Columnistas
Tierras exóticas
La COP29 sobre clima se reúne bajo signos adversos.
Situada en la mitad de ninguna parte, Azerbaiyán es una antigua república soviética, musulmana, con un gobierno laico, a orillas del Mar Caspio, que es el lago salado más grande del mundo. En su capital Bakú se reúne la COP29 sobre cambio climático, cumbre que ha contado a través de los años con mejor prensa que la COP de biodiversidad, por ser el tema del calentamiento global más impactante, debido a tantos incendios, deshielos, sequías, inundaciones y huracanes nunca antes vistos, que la silenciosa desaparición de especies animales y vegetales, aunque ambos estén íntimamente relacionados. De paso, 90 % de las exportaciones de Azerbaiyán son combustibles fósiles.
La COP29 sobre clima se reúne bajo signos adversos. Moscú había vetado su realización en un país de la Unión Europea, debido al apoyo de esta a Ucrania, pero Vladímir Putin, una especie de paria internacional, no iba a ser bien recibido en Bakú, así que no asiste. Tampoco los presidentes de los dos países que más polucionan al planeta, el de China, que tiene su propia política de producción de energías limpias y que no contribuye internacionalmente a las acciones climáticas, y el de Estados Unidos, que consideró mejor no asistir, dada la negra perspectiva de que sea Donald Trump, quien no cree en el calentamiento global y sí en el desarrollo basado en combustibles fósiles, el que dirija la política ambiental en los próximos cuatro años.
Por las razones que sean, tampoco estarán los presidentes de Francia, Canadá, Sudáfrica, Australia, ni el Rey de Inglaterra, ni la presidenta de la Unión Europea. (El Presidente de Colombia se excusó para atender las inundaciones del Chocó, donde no ha escampado desde La Conquista). El impacto mediático de reuniones como la COP26 de Glasgow, en 2021, a la cual asistió todo el mundo, y la COP28 de Dubai, en 2023, donde asistieron 85.000 personas, no lo tiene la de Bakú, con la mitad de los participantes de Dubai y pocos jefes de estados donantes, que son los que cuentan.
El mensaje más poderoso lo dio en rueda de prensa John Podesta, enviado especial sobre el clima del presidente Joe Biden, al decir que la elección de Donald Trump hace presagiar actos como el retiro de Estados Unidos del Acuerdo de París firmado en la COP21 en 2015, como ya lo había hecho en su primer mandato, aunque su argumento de peso es que el proceso de generación de energías limpias en Estados Unidos, muy impulsado a nivel estatal más que federal, no tiene reversa.
El Acuerdo de París tuvo tanta importancia como la misma Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992, que dio origen a las dos COP, puesto que allí se estableció el compromiso vinculante a través de un tratado internacional de reducir el calentamiento global a 1,5 grados centígrados para fin de siglo y llegar a la neutralidad de carbono (o sea que lo que se emite en CO2 sea igual a lo que el medio ambiente absorbe) para 2050. Los mecanismos financieros para ayudar a los países menos desarrollados han sido importantes y en el 2022 se cumplió la meta de 100.000 millones de dólares anuales. En Bakú se está pidiendo diez veces esa cifra y que China se meta la mano al bolsillo.
La COP16 reunida en Cali no llegó a mayores acuerdos para proteger la biodiversidad y distribuir los beneficios económicos que de ella se derivan. Tampoco se espera mucho de la de Bakú. Pero reunirse en tierras exóticas es un buen camino.