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Unión, compromiso y acción

Tres etapas han marcado mi recorrido en el Sistema Cameral.

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Julián Domínguez Rivera.
Julián Domínguez Rivera. | Foto: El País.

4 de oct de 2025, 02:13 a. m.

Actualizado el 4 de oct de 2025, 02:13 a. m.

Esta es la última columna que escribo mientras me encuentro al frente de Confecámaras. Con la venia de quienes me han acompañado en estas páginas, quiero dedicar estas líneas a una reflexión que resume una etapa profesional y una vocación de vida: la de servir al país a través del fortalecimiento del tejido empresarial y la confianza institucional que representa la Red de Cámaras de Comercio.

Tres etapas han marcado mi recorrido en el Sistema Cameral. La primera, en mi tierra, como presidente de la Cámara de Comercio de Cali donde me propuse, junto a un equipo extraordinario, consolidar un modelo de Cámara de Comercio con el empresariado como eje del desarrollo y plataforma para la recuperación regional. La segunda, desde Confecámaras, para liderar un nuevo prototipo de Cámaras más modernas, blindadas contra intereses particulares, guiadas por la ética y la sostenibilidad financiera. Y la tercera, el escenario internacional, donde logramos poner a la Red Colombiana de Cámaras de Comercio en el radar del mundo.

Las Cámaras han hecho parte de mi vida desde siempre. Recuerdo a mi abuelo y otros pioneros en la Cámara de Buga, que soñaron con abrirle a Colombia su salida al Pacífico. Ese sueño se materializó y transformó al Valle del Cauca en el Valle del Pacífico.

Desde el suroccidente del país, una región tan rica como disputada, nuestra respuesta al impacto brutal del narcotráfico fue clara: alianzas público-privadas. Creamos lo que denominamos en ese momento la Caja de Herramientas, para detonar un nuevo modelo de desarrollo. De allí surgieron apuestas estratégicas como el Centro de Eventos Valle del Pacífico, que permitió recientemente la sede de la COP16 en Cali. Creamos también Invest Pacífico, que hoy reúne más de 250 multinacionales ancladas en la región, y una bancada parlamentaria articulada, que en conjunto con los estamentos locales logró proyectar la agenda regional como causa común.

Luego, ya desde Confecámaras, impulsamos el concepto de Red Cameral como plataforma estratégica para transformar un sistema profundamente asimétrico, en una red cohesionada al servicio del país. Logramos que más del 89 % de las acciones de la Confederación se realicen en beneficio de las cámaras con menores ingresos. Pero para hacerlo posible, fue necesario construir una nueva institucionalidad…

Durante años se pretendió que las cámaras solo podían usar sus ingresos para funciones asociadas al registro mercantil. Rompimos ese cerco. Eso ha permitido consolidar un sistema que invierte todos sus recursos en el fortalecimiento empresarial y en múltiples labores cívicas, culturales y de infraestructura en todas las regiones de Colombia.

Modernizamos la gobernanza con la Ley 1727 de 2014, consagrando en ley los principios de buen gobierno. Impulsamos el uso estratégico del Registro Único Empresarial y Social (Rues), que hoy contiene más de 300 millones de datos y es el más valioso repositorio de la historia empresarial del país. Información que se devuelve a los empresarios en forma de herramientas, políticas públicas y transparencia.

Cierro este ciclo con total gratitud. Gratitud hacia las inmensas voces que me acompañaron cuando más lo necesité y que con su presencia me recordaron el valor de seguir adelante. Siempre he creído que la democracia se defiende con consensos, que la libertad se protege con ideas, con principios y con acciones y que el liderazgo auténtico no se mide por el poder que concentra, sino por la confianza que inspira.

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