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Tango satánico
Ahora con el premio Nobel justicieramente otorgado, retomaré su positiva visión del mundo y su enérgica actitud frente a organismos de poder sobrepasados ante la sociedad en la que actúan.

14 de oct de 2025, 02:07 a. m.
Actualizado el 14 de oct de 2025, 02:08 a. m.
Del nuevo Premio de Literatura 2025, el húngaro Lazlo Krasnahorkai había leído recientemente su libro de relatos Relaciones Misericordiosas y su novela Tango Satánico.
Esos dos textos me produjeron un impacto sensorial tan profundo que opté por distanciarme un poco del autor para que ese hecho estuviera acompañándome durante mucho tiempo.
Sin embargo, ahora con el premio Nobel justicieramente otorgado, retomaré su positiva visión del mundo y su enérgica actitud frente a organismos de poder sobrepasados ante la sociedad en la que actúan.
Sobre Tango Satánico puedo decir que es una novela que se mueve entre la fábula metafísica y la sátira social, una radiografía sombría del desencanto colectivo tras el derrumbe de un sistema y de las ilusiones que lo sostuvieron. En un paisaje rural desolado, donde la lluvia es casi un personaje más, los miembros de una antigua cooperativa agrícola sobreviven entre el tedio y la resignación, esperando —como en un purgatorio— que algo o alguien les devuelva un sentido. Esa espera, cargada de superstición y miseria, se ve alterada por el retorno de un personaje llamado Irimiás, una figura ambigua y mesiánica y promesera que encarna tanto la esperanza como la manipulación.
Krasznahorkai construye, con una prosa hipnótica y laberíntica, una alegoría sobre la condición humana: la necesidad de creer, incluso cuando todo indica que la salvación es una farsa.
En esa danza —el ‘tango satánico’ del título— se confunden fe y engaño, redención y condena, en una coreografía moral que refleja el vacío dejado por la utopía.
El tono paródico y mordaz del relato revela una crítica implacable a las estructuras de poder, pero también una comprensión trágica de los hombres que, despojados de futuro, se aferran a cualquier ilusión.
No es solo una novela sobre Hungría poscomunista, sino sobre la eterna fragilidad del ser humano ante la promesa de un destino mejor.