Columnistas
Un año de escándalos
Los desaciertos descritos bastan para encender las alarmas.
Hemos vivido más de dos años gobernados por un presidente que lo han definido, comentaristas y expertos, como narcisista, mesiánico y otros términos parecidos. Su talante es autocrático. Controvierte las decisiones de las cortes. Acusa al Consejo de Estado de perfidia y de producir un golpe blando.
No es de extrañar, los medios reprodujeron una reunión, estando él presente, donde se autorizaba correr la línea roja de la ética, para desacreditar a sus contendores políticos en la elección presidencial.
Al poco tiempo se conocieron unos desacuerdos, subidos de tono, entre Armando Benedetti y Laura Sarabia, donde se mencionaba posibles financiaciones de su campaña de oscuro origen, por sumas ilegales.
Su hermano visitó a los narcotraficantes convictos para ofrecerles ayudada, si colaboraban con la campaña de Gustavo Petro. Su hijo está siendo juzgado a ritmo paquidérmico por la Fiscalía, ya que aceptó apropiarse de parte de las contribuciones a la financiación de la elección de su padre.
También se conoció que a la casa de la Sra. Sarabia había llegado una maleta con dinero en efectivo, hecho que involucró a una empleada doméstica y ocasionó el suicidio de un miembro de la policía.
A su gobierno se le puede aplicar ser, prepotente, populista, proclive, y practicante de la posverdad.
Este año han continuado los escándalos, semana tras semana, a pesar de que durante su campaña prometió reiterativamente cambiar las costumbres políticas. En su mandato ocurrió el escándalo del Dapre. Los funcionarios a cargo de la institución robaron sumas millonarias de sus recursos y utilizaron una parte para comprar la conciencia de los legisladores, necesarios para aprobar los proyectos, faltos de apoyo legislativo.
Recientemente, Sandra Ortiz, exconsejera para las regiones, fue apresada y recluida en la cárcel por participar en el escándalo de la compra de los carrotanques para transportar agua a la Guajira, de cuya transacción se lucraron los funcionarios de la Unidad de Gestión del Riesgo. Su director Olmedo López y su subdirector Sneyder Pinilla fueron los beneficiarios. Ahora Sandra Ortiz ha declarado que ella ha sido víctima de un complot, en el cual insinuó que está involucrada Laura Sarabia. Todo un novelón del cual el presidente Petro era ignorante absoluto. Ojalá se juzgue pronto y se castigue a los culpables, para que las conjeturas, que son muchas y muy variadas se aclaren.
Los descalabros del gobierno petrista son escandalosos. Como el Senado le negó el proyecto inicial de la salud, el Presidente decidió nacionalizar las EPS y congelar la unidad de pago por capitación para quebrar el sistema y los resultados se están sintiendo. Suspendió los préstamos para educación del Icetex, con el fin de disminuir los ingresos de las universidades privadas, afectando a un sinnúmero de estudiantes. Prohibió la nueva exploración petrolera y redujo los resultados financieros de Ecopetrol a un estado calamitoso. Los recaudos fiscales no alcanzan a financiar la burocracia. La ejecución presupuestal, incluidas las inversiones, ha sido mínima. Los desaciertos descritos bastan para encender las alarmas.
Las esperanzas son los pesos y contrapesos democráticos, al fallo emitido por El Consejo Nacional Electoral de aplicarse la constitución del 91, y a estar a un año y medio de la próxima elección.