Editorial

Sin tratado sobre el plástico

El punto es que la contaminación por este material está dañando los ecosistemas, infestando los océanos y los ríos y afectando la salud humana, especialmente de los más vulnerables.

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Para esta compañía, la economía circular es el camino para garantizar una producción más sostenible.
Se trata de un lamentable retroceso en la necesaria mirada conjunta que deberían tener todos los Estados hacia la búsqueda del bienestar común de los seres vivos del orbe. | Foto: Darnel

16 de ago de 2025, 02:15 a. m.

Actualizado el 16 de ago de 2025, 02:15 a. m.

La producción actual de plástico en el mundo, de unas 450 millones de toneladas anuales, en su mayoría productos de uso único y de empaque, se triplicará hasta el 2060, según las previsiones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. Y de ello, menos del 10 % se recicla.

Es por eso que resulta tan grave que los representantes de 185 Estados no se hayan puesto de acuerdo en torno a un tratado global contra la contaminación por plásticos, como era el objetivo de la cumbre que los reunió durante diez días en Ginebra, Suiza.

El punto es que la contaminación por este material está dañando los ecosistemas, infestando los océanos y los ríos y afectando la salud humana, especialmente de los más vulnerables.

Por eso, desde hace tres años, a instancias de la ONU se venía discutiendo un proyecto de convenio que obligara legamente a los gobiernos a regular la producción y el consumo, para ponerle fin a la vida del plástico en todo el planeta.

Tras un primer fracaso el año pasado en Busan, Corea del Sur, aún se tenía la esperanza de que los principales implicados en el deterioro de la biodiversidad a nivel orbital tomaran conciencia de la responsabilidad que tienen en este asunto y pusieran de su parte para, al menos, disminuir uno de los factores que atenta contra el bienestar de la Humanidad.

Aunque son minoría, los países productores de petróleo se negaron vehemente a frenar la producción de plástico y, por el contrario, quieren centrar su acción únicamente en la gestión de los residuos.

De acuerdo con organizaciones ambientalistas internacionalmente reconocidas, como Greenpeace, la intransigencia del llamado grupo ‘like minded’ sobre ese punto terminó por echar por la borda la posibilidad de que el mundo contara con un tratado contra la contaminación por plástico, pese a que la misma amenaza con asfixiar el planeta.

En la práctica, lo que sucede es que las industrias petroleras y químicas, con amplia presencia en China, Estados Unidos y Arabia Saudita, rechazan cualquier restricción a la producción o prohibición de moléculas o aditivos peligrosos, pese a que ellas son las mayores aportantes de las 22 millones de toneladas de residuos plásticos que se vierten cada año al medio ambiente a nivel orbital.

El fracaso de la cita que Naciones Unidas propició en Ginebra también deja en claro otra realidad que debe preocupar a la Humanidad y es el evidente debilitamiento del multilateralismo, al menos en lo que tiene que ver con la preservación de la biodiversidad global, de la Casa Común.

Un lamentable retroceso en la necesaria mirada conjunta que deberían tener todos los Estados hacia la búsqueda del bienestar común de los seres vivos del orbe, pero especialmente de quienes enfrentan los mayores riesgos para su salud y tienen menos recursos.

Ojalá la COP30, que tendrá lugar en Brasil en el próximo mes de noviembre, logre romper el pesimismo existente con respecto a la posibilidad de que los países desarrollados sigan imponiendo sus intereses sobre la futura supervivencia del planeta.

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