Política
“A Petro no le tiembla el pulso para comprar jueces e intimidar periodistas”, dice Juan Carlos Pastrana
Quien fuera el director de La Prensa, asegura que al Mandatario colombiano “no tiene autoridad moral para denunciar a nadie”.
Ácido y directo, como en los tiempos en los que dirigía al periódico de oposición La Prensa, habló Juan Carlos Pastrana sobre la demanda que el presidente Gustavo Petro instauró en contra suya y de su hermano Andrés.
Rodeado de cuadros de Fernando Botero, Alejandro Obregón y Gustavo Zalamea y de cientos de libros en varios idiomas, sentado en un sillón naranja de su biblioteca Pastrana no duda en afirmar que el periodismo colombiano transita por un holocausto judicial que lideran los políticos que les molesta que el cuarto poder los vigile.
Aunque su tribuna hoy es la red social X y no aquellas primeras páginas en donde titulaba con frases que incluso llegaron a generar conflictos diplomáticos con Venezuela, aprovecha el momento para aseverar que lo que busca Petro con su propuesta de una constituyente es dejarle un caballo de Troya al presidente que le sucederá en agosto de 2026, del cual está seguro no será de su tendencia política.
La compra de los jueces y la forma como el actual Primer Mandatario silencia a los testigos en su contra, además de la creciente corrupción al interior del Gobierno, son otros de los temas de los que habló Pastrana, como queriendo llenar esa portada que en el pasado no dejaba dormir a presidentes como Virgilio Barco, César Gaviria y, en especial, a Ernesto Samper.
¿La demanda que le instauró el presidente, Gustavo Petro, en su contra y a su hermano Andrés, la considera como una persecución a la oposición?
Esto hay que ponerlo dentro del contexto mismo de lo que está viviendo Petro. Estamos hablando de un presidente en trance de un proceso de pérdida de investidura. Acorralado por sus propios actos, su reacción defensiva es el acoso judicial. O sea, lo que la Corte Constitucional define como la manipulación de la ley y los jueces para silenciar desde el poder expresiones en su contra bajo el disfraz de la defensa del nombre o la honra. Este es hoy el problema número uno de la libertad de expresión en el mundo.
Petro, arrinconado, está violando descaradamente toda la normatividad constitucional colombiana e internacional que protege todo tipo de discursos, especialmente los que ‘chocan, irritan e inquietan’, sobre los actos de funcionarios públicos. Con la espada de Damocles del proceso en el que su investidura está en tela de juicio, no puede pretender encubrir un escándalo de semejantes proporciones históricas con denuncias temerarias a periodistas, ciudadanos y opositores políticos.
¿Ese abuso del poder del que usted habla, hasta dónde lo llevaría el presidente Petro?
Petro es un personaje que no tiene autoridad moral para denunciar a nadie. ¿Por qué? Ante todo, porque hay una descomunal desigualdad ante la ley cuando se enfrenta el aplastante poder de un presidente en entredicho con el deber de crítica de un periodista. En el caso de Petro, el poder de un presidente capaz de corromper un juez.
Ante los ojos atónitos del país, en un escándalo que llega hasta su despacho, el de los contratos y sobornos de la Unidad de Gestión del Riesgo, salió a flote la compra de contado, con dineros del Estado, de los dos presidentes del Congreso, ni más ni menos que jueces constitucionalmente designados de Petro.
Que Petro sobornó a sus jueces es ya hecho de notoriedad pública. Es a Petro a quien corresponde probar en un tribunal que estos hechos notorios no son ciertos. Y, como si fuera poco semejante desmán, Petro ha demostrado ser capaz de silenciar a testigos de hechos gravísimos.
Según usted, ¿a quién está silenciando el Jefe de Estado?
Más allá del esfumado Juan Carlos Montes, socio de Petro en el infame episodio de las bolsas de dinero, está el caso de Armando Benedetti, el que dijo que si hablaba todos se iban para la cárcel. Ahí está callado un secreto gordo que pone en entredicho al Presidente. ¿Cómo lo calló Petro? Le inventó al testigo cómplice una embajada y, a un costo de millones de dólares del erario, lo instaló en Roma como un faraón mudo.
