen, cantan, se saludan. La Navidad está en Sevilla, uno de los pueblos mágicos del Valle.
“Cuando eso, se hacía el pesebre con musgo, plantas y casitas de papel”, dice Gulnara Hernández, quien recuerda cómo era la Navidad en los años 60’s. “Uno normalmente asistía a varias novenas en un día, y en ellas le daban a uno de a banana. Se hacía natilla y buñuelos, y era costumbre repartirles a todos los vecinos”. Cuenta que las calles se llenaban de niños correteando de aquí para allá, que los villancicos sonaban desde por la mañana y aunque a veces no llegaban regalos, se la pasaba muy bien.
—Jugábamos amigo secreto, pajita en boca, zapatico de oro…
—Uy, esos dos últimos no los conozco. ¿Eso cómo se juega?
—Pajita en boca consistía en tener un hilito o algo así en la boca, y cuando a uno le decían: “¡Pajita en boca!” uno debía mostrarlo; si no lo tenía, entonces tocaba que darle un aguinaldo a la persona. Con zapatico de oro uno debía estar parado con las piernas bien cerradas, pues si las dejaba abiertas alguien llegaba por detrás y metía un pie entre ellas gritando: “¡Zapatico de oro!”, y le ‘ganaban’ el aguinaldo.
Ángela Patricia Gil, mientras habla sobre la navidad en su juventud en los años 90’s, recuerda las verbenas: “Cerraban una cuadra, se sacaban mesas con comida, se improvisaban asientos, y ahí uno bailaba. Se escuchaba mucha música de diciembre, mucha salsa. Me acuerdo que escuchábamos y bailábamos a Nino Segarra”.
Aunque muchas de estas tradiciones se han perdido y la Navidad es ahora muy diferente para los niños y jóvenes, hay algo que aún permite la unión de generaciones: la música. En Sevilla (tal vez en toda Colombia), diciembre es sinónimo de música tropical, cumbia, porro, salsa. Caminar por la calle Miranda confirma, una y otra vez, que llegó diciembre. En los carritos de los vendedores ambulantes suenan Los 50 de Joselito, y en los andenes se siente el ambiente festivo de la gente que, sin ser capaz de evitarlo, canta la banda sonora de la navidad colombiana.
“Nosotros vendemos las mejores memorias del pueblo”, asegura Raúl Valdez, vendedor ambulante que lleva dos años comerciando memorias USB repletas de música de todo tipo. Según él, a pesar de que las ventas han estado ‘suaves’, con la llegada de la Navidad han aumentado. “La gente se ve muy alegre. Yo creo que por estas fechas puede coger mucha fuerza, pues ya no estamos tan encerrados por la pandemia como el año pasado”.
En Sevilla, la reactivación económica ha presentado un balance muy positivo. Guillermo Gómez Moreno, enlace de Turismo y Cultura, considera que uno de los principales motores de la economía ha sido precisamente ese sector. “Desde la Alcaldía estamos enfocados en mantener la dinámica turística con promoción permanente a nivel regional y nacional con eventos como, por ejemplo, el alumbrado navideño; un evento supremamente impactante con catorce cuadras de exposiciones de faroles y presentaciones artísticas, lo cual no ayuda únicamente al sector turístico, sino también al sector cultural, que fue uno de los más afectados en la pandemia”.
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A pesar de las situaciones complicadas que ha atravesado Sevilla y el país en general, la reactivación del municipio ha dado muy buenos resultados. “El motor por el cual ha comenzado a sentirse la reactivación económica en Sevilla ha sido la resiliencia de los sevillanos”, expresa Miguel Andrés Arias, secretario de Planeación. A pesar de que durante los últimos dos años se ha pasado por dificultades como la pandemia y el paro, Sevilla tuvo la oportunidad de que durante la pandemia lo que más se compraba era comida. “No podemos desconocer que Sevilla es un municipio completamente agropecuario, más de un 90% de su economía vive en función del sector agropecuario y de todas las actividades que hay alrededor de él”.
