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¿Y las cartas de amor?

Me imagino a Gutenberg revolcándose de la ira al saber que su invento, que revolucionó las comunicaciones universales, quedó obsoleto...

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Mario Fernando Prado
Mario Fernando Prado. | Foto: El País.

26 de sept de 2025, 02:42 a. m.

Actualizado el 26 de sept de 2025, 02:42 a. m.

Ok, de acuerdo: la virtualidad echó al traste todo cuanto se hacía por escrito.

Además, con la disculpa de la economía del papel y la preservación de los bosques naturales se está cerrando toda una etapa de la humanidad.

Me imagino a Gutenberg revolcándose de la ira al saber que su invento, que revolucionó las comunicaciones universales, quedó obsoleto porque ya hasta las imprentas pronto serán elefantes blancos.

Ya nada se imprime. Ni los comprobantes de pago, ni las facturas, ni los exámenes médicos. Todo es virtual, palabreja que detesto, pero no hay nada que hacer. No demoran en acabar con el papel higiénico que de hecho ya existen sustitutos con unos inodoros que limpian, lavan, secan y hasta perfuman las colas y que están en boga en Dubái.

Los tiquetes aéreos se acabaron, así como los extractos bancarios amen de las agendas y las libretas de calificaciones y los papelógrafos. Y que me dicen de los bolígrafos que ya nadie carga y más aún los ya legendarios estilógrafos y menos las libretas de apuntes y los infaltables papelitos en los que uno escribía cosas importantísimas y pasaba del bolsillo de una camisa al bolsillo de otra y de otra y de otra.

Se acabaron los vales que uno firmaba como garantía de las deudas de parrandas y también las letras y los pagarés. Y a propósito, también están en artículo mortis los cheques chimbos, sagrada institución con que se obligaba por las buenas a que no se pagaran por las malas.

Los libros de contabilidad ya están siendo reemplazados por el virtualismo, así como las partituras musicales que se pueden leer en las tablets. Los exámenes de todo tipo son ahora virtuales, e igual suerte correrán hasta los papeles de colgadura y los papeles de lija.

Las máquinas de escribir de siempre, solo sirven para enviárselas a Hugo Suárez. Conservo sí la Remington que acompañó a mi padre durante sus estudios de derecho en la Universidad del Cauca van a ser cien años.

¿Y qué final podrían tener los libros fuertemente amenazados por la bestialidad, perdón, por la virtualidad y que sobrevivirán gracias a eventos como Oiga Mire Lea y la próxima Feria del Libro que este año batirá récord en patrocinadores y en centenares de miles de asistentes y templos del saber como la Librería Nacional y perdón por la cuña?

Entonces no nos extrañemos más porque esta casa editorial que nos ha soportado por más de 55 años, acabó los días de semana con su edición impresa, conservando los domingos un El País de carne y hueso -si quieren llamarlo así- más robusto tal como lo han hecho El Espectador entre otros medios nacionales y mundiales.

Lo que sí me parece triste es que han desaparecido las cartas de amor escritas primorosamente por los dolientes o por terceros contratados para esos menesteres con olor a fragancias celestiales, así como la buena letra, porque ya nadie escribe y lo que se escribe no se entiende.

PD1: O nos unimos o nos hundimos y ahí si, ¡nos jodimos!

PD2: Nos vemos hoy a las 5 pm en la Plazoleta Central de Chipichape donde tendremos un conversatorio con la controvertida Sicóloga Gloriah en torno a las canciones del amor y del desamor, con un repertorio de 17 melodías interpretadas por el suscrito y las artistas de Luz Dary Zúñiga, Claudia “La Gitana” y Carmen González.

Administrador de Empresas, Abogado y periodista por vocación. Director y fundador de MF Publicidad Mercadeo Limitada, al igual que de los programas Mario Fernando Piano y Oye Cali. Galardonado en dos oportunidades con el premio Simón Bolívar de periodismo. Escribe para El País hace más de 40 años.

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