Editorial
Las basuras de Cali
A escasos tres meses de concluir el actual mandato de Ospina, lo sensato sería dejarle a quien sea elegido el próximo 29 de octubre como nuevo Alcalde, la determinación sobre un asunto tan sensible como la recolección de residuos sólidos en la ciudad.
El manejo de las basuras es un asunto que preocupa a Cali, más cuando se sabe que este será un año definitivo para decidir sobre el futuro de la prestación de ese servicio público esencial. La liquidación de Emsirva, la terminación de la prórroga de los contratos con los operadores privados en febrero próximo y los problemas de recolección que padece la ciudad, demandan atención, pero las decisiones no se pueden tomar a la ligera ni afectar los intereses locales.
Lo primero es decir que el caos de basuras que se ha apoderado de varios sectores de la capital del Valle no obedece en exclusiva a la falta de atención de las empresas privadas que manejan el servicio. La indisciplina de los caleños y de cierta parte del comercio, que desatienden los horarios de recolección, no cumplen con la obligación de separar los residuos, ni parecen interesados en mantener limpia su ciudad tiene efectos directos sobre el vertedero en que se han convertido sus calles, avenidas y espacios públicos.
Es la falta de cultura ciudadana, que se aplica para diferentes asuntos del quehacer diario de Cali y tiene que ver con la falta de formación de la sociedad en valores fundamentales que les permiten a sus integrantes convivir en armonía con los demás y con su entorno. Por ello la educación debería ser el objetivo principal de la Administración local a la hora de resolver el problema de las basuras.
Y está la otra decisión que se deberá tomar en lo que falta de este año sobre la operación de ese servicio público una vez se liquide de manera definitiva Emsirva, luego de 15 años de intervención de la Superintendencia de Servicios Públicos, y terminen así mismo en febrero de 2024 las prórrogas de los contratos con las empresas privadas entre las que se repartió por sectores el manejo de los residuos sólidos durante este tiempo.
El análisis sobre cuál será la mejor opción para la ciudad una vez el Municipio tenga autonomía sobre la administración de la recolección de las basuras, no se puede tomar a la ligera ni podrá responder a intereses particulares o que vayan en contravía de los que le competen a la población. Revivir a Emsirva, un ente paquidérmico que demostró su ineficiencia y fracasó, no es una opción.
Tampoco debería serlo la propuesta de entregar su manejo a Emcali, empresa que no tiene ningún conocimiento del negocio, ni mucho menos crearle otra filial, al estilo de Emcaled o Caligen, como se rumora que pretende hacerlo el alcalde Jorge Iván Ospina. El riesgo de que la operación la realice de manera directa el Municipio causa preocupación por los riesgos que representaría y por lo oneroso que sería para las finanzas públicas.
¿Cómo se garantizaría que el manejo de las basuras en Cali no se utilice, de nuevo, para hacer politiquería o como fortín clientelista? ¿Sería ese servicio más eficiente en manos del sector oficial? ¿Por qué entregarle esa decisión a un gobierno que ya está de salida y sobre el que pesan graves cuestionamientos?
A escasos tres meses de concluir el actual mandato de Ospina, lo sensato sería dejarle a quien sea elegido el próximo 29 de octubre como nuevo Alcalde, la determinación sobre un asunto tan sensible. En todo caso, Cali deberá estar por encima de cualquier interés diferente al de brindarle el mejor servicio de recolección de basuras a sus ciudadanos.