Editorial
La deuda con el Valle
Parece cada vez más lejana la posibilidad de que la vía Mulaló – Loboguerrero se haga realidad.
No son siete ni diez años esperando la vía Mulaló - Loboguerrero. El Valle y Colombia llevan décadas intentando que se concrete una obra vital para el transporte de carga y para el comercio internacional que se mueve entre el Suroccidente y el puerto marítimo más importante del país. Por eso lo que hay es frustración, debido a la incapacidad estatal para realizar una carretera que ya está contratada y a la que se le han puesto todas las trabas para que se haga realidad.
A la frustración se suman la decepción y también el disgusto. No hay cómo entender que la primera carretera 4G definida y adjudica por la Nación siga enredada, sin comenzar, aunque el presupuesto, al menos el inicial, está aforado en el presupuesto desde que se entregó la obra en concesión.
Hay que recordar que la Mulaló – Loboguerrero fue licitada en el año 2015 por el Gobierno Nacional, proceso en el que resultó seleccionada la sociedad Covimar. Después de surtir los trámites contractuales, la construcción de la carretera de 31,8 kilómetros, que según el proyecto aprobado incluye cinco túneles y 48 obras especiales como puentes y viaductos, no pudo arrancar en el 2017 tal como estaba previsto por las demoras de la Agencia Nacional de Licencias Ambientales, Anla, en entregar los permisos necesarios.
Cuando en 2022, siete años después de adjudicadas las obras, el proceso se destrabó, el monto inicial debía corregirse, sin embargo, no se llegó a un acuerdo entre el Estado y el concesionario, por lo cual se recurrió a un tribunal de arbitramento para dirimir las diferencias. El fallo favoreció en primera instancia a la Nación, pero tras la apelación hoy sigue el proceso en segunda instancia, sin que haya fecha para su conclusión.
Mientras tanto, parece cada vez más lejana la posibilidad de que la vía Mulaló – Loboguerrero se haga realidad. Frente a ello, el Departamento no puede quedarse de brazos cruzados, como tampoco se puede aceptar que los recursos ya aforados para esa carretera se destinen a otros proyectos de infraestructura en la región, como se viene planteando desde sectores afines al Gobierno.
No es solo la deuda que se tiene con el Valle del Cauca. Ese corredor vial significa mayor competitividad para la industria y el comercio del sur del país, toda vez que reduce en al menos una hora el trayecto hacia el puerto de Buenaventura, con la disminución que ello conlleva en los costos del transporte de carga. Por ello solo se puede exigir que se cumpla con la carretera.
Las decisiones en el actual tribunal de arbitramento que dirime las diferencias entre la Agencia Nacional de Infraestructura, ANI, y Covimar, deben tomarse pronto, favoreciendo en primer lugar los intereses vallecaucanos y de su sector productivo, que es el jalonador de la economía de la comarca, pero también tiene un peso importante sobre el desarrollo económico nacional. La vía Mulaló – Loboguerrero es una promesa que se tiene que cumplir y para ello es necesario que los involucrados lleguen a un acuerdo inmediato.
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