A Petro no le tiembla la mano para repartir dádivas. A su abogado lo llena de contratos del Estado por $1700 millones, a los que renunció cuando lo denunciaron públicamente, mientras acosa judicialmente, desde el Poder Ejecutivo, a sus adversarios políticos mediante costosos e interminables pleitos.
Petro trae además consigo al intimidante antecedente de ser miembro de una banda de secuestradores terroristas. Y ahora se rodea de una guardia pretoriana de los más temibles hampones y asesinos, amnistiados a dedo, que denomina gestores de paz. Con semejante alarde de corrupción y fuerza bruta tiene el descaro de plantarse ante un juez civil y exigirle que condene penalmente a sus críticos so pretexto de un nombre y una honra.
Aquí no hay ni asomo de igualdad ante la ley. Comenzando por el hecho de que el lugar para quien compra jueces es la cárcel, no posando en los tribunales de demandante censor de opositores y fiscalizadores.
¿Cree que el Presidente seguirá silenciando testigos?
Él es un ‘bully’, un matón. Lo trae en su ADN del M-19. El Presidente está intimidando a sus opositores y a los jueces, e intimida al periodismo. Basta ver la campaña de silencio de la prensa colombiana mientras el mundo entero informa, entre el asombro y las carcajadas, sobre el desplante en Panamá.
Esa nube de la agenda privada se refleja en un presidente desentendido del diario quehacer, que ha convertido a los miembros de su gabinete en empleados temporales con los que apenas habla en los intervalos de sus ausencias.
¿Cree que el actual Jefe de Estado seguirá intimidando la prensa?
Esto no para aquí. La prensa está advertida. Vendrá más acoso judicial y habrá que preguntarse cuántos jueces, cuántos de sus familiares y amigos aguantarán los cantos de sirena de los puestos públicos o diplomáticos, de los fáciles contratos de asesoría, de las dádivas de la corrupción rampante que reparte a manos llenas este Gobierno.
En este escenario, frente a un omnipotente Presidente al que no le ha temblado el pulso para comprar sus jueces e intimidar periodistas, la prensa lleva todas las de perder, porque aquí en Colombia a nadie le importa el principio universal de igualdad ante la ley.
¿Usted piensa que el presidente Petro será juzgado por el Congreso?
El juicio ya llegó, pero por razones evidentes está represado. La Comisión de Acusaciones, en el bolsillo de Petro, está prevaricando desde el 13 de junio pasado, día en el que se cumplieron los seis meses de ley para pasar a la Cámara su investigación del robo de las elecciones.
Petro está paralizado del susto porque, con o sin proceso, el cúmulo de evidencias en su contra ya lo condena ante sus conciudadanos y la pena para este delito es la pérdida de su investidura presidencial. Para él esto tiene que ser aterrador.
¿Esa situación podría ser peor que el Proceso 8000 del gobierno de Ernesto Samper?
Samper y Petro son aves del mismo plumaje, pero hoy estamos viendo lo que parecía imposible: un Proceso 8000 en esteroides. ¡El descaro total!
¿Cómo ve la segunda parte del gobierno Petro que está por arrancar?
Aquí hay un hecho que aún no hemos asimilado: a Petro le queda apenas un año efectivo y no tiene nada para mostrar, no ha hecho más que destruir instituciones para dejar a la corrupción, la criminalidad, el narcotráfico y la subversión actuar a sus anchas. A Petro no le interesa el orden: ni el orden público ni el orden institucional ni el orden en su vida. Y eso evidentemente lo rechaza el país, mire las encuestas.
¿Por qué dice que le queda un año?
En un año arranca la campaña y el último año no es del Presidente sino de los que están en campaña. Petro sabe que, por su pésimo gobierno, su gente va a perder el poder. ¿Entonces, cómo se piensa ‘reelegir’?
Su último cabezazo maquiavélico, de los que tiene tres o cuatro semanales con sus respectivas reversas, es montarle al próximo presidente, con (Juan Manuel) Santos, a cambio de un guiño a este para la Secretaría General de la ONU, un caballo de Troya que llaman constituyente. Un monstruo de Frankenstein para destruir lo poco que va quedando de instituciones democráticas. Es su única oportunidad de asomar cabeza en el próximo cuatrienio.
En este Gobierno, ¿la corrupción está siendo más grave de lo tradicional?
La Colombia de Petro es la potencia mundial de la corrupción y el narcotráfico.