La mujer y el cuidado

Las sobrecargas de cuidado en el hogar, que las mujeres históricamente han asumido, generan hoy una mayor atención de la sociedad por las implicaciones que tienen en la calidad de vida de ellas. Muchas se convierten en cuidadoras desde la infancia, lo que las obliga a dejar de lado actividades propias de su edad, mientras la situación no es muy distinta entre las adultas mayores, que deben realizar esta tarea en el seno de sus familias para facilitar que otros de sus integrantes se ocupen de proveer el sustento.

En el Día Internacional de la Mujer vale la pena reflexionar sobre esta realidad, analizada en el espacio Protagonistas en Vivo, de El País, en el que se dieron a conocer los resultados del informe ‘Lo que sienten las caleñas: empleo, emprendimiento, cuidado y seguridad’, realizado por el programa Cali Cómo Vamos, la Fundación WWB Colombia y el Observatorio para la Equidad de las Mujeres, OEM.

De acuerdo con los hallazgos de este informe, las caleñas ocupan el doble de tiempo de cuidado en el hogar que los hombres. Mientras ellas dedican en promedio 7 horas y 44 minutos al día a estas labores, los hombres lo hacen 3 horas y 6 minutos. Y aquellas que están más de 9 horas en labores de cuidado, tienen muy poco tiempo para realizar actividades deportivas o de recreación. Además el 37 % se autopercibe en condición de pobreza.

La situación para las mujeres afro o indígenas es más compleja. De acuerdo con datos del OEM, el 90,5 % de las mujeres no afrodescendientes en Cali tiene lavadora en su hogar, mientras que solo el 58,4 % de las afrodescendientes tienen este electrodoméstico. Esta diferencia implica que muchas deben dedicar más tiempo a tareas domésticas, sin contar con herramientas que alivien su carga.

El panorama se vuelve más complejo cuando deciden emprender, porque deben combinar dicha labor con las del hogar. En Cali, las mujeres son quienes lideran el número de emprendimientos en contextos vulnerables, pero ganan un 30 % menos que los hombres. Además, tienen menos acceso a los servicios financieros, lo que aumenta la brecha de desigualdad.

Otro aspecto que preocupa es que, en estos contextos, la mayoría de las mujeres en la tercera edad no logran obtener una pensión, ya que solo el 22 % ha cotizado para ella. A lo que se suma que no se han cuidado y llegan con discapacidades o problemas de salud mental que afectan sus condiciones de vida.

Todas son razones de peso por las que el informe concluye que “las mujeres de Cali cuidan mucho y se cuidan poco”, y que es necesario pensar en políticas públicas que contribuyan a reducir, redistribuir y reconocer las cargas de cuidado no remunerado.

Además, fortalecer iniciativas ya existentes como los centros de cuidado, pensados como espacios en los que las mujeres encuentren herramientas que faciliten sus labores y les permitan, a la vez, la práctica de otras actividades que contribuyan a su bienestar.

Aún hay mucho por hacer, pero hemos avanzado en poner sobre la mesa un tema que, sin duda, requiere acciones conjuntas de las entidades públicas y las privadas, así como de la sociedad.