En octubre de 2021, Sevilla recibió oficialmente el título de ‘Pueblo Mágico’ del Valle, un programa de la Gobernación que consiste en el desarrollo turístico y económico de diferentes pueblos del departamento. Los otros dos pueblos ya escogidos son Ginebra y Roldanillo; el próximo año se sumará Calima-El Darién.
Según el alcalde de Sevilla, Jorge Palacio, “de esta iniciativa no solo buscamos que traiga el embellecimiento de nuestro municipio; también esperamos que se fortalezca la cultura, la capacitación y las competencias para que cada uno de nuestros sevillanos pueda generar un valor agregado a todos los productos y un mayor ingreso a su economía”.
Amparo Hoyos, propietaria del Hotel Señorial, afirma que todas las estrategias y medidas que se han tomado tanto a nivel gubernamental como privado, han sido efectivas. “Hemos estado en un promedio de hasta el 60% de ocupación. El ‘boom’ turístico que ha tenido Sevilla en los últimos meses ha sido de gran importancia para nosotros como empresarios de alojamiento”.
Bajo el Hotel Señorial funciona el café Cofrecito de Quereres, una tienda que, aparte de vender café, está pensada para ser un espacio en el cual los emprendedores locales puedan vender sus productos. Según Santiago Ramírez, propietario del establecimiento, Sevilla se ha convertido en un destino turístico bastante apetecido e interesante; y a pesar de la pandemia, el flujo de turistas se ha incrementado.
Por otro lado, en la Basílica San Luis Gonzaga, el ambiente navideño se hace notar en cada uno de sus feligreses. El 8 de diciembre se dio inicio a la época decembrina con la procesión de la Virgen de la Inmaculada Concepción, la cual contó con la asistencia de decenas de sevillanos. Y el 16 de diciembre se celebró el primer día de novena en la Basílica.
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“¡Eran las 5:30 de la mañana y la iglesia estaba llena, fue espectacular!”, expresa el párroco de la Basílica, Bernardo Henry Salcedo Mesa. Además, la navidad no solo se celebra en el contexto urbano: la eucaristía se transmite todos los días a la 5:00 de la tarde por Radio Caracol Sevilla, por lo que los campesinos no se la pierden. Además, las novenas también se desplazarán por algunas veredas de Sevilla.
Para el párroco Bernardo, uno de los papeles que cumplen estas celebraciones es fortalecer la esperanza de las personas: “La Navidad sirve para que no nos quedemos con el amor de Dios allá, en las alturas, sino que podamos reflejar ese amor en nuestra familia, en los amigos, en la gente en general”. Según el religioso, si bien nota miedo e incertidumbre por la pandemia, han vuelto al templo el 65 % de las personas que asistían antes de la llegada del covid.
Luego de terminada la novena, de la Basílica salen los participantes con la intención de cantar, tocar y bailar villancicos. Mientras la procesión danzante rodea el parque, se oye: “Pero mira cómo beben los peces en el río, pero mira como beben por ver al Dios nacido, beben y…” Los gorros rojos de los niños contrastan con el cielo gris de una fría mañana sevillana. Las voces unidas en coro despiertan el sentimiento navideño del pueblo. El rasgueo de las guitarras corta el aire. Los aplausos de las personas marcan el ritmo. El sonido de las maracas -fuerte, preciso- agita el ambiente.
Al terminar el recorrido, todos se ubican en la entrada de la iglesia, formando un círculo entre ellos. “Una pandereta suena, yo no sé por dónde va. Caminando lentamente va llegando hasta el portal”, cantan. En el medio del corrillo, una mujer baila; alza su mano y agita alegremente la pandereta, gira sobre sí, sonríe. Todos sonríen. La Navidad se ha tomado un pueblo mágico del Valle.